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Una gran exposición de arte latinoamericano se inaugura en el Palacio de Velázquez

Cerca de 400 obras ilustran más de 150 años de historia

La exposición Arte en Iberoamérica (1820-1980), inaugurada ayer con la presencia de la reina Sofía en el Palacio de Velázquez del Retiro madrileño, se presenta como una perspectiva de más de 150 años de historia a través de las obras de sus artistas. La muestra reúne cerca de 400 obras realizadas desde la época de la independencia de los distintos países latinoamericanos hasta nuestros días. Dos documentales en exhibición ofrecen al visitante un resumen de las ideas y hechos históricos que ordenan esta exposición. La comisaria es la catedrática de la universidad de Essex Dawn Ades.

Originalmente elaborada para la Hayward Gallery de Londres, que la presentó en mayo de este año, la exposición Arte en iberoamérica tiene un desarrollo fundamentalmente didáctico y ha sido traída por la Sociedad Estatal del Quinto centenario y del Ministerio de Cultura. Cerca de 170 artistas están representados por obra que incluyen desde la pintura y escultura, hasta la fotografía y el grabado. Se incluyen también otros objetos que podrían ser considerados como curiosidades etnográficas, de no ser porque éstas, en las que aparecen algunos elementos o manifestaciones cercanas al arte popular mestizo, son deliberada mente utilizadas así por un buen número de artistas latino americanos contemporáneos como expresión de su resistencia al total colonialismo de la plástica y las tendencias internacionales; aunque este último aspecto no esté debidamente explicado en la muestra.El recorrido empieza con una escueta vitrina sobre los antecedentes, que incluye una serie de antiguos códices y cerámicas mayas y aztecas, y solo una preincaica. Pero este parpadeo hacia el pasado nos introduce de lleno en la convulsa época de las guerras por la in dependencia de España en las diversas colonias americanas. Es entonces cuando florecen las primeras manifestaciones de una expresión artística que se quiere también independiente. Se afirma la propia peculiaridad y se redescubren las nuevas características y valores mestizos. Los héreos, como Bolívar, el Cura Hidalgo y José Olaya, son ensalzados en imágenes hieráticas y solemnes.

La exposición continúa con el academicismo y la pintura histórica, los paisajes y cuadros costumbristas del XIX -con una especial atención al paisajista mexicano José María Ve lasco, que es el único que tiene un capítulo singularizado en la exposición-, prosigue con el indigenismo y la protesta social -ilustrada con fotografías documentales- y con José Guadalupe Posada, con variada y representativa muestra de su sátira social a través del arte gráfico.

El modernismo y su búsqueda de raíces es el título del siguiente apartado, dedicado a los años 20 de este siglo, y en la que se ven ejemplos de la etapa cubista de Diego Rivera o de Tarsila de Amaral, así como del constructivismo de Joaquín Torres García, entre otros. Esta etapa se funde con el potente carácter del muralismo mexicano, concentrado finalmente en la obra de los tres grandes: Rivera, Orozco y Siqueiros. Aunque en la muestra del Retiro destaca un boceto de tamaño natural de Juan O'Gorman. El indigenismo, otro de los movimientos vitales del arte latinoamericano, aparece débilmente encajado entre los muralistas y la sección denominada Mundos privados, mitos públicos. En este último aparecen como figuras originales los universos íntimos de artistas como las mexicanas Frida Kahlo, Remedios Varo Wifredo Lam (Cuba), Rigaud Benoit (Haití), Fenando Botero (Colombia) y Roberto Matta (Chile).

Pinceladas

Movimientos de los años 40-50, como el argentino Arte Madí, que encabezó Gyula Kosice son una agradable sorpresa en esta muestra. A ellos siguen los movimientos ópticos y cinéti cos de los años 50-60, con obras de los venezolanos Alejandro Otero, Cruz-Diez y Rafael Soto. La muestra termina con una escasa y apresurada representación de la obra de ar tistas de los 70 y 80, que no per mite valorar en su amplitud los fenómenos y la variedad que los caracteriza y queda como un pobre remate al conjunto de la exposición.La comisaria de la muestra, Dawn Ades, está de acuerdo en que hay ciertos vacíos en la exposición y que hay artistas de talla internacional que no están presentes con ningún cuadro. "Quiero que el público sepa que se han hecho trámites para conseguir algunas obras concretas de artistas como Guayasamín, por ejemplo. A él le pedimos autorización para presentar una obra en particular y una semana antes de la inauguración nos dijeron que no podrían prestárnosla", afirma Ades.

"Sin embargo, ahora estoy trabajando en una segunda parte de esta exposición que empezará con el abstraccionismo de los años cincuenta, y que pretenderá dar una visión de conjunto más completa de lo que ha sucedido en las artes plásticas latinoamericanas de los últimos cuarenta años". Se trata, en resumen, de una exposición que orienta al visitante y lo sitúa históricamente, aunque con una valoración muy subjetiva. El montaje de la exposición es, no obstante, muy adecuado y perfectamente coherente con el espíritu de la muestra.

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