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El teatro de la 'perestroika' llega a Francia

Anatoli Vasiliev presentó en Aviñón su montaje de 'Seis personajes en busca de autor'

Los soviéticos están de moda en Aviñón y en los demás escenarios de Francia. "L'engouement [entusiasmo, capricho, admiración] pour les soviétiques est en passe de remplacer la fólie espagnole". escribe Colette Godard (Le Monde, 21 de julio) a raíz de la llegada a Aviñón, para el festival de teatro, de Anatoli Vasiliev. Vamos, que la perestroika se está zampando la movida. Pues, la verdad, de movida, en Aviñón, rien de rien: ningún autor español, ninguna compañía española en la programación del festival.

Que los rusos están de moda en Aviñón y en los demás escenarios de Francia, de eso no cabe ninguna duda. A la presencia de Vasiliev y Oleg Tabakov en el festival, hay que sumar la programación de puestas en escena de Oleg Efremov (Teatro de Arte de Moscú), Lev Dodin (Teatro Maly de Leningrado), luri Eriomin y Anatoli Vasiliev en el Festival de Otoño de París, que se inicia el próximo 27 de septiembre, puestas en escena de las obras de autores rusos, de Chéjov a Victor Slavkin, en lengua rusa. Además de éstos y de otros espectáculos, las publicaciones teatrales y las culturales en general van repletas de Información sobre el actual teatro soviético. En el mismo Aviñón se han celebrado nada menos que media docena de debates sobre dicho tema, sobre el teatro de la perestroika.Cuando el periodista (JeanLouis Enzine, en Le Nouvel Observateur) le pregunta a Anatoli Vasillev si se considera el astro ascendente del teatro soviético, éste, burlón, le responde. "No soy más que un pequeño astro arcaico y extenuado, brillando con pálida luz sobre la perestroika

Un pequeño astro de 46 años que realizó su primer trabajo teatral a los 19: una adaptación, con música y dirección propias, de Los emigrados, una novela de Anatoli Kuznesov. Sus actores eran casi todos discípulos de Stanislavski: el más joven tenía 70 años. De ahí, tal vez, lo de astro arcaico y extenuado. Vasiliev era un chico que estudiaba química orgánica en la universidad y practicaba la esgrima. Pero le tiraba más el escenario. Total, que dejó la química y la esgrima para dedicarse al teatro.

Pronto se ganó una reputación de enfant terrible -"Vasiliev sólo hace caso a sus propias ideas". tituló un peródico soviético-, todo lo terrible que se podía ser en los años de Breznev, en los que la alternativa teatral era la siguiente: o bien se hacía la propaganda al régimen, o bien se hacía una contra-propaganda descafeinada, desprovista de audacia y de motivación artística. Como dice Vasillev, había que escoger entre la nada y la mediocridad". Vasiliev prefirió el silencio.

Talento

En 1981 recibe una invitación de Yuri Liubimov para instalarse en la Taganka. Allí crea su espectáculo El aro, un texto de Victor Slavkin (que podrá verse en Bobigny, París, del 6 al 19 de diciembre), el cual confirma su talento teatral. Vasiliev es famoso, pero sus espectáculos son minoritarios y encuentran constantes trabas por parte de la Administración.

Con la llegada de Gorbachov, la situación mejora sensiblemente. Vasiliev recibe un pequeño teatro, un estudio, donde albergar su teatro-escuela (Escuela de Arte Dramático de Moscú), su compañía de actores-alumnos, y donde ofrecer sus espectáculos. Y además se le permite salir al extranjero. Vasillev empieza a ser famoso en Europa.

El pequeño astro arcaico y extenuado empieza a convertirse en el astro ascendente del teatro soviético, en la embajada teatral de laperestroika. Ajeno a estos plantemientos, ajeno y burlón, Vassiliev es cauto en sus manifestaciones. Además de decir que la perestroika empezó a ganarse contra Breznev, repite constantemente que le libertad, la poca o mucha libertad, según se mire, de que ahora gozan los rusos, es algo que éstos tienen que aprender a vivir. Al margen de esto, Vasiliev es un hombre de teatro que se define preocupado exclusivamente por cuestiones estéticas, las mismas, dice, que preocupan a sus compañeros. En su tímida libertad, en su aprendizaje de la misma, parece no tener cabida la frasecita -la hemos oído ¡ya! pronunciar a unos rusos en Aviñón- de "contra Breznev vivíamos mejor".

Vasiliev y su Escuela de Arte Dramático de Moscú han presentado en Aviñón una versión libre, libérrima, de Seis personajes en busca de autor, de Pirandello. Para algunos teatrólogos bien intencionados, Vasiliev se ha permitido el lujo, el lujo y la osadía, de echarse un pulso con el siciliano. Cosas, dicen, del enfant terrible. Pues no, señores, no es así.

Lo que Vasiliev ha hecho es coger el toro por los cuernos, enrollar a esos seis personajes -y los que cuelgan; cerca de treinta intérpretes- en un telón mágico, un telón que lo mismo sirve parajugar al escondite que de mortaja ocasional, y convertir al clásico y a sus inquietantes criaturas en una parábola en la que pueden identificarse esos 250 millones de soviéticos en busca de autor, en busca de una verdad, tan ambigua como se quiera. Y lo ha hecho con un alarde de imaginación, con un brío, con una inteligencia -y qué actores- que dejan turulato. Tiempo habrá para volver sobre este espectáculo que podría verse en España el próximo año. Andreu Morte, director del Mercat de les Flors, está en tratos para traerlo a Barcelona a principios de febrero y Ariel Goldenberg, uno de los responsables del festival de Madrid, que ya lo vió en Moscú, podría muy bien añadirse a la jugada.

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