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Las editoriales españolas multiplican sus colecciones de ficción científica

Pocos autores españoles cultivan el género, dominado por los escritores anglosajones

Últimamente se están multiplicando las colecciones de ficción científica. Una serie de editoriales españolas está apostando fuerte por un sector de la edición que muchos prejuzgan de lireratura menor y que, sin embargo, cuenta con figuras emblemáticas como Isaac Asimov, Ray Bradbury, Kurt Vonnegut y, más recientemente, Ballard, Dish o Spinrad. Al margen de las casas editoriales que han cultivado habitualmente el género -como se da el caso de Martínez Roca, Edhasa o Acervo-, otras han inaugurado nuevas colecciones, en las que faltan, inevitable y lamentablemente, autores españoles.

Hasta hace poco, la ficción científica era una colección limitada a unas cuantas editoriales, como Martínez Roca, Edhasa, Acervo, siendo considerado un género menor por el resto de los titanes de la edición. Alianza no la tiene concebida como colección intrínseca Planeta, tampoco, y abundan las editoriales conocidas que le han dedicado una atención menor. Pero algo está cambiando en ese mapa de situacion. Alianza se ha arriesgado con Stanislav Lem; Planeta ha publicado alguno más, han irrumpido con fuerza nuevas colecciones, otras están por echarse a la calle, y se prevé un boom en el sector para finales de este año e inicios del próximo. Eso ha incidido en que algunas editoriales modifiquen ya de antemano su estrategia de mercado "Para el próximo año futuro vamos a bajar la tirada porque se va a producir un auge espectacular de títulos en ese terreno", precisa Miguel Barceló, director de la colección Nova, de Ediciones B.De las nuevas colecciones que han surgido este año, es precisamente la de Miguel Barceló la que destaca por la selección cuidadosa de sus autores la meticulosidad de sus traducciones. Su director tiene fama de ser partidario de la hard (ficción científica dura), imputación que matiza: "Soy de los pocos aficionados que aprecian la ficción científica dura. Ahora bien, he procurado ser lo más ecléctico posible". Por lo general, la ficción científica dura está menos de moda en cuanto que exige mayor esfuerzo por parte del lector. Se trata de la rama fundacional -con los robots androides, las naves espaciales, etcétera-, con una base documental muy rigurosa, muy técnica, con datos de la NASA incluso. Es la más difícil de traducir, y ese hecho la ha convertido en el talón de Aquiles de la difusión del género en España.

La mayor parte de los factótums del género proceden de Estados Unidos y del mundo anglosajón. Nombres como Isaac Asimov, Ray Bradbury o Kurt Vonnegut, en lo que a maestros fundadores respecta, se han convertido en autores consolidados. A ésos habría que añadir un buen contingente de cultivadores del género, en sus distintas modalidades de eco-ficción, mito-ficción, neuro-ficción, parano-ficción, ero-ficción, etcétera: Clarke, Spinrad, Simak, Zelany, Farmer, Sturgeon, Aldiss, que hemos tenido la suerte de ver traducidos al español. Pero quizá un factor de peso que ha contribuido a difundir más el interés por el género lo constituye la adaptación cinematográfica de algunas obras (ha sucedido con Ballard o Franck Harris). Tienen éxito. Se venden.

La tirada media de las editoriales de siempre sigue manteniéndose en 4.000/5.000 ejemplares, cifra que se eleva ligeramente en el caso de nuevas colecciones, promovidas por otras editoriales que en este caso se arriesgan, con buenos autores y teniendo en cuenta la amplitud y prolijidad temática del género. La colección Nova, de Ediciones B., que empezó este año a funcionar, sacó una primera tirada de 8.000 ejemplares: ya van por las segundas reediciones. La colección Cronos, de Destino, hizo una tirada prudente de 4.000 ejemplares: han tenido que reeditar los últimos títulos.

Sin marcianos

La colección de Minotauro ha incluido en su catálogo narraciones literarias de Italo Calvino o Gore Vidal con ingredientes de ficción científica. "Hasta hace unos años, la ficción científica eran los marcianos, Flash Gordon, Tarzán", explica Domingo Santos, que dirige la colección de Ultramar. "Ahora lo que se lleva es la ficción científica fantástica o la narración con fondo científico o la fantasía", señala Barceló. "La una es una digresión en la que se pide verosimilitud y racionalidad, la otra es todo lo contrario... Yo lo que quiero es una literatura de ideas con un soporte literario"."A mí lo que me interesa, por ejemplo, es cómo será el mundo dentro de 50 años", comenta Domingo Santos, que aparte de autor ha sido también el director de la colección de bolsillo que editó el pasado año la editorial Orbis. "Los autores españoles no hemos inventado nada", subraya Santos, "siempre ha habido y habrá referencias a obras anteriores... Sin embargo, lo que se intenta es no copiar la ficción científica norteamericana. En cuanto a trabajo, para desarrollar un tema necesito una base documental sólida, a la que deberé adaptar un desarrollo lógico".

Gabriel Bermúdez Castillo, Javier Redal/José Luis Aguilera, Andreu Martín ocasionalmente, son otros de los escasos escritores españoles que han logrado acceder a la publicación, y con tiradas idénticas a las de sus congéneres extranjeros: 5.000/6.000 ejemplares. Según Santos, son pocos los editores nacionales que se atreven a publicar autores locales.

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