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Viejas espadas, viejas pistolas

En las postrimerías del ocioso estío ha regresado a mí este año, por dos vías distintas -la pantalla de televisión y la página impresa-, un poema de Antonio Machado que desde hacía tiempo estaba ausente de mi ánimo: el soneto A Líster, jefe en los ejércitos del Ebro. El poema, y también la persona viva, pero ya un tanto fantasmal, del propio Enrique Líster, convocado a ese programa, El perro verde, donde Jesús Quintero, un perro verde él mismo, presenta con singular tino y delicado tacto rarezas diversas de entre tantas como el entorno social alberga y disimula. Hay, en efecto, muchos perros verdes en todas las variedades de la raza canina, y este sensible y, nada cruel perrero de las ondas destaca semana tras semana en su excepcional programa desde mínimos gozquecillos falderos hasta pesados sanbernardos. En aquel día del pasado verano trajo a la luz un magnífico ejemplar de pastor alemán: el general Líster en vigorosa ancianidad, tratándolo con el respeto debido. Y, como adecuada obertura a la entrevista, hizo que los espectadores oyeran recitar un poema de Rafael Alberti y el soneto de Machado. Al día siguiente llegaba a mis manos, coincidencia feliz, el recién publicado libro de otro poeta: Leopoldo de Luis, homenaje en Ejemplo y lección a la figura de don Antonio, donde el lector encuentra un excelente estudio del soneto a Líster.Bien venido sea este estudio, pues el soneto no había tenido hasta ahora la recepción crítica que merece, y hasta el propio Leopoldo de Luis se cree en el caso, para hacerle justicia, de casi disculparlo como "obra de circunstancias". Así como mucha gente abusó del nombre del poeta para convertirlo en santo patrón de causas políticas durante un tiempo en que ellas necesitaban cobertura, por otro lado se relegaban -y siguen relegándose- al apartado vergonzante de "poesías de guerra" varias de las más intensas y mejor logradas expresiones líricas del último Machado. Escribe el comentarista: "Hay un soneto dedicado a Enrique Líster, jefe militar del Ejército republicano, que puede parecer -por su destino- el mas comprometido y el más forzado. Es también una de las últimas piezas que escribió el poeta, y merece, por unos y otros motivos, un comentario. Es obvio que ciertos escritos de circunstancias no pueden juzgarse sin tener en cuenta el contexto donde se integran". Inútil justificación. La poesía de circunstancias, sean éstas cualesquiera, puede ser pésima; pero -aparte de que, en el fondo, toda poesía es de circunstancias- de circunstancias fueron las Coplas de Jorge Manrique a la muerte de su padre, el llanto de García Lorca por Ignacio Sánchez Mejías y el poema del propio Machado sobre el asesinato de García Lorca. De circunstancias fue, aunque mucho menos grave, la oda A la flor de Gnido, donde Garcilaso intercede ante la desdeñosa dama para que conceda sus favores eróticos a un amigo, tercería que constituye un hito indispensable en la historia de la literatura española. Y qué decir de Lope de Vega, cuyas mejores piezas fueron no por cierto sus dragonteas y angélicas, sino los maravillosos sonetos enderezados a recabar semejantes favores de mucho menos encumbradas hembras.Después de tan innecesaria precaución, el comentarista se aplica a resaltar la calidad acendrada del poema a Líster. No he de incidir yo por mi parte en el análisis que él ha hecho de manera satisfactoria. Declararé tan sólo que el soneto en cuestión me ha parecido siempre obra perfecta, dentro, sí, de la tradición retórica de los grandes clásicos, pero -como toda auténtica poesía- infundiendo desde luego en los módulos de esa tradición la absoluta originalidad de una expresión personal y única. Detrás de él se encuentra el tema de las armas y las letras, sometido a una radical renovación. (Si mi pluma valiera tu pistola de capitán, contento moriría.) El cambio de la espada por la pistola (ya años atrás había aclarado el maestro Mairena, tan adverso a la retórica superficial, que "las viejas espadas de tiempos gloriosos" son las de "aquellos tiempos en que esas espadas no eran viejas") es solamente un detalle, aunque significativo. Lo importante es que todo el poema vibra de muy hondo y genuino sentimiento, y en tal sentido cabe afirmar que es "comprometido" -comprometido a fondo con la poesía, no con la política.

¿Por qué, entonces, habrá tenido tan mala fortuna crítica? "Por qué ahora tiene que buscarle disculpa quien quiere ponderar sus quilates estéticos? Probablemente -pienso- por la misma razón que ya los tiempos gloriosos de las viejas espadas -o, para el caso, de las viejas pistolas- no son los de hoy; la misma razón de que el destinatario del poema sea ya en su noble ancianidad un perro verde, y no aquel héroe militar en una guerra justa (lucha santa) que mereció la admiración -igualmente noble, desprendida, generosa- del gran poeta... Enrique Líster fue en su momento, él sí, un verdadero caudillo, capaz de concitar por la virtud del mero ejemplo, por la sola fuerza de la autoridad moral, la obediencia, la abnegación y la disciplina en aquel su Quinto Regimiento, núcleo primario del ejército popular que nacía de las milicias voluntarias en un conflicto armado donde -así lo sentíamos todos- estaba en juego la suerte no sólo de España, sino -como en seguida se comprobaría- del mundo entero. Después de aquel momento, durante el curso de la guerra generalizada, Líster seguiría en campañas europeas, fiel a su vocación, y hoy, pasados tantos años, su lealtad podrá parecer un anacronismo; hoy, el soneto en que Machado quiso enaltecerle produce una cierta sensación de vago malestar. Hoy ¡se es tan avisado! ¡Se está tan por encima de ciertas cosas!

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