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La Administración ve con inquietud las serias dificultades financieras de Marconi Española

Marconi Española, SA, la filial de Standard Eléctrica traspasada en el verano de 1987 a Julián Sancristóbal, ex director general de la Seguridad del Estado, ha vuelto a entrar en una situación financiera límite como consecuencia de la progresiva degradación de sus disponibilidades de caja y ante la práctica imposibilidad de acceder a créditos en el mercado. La situación de Marconi —que perderá este año 1.000 millones de pesetas— ha comenzado a inquietar en medios de la Administración, donde una nueva crisis de la sociedad sería considerada como un escándalo político.

Todo lo relacionado con Marconi Española en los últimos años ha estado rodeado de misterio y zozobra. Alcatel-Standard Elécrica pagó 2.500 millones de pesetas por desgajar la empresa del antiguo grupo IIT España. Tras un confuso anuncio de acuerdo, en junio de 1987 la compañía aparecía como propiedad de la gestora Prodenesa. Más tarde, el titular del 90% de Marconi pasaba a ser el propio Julián Sancristóbal a título personal. Aquella compraventa —insuficientemente explicada a la opinión pública— contó en su día con el apoyo jurídico de los más reputados abogados del bufete Estudio Legal, transferidos luego al staff ejecutivo de la empresa de defensa.

La nueva situación accionarial de Marconi Española se consolidó al convertir el propio Julián Sancristóbal los 2.500 millones de pesetas aportados por Alcatel en capital. Hasta entonces, esta cifra figuraba en libros como una partida deudora de Marconi al antiguo responsable de la Seguridad del Estado, según las fuentes consultadas. Así, Sancristóbal pasó de acreedor a propietario mediante una ampliación de capital a la que acudieron también, en su parte correspondiente, Inisel, subsidiaria del Instituto Nacional de Industria (INI) y titular de un 5%; y la empresa de telecomunicaciones Amper, vinculada a Telefónica y dueña del otro 5%.

A partir de esta operación, y con las cuentas a cero, el nuevo equipo gestor de Marconi comenzó a trabajar tanto en la reestructuración del personal de la sociedad, como en la mejora de su cartera de pedidos, de pendiente en gran parte de departamentos de la Administración vinculados a las anteriores ocupaciones de Sancristóbal. Estas acciones constituían un paso previo para una posterior enajenación de Marconi, en la que se avizoraban jugosas plusvalías.

Sin embargo, la evolución del negocio de la empresa ha experimentado graves desviaciones respecto a las expectativas marcadas por su equipo gestor.

Los socios minoritarios

Los problemas surgidos a la hora de aligerar las plantillas, y la deficiente evolución de las actividades comerciales de la empresa en los últimos meses, han colocado nuevamente a Marconi en una situación tilda da de límite por alguno de sus socios, que en las últimas semanas habría barajado incluso la posibilidad de abandonar su participación en la empresa. La salida de los minoritarios, sin embargo, ha sido desaconsejada de momento ante la delicada situación de la compañía.

El futuro de la empresa ha comenzado, además, a inquietar a la propia Administración, indirectamente vinculada al futuro de Marconi tras la rocambolesca operación de venta realizada en junio del año pasado.

Marconi perderá al término de este año unos 1.000 millones de pesetas, cantidad directamente imputable a su patrimonio neto, que roza en la actualidad los 1.900 millones. El cuadro financiero de la sociedad se complica además por sus dificultades a la hora de encontrar financiación externa en el mercado. Esta situación, queman tiene a la sociedad prácticamente limpia de deudas, ha obligado a sus gestores a proceder a un drenaje continuo en sus disponibilidades de caja, el verdadero pulmón que ha venido permitiendo la supervivencia de la sociedad desde su venta.

Una de las partidas que más está incidiendo en la descapitalización de Marconi son los gastos de su plan de reestructuración, que ha experimentado importantes retrasos. Marconi Española ha de hacer frente a la nómina de 730 personas, de las que sólo 446 están en actividad. A esta cifra han de agregarse, además, los costes de las 320 prejubilaciones aprobadas en planes de viabilidad anteriores.

En el plano comercial, la sociedad ha conseguido en lo que va de año contratos públicos por valor de 714 millones de pesetas, lejos de sus previsiones iniciales.

La debilidad de la demanda se interpreta como una falta de cumplimiento en el pacto de caballeros alcanzado entre la empresa y la Administración tras el desembarco de Sancristóbal, y refleja desviaciones sobre el volumen de negocios previsto por la sociedad no sólo para 1988, sino también para 1989, 1990 y 1991. Pese a ello, Marconi conserva un alto nivel de exportaciones gracias a su participación en programas internacionales.

Otro de los factores previstos en el plan de viabilidad de Marconi, la venta a un socio multinacional capaz de afianzar el negocio a medio plazo, permanece congelado desde hace meses como consecuencia de las dificultades surgidas para el reflotamiento de la sociedad como de la necesidad de "sintonizar" esta operación con la ambiciosa remodelación de toda la industria española de la defensa.

Así las cosas, medios del INI, de la propia Inisel y de Amper han dejado entrever en las últimas semanas su preocupación ante el futuro de la sociedad. En el mismo sentido, fuentes próximas a la gestión de Marconi han hecho hincapié en la necesidad de que "todas las partes [implicadas en el plan de reflotamiento de la empresa] cumplan los compromisos acordados en su día" como un elemento "imprescindible" para llevar adelante el reflotamiento de Marconi Española.

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