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Ricardo Font Blasco

Responsable de la predicción meteorológica

Era lo previsible. El jefe del Servicio Nacional de Meteorología, Ricardo Font Blasco, de 47 años, no podía ocultar ayer, tras sus maneras amables, un cierto recelo hacia la Prensa. Cuando las inclemencias del tiempo provocan desgracias, como ha sucedido esta semana, son muchos los que giran la cabeza hacia el meteorólogo para acusarle de no haber previsto con tiempo suficiente cuándo, cómo y dónde iba a descargar la fatal tormenta. "Soy plenamente consciente de esas acusaciones. A ese teléfono [y señala con la mano el que tiene encima de su mesa de trabajo] llama muchas veces gente airada".Su máximo interés reside en demostrar que toda predicción, por perfectos que sean los aparatos empleados y por mucho que el predictor ponga el máximo esmero en su trabajo, tiene un margen de error inevitable. "Le voy a poner un ejemplo. Poco antes de que se celebrara la final del Campeonato Mundial de fútbol de 1982, en el Santiago Bernabéu, predije que una tormenta remojaría el partido. Pues bien, en el campo no cayó una gota, aunque sí llovió en la plaza de Castilla" (situada a unos 500 metros del estadio). Se esfuerza por ser metódico y pormenoriza los tipos de predicciones (a muy corto plazo, a corto plazo y a medio plazo). Acepta que son las primeras las que mayor trascendencia pueden llegar a tener, porque muchas veces afectan a bienes y personas. "Las predicciones a muy corto plazo es lo que intentamos desarrollar primordialmente", subraya, no sin antes recordar que sólo en las horas inmediatamente anteriores al suceso pueden acotarse las áreas donde, por ejemplo, va a caer una gran tormenta.

La pulcritud de su traje azul y su clásico peinado están a tono con la exposición perfectamente ordenada que hace de los medios de que se dispone para predecir el tiempo. Primero, una buena red de observatorios, que informa con prontitud de cuál es la situación real. "Esto", subraya, "sigue siendo primordial para nuestro trabajo". Segundo, los datos que ofrecen los satélites. Y pronto, los de los radares que se están instalando por todo el territorio español. (Sobre el retraso en la instalación y puesta en funcionamiento de estos aparatos pasa sobre ascuas.) Con toda la información en la mano, "lo que tengo que hacer es el trabajo lo mejor que me sea posible", precisa, sin olvidarse de recordar que la predicción en España es muy dificil "por su peculiar situación geográfica". Tampoco duda en apelar al "ojo clínico" a la hora de reajustar los análisis.

A hacer esta referencia, tan alejada de los métodos que se enseñan en las universidades, quizá le dé derecho su condición de meteorólogo de nacimiento. Ricardo Font vio por primera vez la luz el 13 de mayo de 1942, en el observatorio de Izaña, "el más alto de España, al pie del Teide", precisa. Su padre, Inocencio Font, es una autoridad en la matería y desempeñó cargos relevantes en la Organización Meteorológica Mundial. "Después de jubilarse ha sumado tres libros más a los muchos que había publicado", explica el hijo con orgullo. Él empezó sus estudios universitarios en la Escuela de Ingenieros Industriales de Madrid, "pero me di cuenta", dice, "de que eran más fáciles en la facultad y me cambié". Después "me presenté a unas oposiciones y saqué el número uno".

Animado, vuelve a la predicción meteorológica. "Es un trabajo muy bonito. Resumiendo mucho, supone aplicar la lógica, el sentido común, a los datos que se tienen en la mano". Apliquemos esos criterios: ¿qué tiempo hará en Madrid el fin de semana? "Nubes y claros. Si se escapa alguna tormenta será por casualidad", responde decidido. Que el cielo le proteja.

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