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Crítica:AVA GARDNER, UN MITO ERÓTICO EN T. V. E.
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

¡Ave, Ava!

Con nosotros va a estar una de las bellezas femeninas más turbadoras del cine durante 17 semanas, 17 martes, sustituyendo en ciclo a otro sex symbol, en este caso masculino, de belleza no menos turbadora: Paul Newman. La calidad del ciclo se medirá nuevamente por específicos puramente físicos. Se trata de pegar una buena jabonada al mito, al divo, al dios -o la diosa- de las pantallas. No todo va a ser alta cocina en este repaso sensual a Ava Gardner, que también hay bocadillos de mucha miga y poca chicha. Pero como la chica es la chica, vaya nuestra bendición al ciclo tout court.Desde su atalaya del retiro londinense -a menudo la hemos visto en fotos pasear plácidamente su perro por Hyde Park-, Ava del paraíso, sesentona, debe contemplar su tránsito por este mundo de celuloide con la misma distancia e ironía con que Buñuel se despanzurra de risa desde ahí arriba, desde el cielo de su infierno. Mundo de celuloide hemos dicho, el único que habría de movilizar nuestras sensaciones ante ella.

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Para empezar, buen cine negro

Pero no es así. Antes rigen otros códigos. Por ejemplo, desmenuzar los entresijos de una pasión ardiente por la que han transitado todos los tamaños y volúmenes. Matrimonios con Mickey Rooney, Frank Sinatra, Artie Shaw y escarceos con Howard Hughes y los toreros Mario Cabré y Luis Miguel Dominguín. Para saber qué hay de verdad sobre todo ello, o qué hay de mentira que se hace verdad por el simple hecho de inventariarse en libro, acúdase a la biografía de Roland Flamini, publicada en 1983, cuando todo era pasado vestido por el terciopelo de la mitología. Y mitología convenientemente acentuada por estos predios, donde revolotearon las olas de Tossa y la Costa Brava y sus cenas con Cabré en el Siete Puertas a propósito de Pandora y el holandés errante, y, con motivo de las noches madrileñas de 55 días en Pekín, su pasión -dicen que excesiva- por el aguardiante de Chinchón. Todo eso, y mucho más, es el extracto extracinematográfico de Ava Gadner. Por el cinematográfico sucumbieron estatuas de virilidad tan bien esculpidas como Burt Lancaster -en Forajidos- o Clark Gable -en Mogambo-. El ciclo que TVE inicia hoy sobre su figura -de la que ya hubo en el anterior, en el de Paul Newman, un avance significativo: El juez de la horca- nos trae lo mejor y lo peor de su cosecha, pero este último capítulo fácilmente se compensa por su magnetismo y su acento erótico, siempre en vanguardia.

Tras su vis depredadora de Forajidos, título de oro, el desfile lo engalanarán 16 títulos: Venus era mujer -y era ella-, Mundos opuestos, El gran pecador -genial cacofonía-: Peck pecaba-, Odio y orgullo, Magnolia -título en flor para Show boat-, Estrella del destino -Gable devorado por Ava corno aperitivo mogambiano-, Las nieves del Kilimanjaro, Una vida por otra, la ya con ésta tres veces mencionada Mogambo, La condesa descalza, Fiesta -todo el ciclo en realidad lo es-, La maja desnuda, La hora final, The angel worered, 55 días en Pekín y Terremoto. Se echan de menos cumbres como Pandora y el holandés errante o La noche de la iguana, pero el recorrido cumple su función: volver a uno de los mitos eróticos más imperecederos del séptimo arte.

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