_
_
_
_
_

Sofía de Habsburgo,

la más bella archiduquesa de que hay noticia en este final de milenio, ha, sumido en la más profunda desolación a sus muy numerosos devotos. Su rubísima alteza parece completamente decidida a contraer matrimonio con un príncipe italiano, de nombre Hugo, que a tan lucido título nobiliario une un aristocrático apellido, Windichgratz, de inequívoca resonancia a pisotón de bota prusiana recién lustrada. Sofia de Habsburgo, que ha desempeñado hasta ahora muy numerosos oficios -modelo, relaciones públicas, benefactora de la infancia y periodista, entre otros-, mantuvo hasta muy reciente fecha una estrecha amistad con el actor estadounidense Richard Gere. Pero ni el atractivo Gere ni otros diversos aspirantes de considerable mérito han resistido la comparación con el aún poco conocido príncipe Windichgratz. El compromiso nupcial, que se dio a conocer el pasado miércoles en Roma, desembocará en fastuosa boda en un día no determinado de la primavera próxima. Es de esperar que ese día, un fantasma, el dolido espíritu del pretendiente desconocido, acudirá con su más sombrío frac a las puertas de la iglesia para lanzar una invisible y postrera rosa a la feliz, inalcanzable y, para todos menos uno, ingrata novia. Que sea muy feliz.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_