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ECOLOGÍA

Espectacular regeneración de las Tablas de Daimiel

El plan de regeneración hídrica del parque nacional de las Tablas de Daimiel, unido a las favorables condiciones meteorológicas de este año, no sólo ha posibilitado la recuperación del hábitat, sino que se ha alcanzado un nivel de crías tan espectacular que habría que remontarse 10 años atrás para encontrar algo parecido.

La directora conservadora del parque, María Jesús Sánchez Soler, señaló que se han contabilizado 2.500 parejas de ánade real, 1.200 de pato colorado, entre 1.000 y 1.500 de fochas y 1.000 de porrón común, entre otras especies.

La vuelta al parque del pato colorado -que hacía años que no criaba en él, pese a que las Tablas siempre han sido la reserva más importante de Europa occidental de esta palmípeda-, así como de otras especies, como la garza imperial, supone, a juicio de Sánchez Soler, "un importante evento en un parque nacional que vuelve a recuperar su potencial de una forma mucho más rápida y espectacular de lo que nosotros mismos nos habíamos propuesto".

Aunque las zonas encharcadas del parque -que durante la primavera alcanzaron 1.800 hectáreas, de las casi 2.000 que tiene el paraje- se redujeron en el mes de agosto a 500, las lluvias de finales de verano han permitido aumentar el humedal hasta 900 hectáreas y que el río Giguela, auténtica alma del parque, vuelva a correr sin necesidad de aporte del trasvase Tajo-Segura.

Sánchez manifestó que, si el tiempo continúa siendo benigno, no será necesario hasta la primavera acudir a la derivación de caudales procedentes del trasvase. De éstos, sólo se han utilizado hasta ahora 12 hectómetros cúbicos, del total de 60 que el Consejo de Ministros autorizó para un período de tres años.

Milagro

La recuperación del parque nacional de las Tablas de Dalmiel ha sido calificada por diversos responsables del medio ambiente como "auténtico milagro". La desecación de 1974 de las márgenes del Guadiana para su aprovechamiento agrícola, unida a la sequía de principios de la década de los ochenta y los diversos incendios importantes, varios de ellos provocados, que ha sufrido el parque, hicieron que el paraje se convirtiera en una zona árida donde unos pocos patos luchaban por su supervivencia en los escasos charcos que se formaban de manera artificial.El estudio de viabilidad coordinado por el Instituto Geológico y Minero ha permitido que la flora se haya recuperado de una forma espectacular y que los carrizos hayan vuelto a brotar con fuerza tras el enorme incendio de septiembre de 1986, en que la práctica totalidad del parque quedó arrasada. Por otra parte, algunas especies que no se veían por la zona en los últimos 20 años han vuelto a nidificar y sus crías han salido adelante con éxito.

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