_
_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una vista singular

LA RECIENTE visita del primer ministro Karoly Grosz a Madrid ha tenido un carácter muy distinto a las realizadas hasta ahora a nuestro país por otros dirigentes del Este de Europa. El especial clima de comprensión que ha rodeado el viaje se ha visto favorecido, en gran medida, por el interés que los dirigentes húngaros han mostrado por el caso español, como una experiencia que puede ayudarles en sus reformas económicas y políticas. Al admitir -y destacar- ese paralelismo entre la transición española y los cambios iniciados en su país, Grosz subraya hasta qué punto las concepciones del reformismo húngaro están en varguardia de lo que ocurre en otros países socialistas europeos.Los viajes de Grosz, hace unas semanas a Washington, Londres y Bonn, ahora a Madrid y París, se producen en un momento en que su política de reforma choca con resistencias conservadoras en sectores de la dirección húngara, por no hablar de lo que sucede en otros países del Este, anclados unos en el inmovilismo, mientras en otros las tendencias reformistas sufren quebrantos y retrocesos. Frente a los que rechazan la reforma invocando los costes sociales que acarrea, Grosz encuentra en el ejemplo español la prueba de que una reconversión industrial hecha con decisión puede ser el único camino para sanear y modernizar el aparato productivo. El último viaje oficial del anterior ministro de Industria español, Luis Carlos Croissier, fue precisamente a Budapest, en donde explicó el duro camino de la reestructuración del sector industrial.

Pero el paralelismo entre los casos húngaro y español es extendido por los dirigentes húngaros al terreno político. Buscan semejanzas entre el paso de España de la dictadura a la democracia y lo que ahora Hungría intenta hacer. Se trata de una actitud inimaginable hace apenas unos años, porque de facto supone asimilar el sistema comunista vigente a una dictadura fascista. Audacias así sólo se producen en un momento en que se hunden muchas concepciones tradicionales, en Budapest y también en Moscú. Sin embargo, la apertura húngara no llegará hasta permitir la existencia de varios partidos; una nueva ley legalizará asociaciones de diverso carácter, pero sin tocar por ahora al monopolio del partido comunista.

No es casual que el viaje del primer ministro húngaro haya tenido lugar en vísperas de que nuestro país ocupe la presidencia de la Comunidad Europea. La CE ha entrado en una fase de relaciones más activas con el Este, y en ese marco, Hungría atribuye gran importancia a la titularidad española en Bruselas, con la esperanza de que ayude a una mejor comprensión de su situación específica. El desarrollo de la cooperación económica con Occidente es decisivo para la reforma húngara, que tiene como principales problemas la deuda externa, las inversiones y la renovación industrial. Lo que ocurra en Hungría tiene significación para el futuro del continente, porque si la reforma fracasa se reforzarían las tendencias conservadoras en otros países del Este y se pondría en causa el objetivo de una Europa donde prevalezca la cooperación en lugar de la confrontación permanente.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_