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El recelo inicial del Papa hacia los religiosos está cambiando, según el superior de los salesianos

Juan Arias

Franciscanos, salesianos y hermanos de San Juan de Dios, entre las órdenes religiosas de vida activa, minimizan las tensiones habidas entre la Santa Sede y los religiosos en relación con las finanzas vaticanas, sus propias normas internas y las vías de evangelización. "Juan Pablo II procede de una pastoral de tipo apologético" dice Egidio Viganó, rector mayor de los salesianos, "y además tiene una inclinación personal a la contemplación". "Nosotros le hemos subrayado la necesidad de una mayor encarnación con los problemas concretos de los hombres, y creo que, después de haber escuchado mucho, va aprendiendo y está cambiando su recelo inicial hacia los religiosos".

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¿Es verdad que existen incomprensiones entre el Papa polaco y los religiosos?, ¿que sigue habiendo tensiones entre los superiores mayores para la aprobación de las nuevas constituciones y las congregaciones romanas?Egidio Viganó, salesiano elegido séptimo sucesor de san Juan Bosco en marzo de 1984, relaciona estas fricciones a la personalidad del actual Papa. "He podido constatar", dice, "que en las reuniones con los superiores generales insistía siempre en el aspecto contemplativo y místico de la vida religiosa, y nosotros no sentíamos bien enfocados los problemas que el Concilio nos había planteado sobre todo a los religiosos de vida activa. Nosotros le hemos subrayado lo del cambio de cultura, la necesidad de una nueva evangelización, de una mayor encarnación con los problemas concretos de los hombres, y creo que, después de varios años y tras haber escuchado mucho y tomado muchos apuntes, va aprendiendo y está cambiando su recelo inicial hacia los religiosos".

"Según nuestra impresión, tras muchas horas de coloquio con el Papa", continúa el padre Viganó, "Juan Pablo II procede de una pastoral de tipo apologético, y además tiene una inclinación personal a la contemplación. Hace poco, en Úbeda, me decían que en su juventud Wojtyla quiso hacerse carmelita y que su padre espiritual se lo desaconsejó".

Perder privilegios

El Concilio Vaticano II "fue, probablemente, el más importante de la historia", dice fray Pierluigi Marchesi, prior de la orden de San Juan de Dios, que tiene a su cargo 1.800 hospitales, "pero precisamente para serle fiel a fondo deberíamos estar dispuestos a perder no pocos privilegios y seguridades"."Todavía no hemos abandonado nuestra cultura envejecida, ni hemos tenido el coraje de preguntarnos si las órdenes y congregaciones deben existir hasta el juicio final y si algunas de ellas no deberían, por tanto, desaparecer", prosigue fray Marchesi. "Yo mismo me pregunto si nosotros deberíamos seguir presentes en algunos hospitales supermecanizados, donde no nos queda espacio para acoger al enfermo como persona y dialogar con su humanidad dolorida, donde se recibe en consigna sólo el cuerpo y no ya toda la persona con su bagaje de problemas".

Fray Marchesi dice que "es duro trabajar con los que sufren" y que no se puede hablar de cambio cuando se continúa enseñando en los seminarios "a perdonar los pecados del hombre, pero no cómo este hombre está hecho dentro", y añade: "El Papa ha hablado de una cultura nueva de la sanidad, pero me temo que se trate sólo de palabras, si después a los futuros religiosos no se les prepara para vivir con los hombres. Llevo trabajando 45 años en los hospitales, y querría morirme antes de que se conviertan en otras tantas cárceles peligrosas".

Dice el prior de los hermanos de San Juan de Dios que "para un médico extirpar un pecho a una mujer puede ser algo muy sencillo y normal, pero no sé si se da cuenta del drama que esa mujer, saliendo del hospital, podrá arrastrar para toda la vida. ¿Quién prepara su corazón para ello?".

Y hablando del Papa, fray Marchesi dice que durante una vida les habían enseñado en la orden a estar "cerca" del Papa, mientras que hoy hay que estar "con" , es decir, compartir con él las responsabilidades.

En general, los religiosos prefieren distinguir hoy entre el papa Juan Pablo II y una parte de la curia romana. La misma actitud de los religiosos que piden mayor transparencia en las finanzas vaticanas parece ser que ha gustado más al Papa que a ciertos cardenales responsables de dichas finanzas, que temen como un control de los religiosos.

"El Papa, cuando nos habla de pobreza", ha dicho el padre Vaugh, prior de los franciscanos -que se parece hasta físicamente al poverello de Asís-, "es más duro si cabe de lo que fue el mismo san Francisco".

El 'tabú Marcinkus'

Y a propósito del problema del procesamiento del cardenal Marcinkus y por qué el Papa no acaba de retirarlo de su puesto, afirma: "Yo tengo confianza en el Papa, si no la tuviera tendría que hacer otra cosa. Yo mismo, en mi cargo, veo que no siempre puedo decir todo a todos, porque puede ir de por medio el honor de una persona, y a veces la mejor forma de justicia es saber esperar".Ninguno de los superiores generales que estuvieron en un reciente debate-coloquio con el cardenal Caprio sobre el tema de las finanzas vaticanas osó tocar el tabú Marcinkus. Es como si abordarlo hubiese supuesto tocar al mismo papa Wojtyla.

"Yo he oído", ha dicho el padre Viganó, "a algunos cardenales decir, con relación a Marcinkus: nadie duda de su inocencia, pero tal como están las cosas él mismo debería pedir para dedicarse a otra cosa. Para otros, si se le quitara de su puesto, sería como reconocer por parte de la Santa Sede su culpabilidad, aunque es verdad que habría que salvar la imagen de la Iglesia con humildad y sacrificio".

Otros piensan que el Papa, convencido de su inocencia, hubiese permitido a la justicia que lo juzgara sin atrincherarse detrás de la inmunidad de los Pactos de Letrán, pero que no lo ha hecho ante el temor de que, con la lentitud de la justicia italiana, fuese expuesto a acabar en la cárcel durante 10 años antes de que se llegara al proceso.

Pablo II asistirá después del verano en Turín a las celebraciones del centenario de san Juan Bosco. Hay quien asegura que los discursos al Papa se los está preparando Viganó y su equipo. Ellos tienen mucho interés en que no se presente la figura de san Juan Bosco como la de un conservador, sino al revés, como la de un hombre que, aun fiel a su tiempo, fue - considerado "loco" por sus aperturas de entonces.

A quienes acusan a la vida religiosa de haberse salido a veces de madre, el padre Viganó responde diciendo: "Cuando se lleva a cabo un gran cambio cultural, como el realizado tras el concilio, es difícil tener a todos los caballos con las riendas atadas, y algún caballo puede correr más y hasta desbocarse. Quizá esté equivocado el que va siempre por delante, pero en la globalidad son ellos los que empujan a los otros a tener más coraje y a no pararse".

El padre Viganó recuerda también que existe aún un forcejeo con la curia romana, donde se pretende que los religiosos pongan en sus constituciones, que no se pueden cambiar sin el permiso de Roma, hasta los más pequeños pormenores para tenerlos más atados, mientras que el padre Vaugh habla de la tensión en curso para obtener que, en los institutos donde hay legos y curas, todos puedan indistintamente llegar a ser superiores. De hecho, donde crecen menos las vocaciones es entre los legos.

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