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Democracia en los ranchos de Namibia

Los miembros de la delegación de la ONU visitan las granjas para ayudar a sus habitantes a votar

ENVIADA ESPECIALEn la comarca de Otjivarongo, unos 240 kilómetros al norte de Windhoek, la capital de Namibia, los colegios electorales nomadean desde el martes entre las grandes propiedades de los ganaderos blancos de origen afrikaner o alemán. En ellos trabaja y vive el grueso de la población mayoritariamente negra de la región. Cada día, los equipos de votaciones integradas por los supervisores de la ONU encargados de certificar la justicia de los comicios que decidirán el Gobierno de la Namibia independiente visitan un rancho.

Su recorrido está planeado de forma que los trabajadores negros no tengan que recorrer a pie más de 30 kilómetros para cumplir con su derecho a votar. Para la ocasión, sin embargo, los patrones se han organizado para conducir personalmente a las urnas a sus empleados.Centenares de kilómetros de áspera y seca sabana. Desde Okahandja, la siguiente ciudad, hacia el norte después de Windhoek, hasta Otjivarongo, el paisaje se sucede sin que se perciban cambios. Casi 200 kilómetros sin un poblado a la vista. Cuando por fin dos vehículos se cruzan en la carretera de asfalto, los conductores se solidarizan en su soledad con ráfagas de luces.

Otjivarongo es la capital de la comarca que lleva el mismo nombre, que significa tierra bonita en el idioma de los hereros, los primeros pobladores de la región, que fueron diezmados por los alemanes cuando intentaron oponerse a su colonización a principios de siglo. Sus descendientes viven en torno a las dependencias de las prósperas explotaciones ganaderas de los blancos.

A un lado y otro del camino, sobre los troncos de las acacias ondean los carteles electorales de la Alianza Democrática de Turuhalle (DTA), principal rival de la Organización Popular de África del Suroeste (SWAPO), el movimiento que se levantó en armas contra Suráfrica. Para la SWAPO, la DTA constituye la organización a través de la cual Pretoria pretende asegurar la continuidad de sus intereses tras la independencia. La DTA, por su parte, se considera la legítima valedora de los principios democráticos por la vía pacífica, frente a la violencia e intolerancia de las estructuras de tinte comunista de la SWAPO. Gran parte de los granjeros de Otjivarongo simpatizan con la DTA, a la que también son afines las tribus herero y nama.

Una furgoneta Toyota abandona la carretera de asfalto para tomar un camino de tierra batida hacia la derecha. La conduce un hombre blanco, rubio, de piel pálida y sombrero de ala ancha. En la parte trasera del vehículo al aire libre viajan sus trabajadores hereros Los hombres visten el traje de los domingos; las mujeres, sus trajes de corte victoriano y los chales de terciopelo de llamativos colores. Sólo hablan herero y afrikaner. Ante el vehículo aparecen modernas instalaciones que recuerdan los ranchos norteamericanos. Los corrales están vacíos. El jueves, tercer día de las votaciones, que finalizan hoy, había votado el 50% de los censados por la ONU.

Desde el amanecer se agolparon los vehículos de otros granjeros vecinos que también transportaban a sus empleados. Ahora el flujo ha disminuido. Las pizarras acompasan el calor tórrido de la tarde. "Es la hora de la siesta", explica con acento alemán un granjero para explicar que no haya cola. Entre los observadores de los partidos situados ante la mesa electoral colocada en una especie de garaje hay un representante de la SWAPO. Su partido ha denunciado como una maniobra partidista el que los granjeros lleven personalmente a sus empleados a votar.

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"La SWAPO ganará", afirma el representante sin sombra de duda. Junto a él, un representante de la DTA expresa sus preocupaciones. "Si la SWAPO pierde, habrá guerra; si gana, será el fin económico de Namibia", afirma. No lejos de él, la propietaria de una finca, llegada expresamente de Windohek para asegurar el voto de sus empleados, comenta: "Si nosotros no los trajéramos a votar, no vendrían jamás a las urnas; están muy lejos de sus casas, y aunque llegaran, no entrarían: demasiada gente extraña, demasiado ruido".

En un rincón de la sala un representante del Frente Nacional Namibio (NNF), una coalición de partidos de corte liberal, explica que su afiliación a dicho grupo se debe a que considera que es el más apto para defender los derechos humanos. ¿Y por qué no a la SWAPO? "No es un partido democrático, y además, dos de mis hermanos fueron a los campos de la SWAPO en Angola para unirse a su lucha. Nunca más volvieron. Probablemente los tomaron por espías y los desaparecieron".

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