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El fiscal pide a Francia el dinero incautado a ETA para indemnizar a las víctimas de Hipercor

El fiscal de la Audiencia Nacional se ha dirigido a las autoridades judiciales francesas para solicitar que entreguen los más de 900 millones de pesetas incautados a ETA con el fin de indemnizar a las víctimas del terrorismo, según explicó durante el juicio por el atentado contra los almacenes Hipercor de Barcelona, que ayer quedó visto para sentencia. Aunque el fiscal no hizo ninguna referencia al caso, la mayor parte del dinero incautado a los terroristas procede del pago por el rescate del industrial Emiliano Revilla.

El fiscal de la Audiencia Nacional confirmó su petición de 950 años de reclusión para cada uno de los miembros del comando Barcelona de la organización terrorista ETA Domingo Troitiño y Josefina Mercedes Ernaga, que durante la vista se han confesado autores de la matanza ocurrida el 17 de junio de 1987 y en la que murieron 21 personas y otras 44 resultaron heridas.Sin embargo, el fiscal de la Audiencia Nacional lamentó que el juicio no haya servido para nada desde el punto de vista de conseguir una mayor condena para los procesados. La máxima pena que se puede cumplir en España son 30 años, y por tanto, agregó, "cumplirán la misma pena por una muerte que por 21 o por 30".

Señaló también que se trataba de la mayor matanza terrorista ocurrida en España y afirmó que los miembros del comando Barcelona intentaron causar el mayor número de muertos posible, pues utilizaron el instrumento idóneo para ello, como era un explosivo similar al napalm. Rechazó que los procesados intenten ahora justificar su error tratando de culpar a las fuerzas de seguridad por no desalojar el edificio, porque, según manifestó: "El que empuja al precipicio a la víctima no puede alegar después que el fondo estaba muy bajo".

Llamadas de confusión

El fiscal destacó que las llamadas de aviso sólo causaron confusión, porque el desalojo era imposible y el explosivo no podía ser localizado. Por todo ello pidió que Ernaga y Troitiño sean condenados como asesinos.El abogado de las víctimas de Hipercor culpó a los etarras del "horrendo balance de un atentado que nunca tenía que haberse producido", y solicitó penas de cárcel similares a las pedidas por el fiscal. Precisó que la prueba evidente de que los terroristas nunca tuvieron voluntad de que se desalojara el edificio es que dejaron transcurrir una hora desde que colocaron la bomba hasta que realizaron la primera llamada de aviso. El letrado añadió: "No hay el más mínimo paliativo a su conducta".

No obstante, el acusador señaló que existe una duda racional sobre la eficacia de los dispositivos de seguridad, que eran competencia exclusiva de las fuerzas de seguridad del Estado.

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Funcionamiento deficiente

Tras señalar que le satisface que el fiscal promueva que el Gobierno francés remita los fondos aprehendidos a los terroristas para paliar los daños, puntualizó que, junto a la responsabilidad objetiva del Estado en casos de terrorismo, hay, sin necesidad de acreditar negligencia, una responsabilidad patrimonial, en razón del deficiente funcionamiento de los servicios públicos, para conseguir la reparación del daño causado.Cuando Txemi Gorostiza, uno de los defensores de los acusados, justificaba políticamente el atentado al señalar que el enfrentamiento entre ETA y el Estado dura ya 30 años y que hay que buscar una solución negociada, el abogado Jorge Argote pidió permiso para abandonar la sala por lo que entendía que era un mitin político. Su marcha fue aplaudida por algunas de las víctimas que se encontraban entre el público.

Txerni Gorostiza concluyó su intervención con la frase: "Las condenas no van a evitar que se produzcan actos similares".

Previamente, la sesión se había iniciado con los informes de los peritos químicos y de los expertos en desactivación de explosivos, que habían destacado que el artefacto estaba compuesto por 30 kilos de amonal y dos bidones de sustancias incendiarias cuyo efecto era similar al napalm.

Eso quiere decir que al efecto de explosión se unía el de incendio, de forma que el producto incendiario era lanzado en todas direcciones y se adhería a ropa, muebles y personas, y allí permanecía hasta que se consumía. Según los técnicos, la mezcla era muy dañina para las personas y su combustión despedía gases muy tóxicos, que, junto a la falta de oxígeno, producían la asfixia.

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