Piloto automático
Sucedió hace unos días. Me desplazaba por motivos de trabajo entre dos ciudades de Castílla. No tenía prisa; además, no quería llegar tan pronto a mi destino. La carretera era recta y bien asfaltada; el coche, grande, moderno y confortable. Puse músicac lásica en el receptor y decidí no pasar de 90 kilómetros por hora. La conducción era monótona y relajante, parecía como si el coche llevara piloto automátíco. Transcurrió un tiempo, cuando me llevé la sorpresa de que estaba circulando por el carril contrario mirando por la ventanilla lateral cómo pastaba plácidamente un rebaño. El susto fue mayúsculo. Inmediatamente giré el volante, me puse a la derecha, apagué la radio y aceleré hasta conseguir la velocidad que yo creía conveniente. No hubo peligro, pues no tenía ningún coche delante ni detrás y era una inmensa recta. Cuando fui a llegar a la primera curva me desvié por un carni-
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