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Estudiosos de Wittgenstein de todo el Mundo, reunidos en la ciudad de Gerona,

El simposio conmemora el centenario del filósofo austriaco, -el próximo 26 de abril

ANA BASUALDO, El Simposio Wittgenstein celebrado en Gerona la pasada semana reune a estudiosos de la obra de Wittgenstein de todo el mundo: G. M. scombe, B. MeGuinness, Peter Geach, David Pears, Norman Malim, Eyke von Savigny, R. Bambrough, J. M. Terricabras, Ferrater ora, Ludovico Gemnonat y Eduardo Tugendhat. El simposio fue pa¡nado por la universidad Autónoma de Barcelona, la Secció Filosode l'Estudi General de Girona y el Ayuntamiento de Gerona han pasado por Gerona, suman -entre todos- más de 500 os, buena parte de los más ferrosos y legendarios especialistas en la obra de Wittgenstein e en el mundo son. Han llega de Cambridge, de Oxford, de elefeld, de París, de Pensilvaa, de Milán, de Berlín. Se le ía a Josep Maria Terricabras coordinador del invento- fépor haber conseguido reunir nto daguerrotipo vivo en su udad de Gerona, pero, tamen, ansioso, afanoso como una fermera benévola -no austriade geriátrico. Uno de los nvidados -quizá el más espedo: Paul Ricoeur- no pudo nir por culpa de un ataque de bitis. El simposio, sin embar, fue una fiesta, que fomentó como toda fiesta, y según la úsica que cada uno esperaba - comentarios por un lado nfales y, por otro, más o mefrustrados. En realidad, se ata, desde determinado punto vista, del mejor simposio posisobre Wittgenstein.

El primer paso de baile lo dio ¡ss Anscombe (así la llaman los nocedores del mundo Wittnstein), antigua discípula y una las albaceas del filósofo, que sarrolló minuciosamente el si¡ente enunciado: la teoría del nocimiento es la filosofía de la icología. Habló de la psicoloa como ciencia natural, de la amática considerada como lóca ("Wittgenstein llama gramáa a la lógica y, cuando nosos decimos lógica, queremos cir algo más"), de la diferencia tre una inferencia auténtica yun ruido vacuo. En dos ocasiones aludió a su contacto directo con Wittgenstein: "Una vez le pregunté..."; "rne dijo que el Tractatus no era una bolsa de trastos viejos, sino un reloj que no daba la hora exacta pero que sí daba alguna hora, que sí funcionaba" (refiriéndose a las dos famosas etapas de Wingenstein).'Cocina' del Tractatus'

Por la tarde, la música sonó al compás de Brian McGuinness, biógrafo de Wingenstein. Habló largamente, con increíble e irritante minuciosidad, de la cocina del Tractatus: las numerosas y variadas huellas -encontradas hacia 1965- de un proto Tractatus y hasta de un proto proto Tractatus. Toda la resma de papeles -apuntes, hojas sueltas, cuadernos, manuscritos, copias mecanografiadas, indicaciones epistolares a su hermano y a su apoderado acerca de qué hacer con todo aquello- que darían lugar al célebre tratado. Nomenclaturas cifradas -MS 101 (1914), MS 102 (1914-1915), MS 103 (1915-1916)- para las reflexiones que Wingenstein. escribía siendo soldado de la 1 Guerra Mundial, primero en la retaguardia y después en el frente más duro. Un despliegue de erudición verdaderamente espectacular: ¿útil? Según Ferrater Mora, que salió bostezando del aula, de nin gún modo. Aparentemente, no quedó una sola letra perdida, una sola coma sin clasificar, un solo borrón que no fuera necesario guardar en un relicario, comomechones de santo incorrupto. Pensar que, en uno de esos apuntes, Wittgenstein escribió: "Una palabra nueva es como una semilla fresca que se arroja al terreno de la discusión". Pero no había discusión, y mucho menos frescura. Aliviaba, al escuchar el relato de tanta pesquisa en borradores, acordarse que ese mismo material le sirvió a Bernhard para escribir su novela Corrección (el legado, la herrnana, la idea misma de corrección).

Inauguró la tarde de la última jornada José Ferrater Mora,quien, con la excusa de Wittgenstein, esbozó unas cuantas valoraciones de índole estética. Y concluyó así: "Esta conferencia apenas tiene comienzo y no acaba de tener un final, y, al menos en esto, es wittgensteiniana". Le siguió el italiano Ludovico Geumonat -un anciano refrescante-, quien dijo que, a través del pensamiento de Wittgenstein (que él introdujo en su país), "la filosofía italiana se convierte en acción, en penetración en el significado de las frases filosóficas y científicas".

Publicar sin refinar

A. B., Wittgenstein también escribió algo así como que lo que está muy escondido es difícil de encontrar. Y, en las páginas izquierdas de sus cuadernos de filósofo-soldado, Wittgenstein anotaba, en clave, comentarios íntimos, que McGuiriness se cuidó de mencionar, pero que Isidoro Reguera -traductor del filósofo en España- sacó a relucir en el debate. Ese material se publicó -informó Reguera- en 1985, como primicia mundial, en la revista Saber, de Barcelona. Y se publicará, este año, en la editorial Alianza. ¿Es lícito publicarlo? A McGuinness no le gustó la pregunta; tampoco le gusta que se publiquen "así, sin refinar". ¿Refinar quiere decir censurar? ¿Censurar los párrafos que se refieren al hábito poco filosófico de la masturbación? A los albaceas de Wittgenstein -católicos de comunión diaria- no les gusta que se divulguen tales vulgaridades. Dice Reguera al respecto: "No es eso lo que interesa; les puede interesar a los psicoanalistas o a los morbosos. Pero sí interesan los comentarios acerca de su trabajo, de la nueva orientación que van tomando sus pensamientos, orientación ética y religiosa. A través de ese material, se puede seguir mejor la genealogía de su obra. Habla también de su vivencia de la guerra, de su experiencia directa de la muerte y de su rélación con Dios. Wittgenstein tomó la guerra como una prueba de fuego de su carácter, porque él pensaba -así se lo dice en una carta a Russell- que para ser un buen lógico (un buen filósofo) hay, nmero, que ser un hombri Este es un buen congreso , pero encuentro que falta ese aspecto -el ético- de su obra. La base ética -la decencia, la veracidad- es muy importante en Wittgenstein".

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