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El Museo Picasso de Barcelona cumple 25 años

La inauguración no pudo anunciarse con el nombre del pintor debido a una prohibición gubernativa

El 9 de marzo de 1964, hace hoy 25 años, se abrió al público en la Calle de Montcada de Barcelona un edificio y una exposición que, con el pasar de los años, se convertirían en símbolo de la ciudad. El acontecimiento, que se llevó con suma discreción debido a la prohibición expresa de mencionar el nombre de Picasso, mereció un enigmático título oficial que sólo los que lo vivieron en primera persona identificaron como la auténtica fundación del museo dedicado al genial artista malagueño. Restauración del palacio Berenguer de Aguilar-Exposición de la colección Sabartés hablaba de los orígenes, pero a la mayoría de los ciudadanos se le ocultaba la dimensión de futuro de un proyecto que nacía en ese preciso momento.

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"¿Y mi nombre? ¿No figura por ninguna parte?", recuerda Joan Gaspar que se preguntaba Picasso desde su exilio francés ante la noticia de que en Barcelona se había, por fin, inaugurado un museo dedicado a, su figura y obra. Hizo falta recordarle que Camilo Alonso Vega, a la sazón gobernador civil de la ciudad, había declarado explícitamente que mientras él estuviera en el cargo nunca se abriría un museo consagrado al citado pintor.El camino que fue necesario recorrer hasta llegar a ese momento fue tortuoso. Lo abrieron, entre otros, el galerista Joan Gaspar, el editor Gustavo Gili y el entonces alcalde: José María Porcioles, quien, en opinión de Gili, "se jugó en ese momento su carrera política".

"Las primeras conversaciones para crear el museo se remontan a 1954", recuerda Gaspar. "Jaume Sabartés, secretario del pintor y al que estaba unido por una profunda amistad, ofreció aportar su colección, integrada fundamentalmente por obra gráfica y por alguna pintura, como base inicial del proyecto". Fue el propio Picasso, según (Gili, quien sugirió a Sabartés legar el fondo a Barcelona. La primera idea del secretario era realizar una nueva aportación a Málaga, a cuyo museo de Bellas Artes, un año antes, había cedido su nutrida biblioteca picassiana de cerca de cuatrocientos volúmenes. Al parecer, Sabartés viajó a la ciudad andaluza poco tiempo después de aquella donación y al ver que las cajas que contenían los volúmenes aún no habían sido abiertas se decidió por Barcelona.

En 1955, un año después de aquella primera conversación, la Sala Gaspar inauguraba una exposición colectiva de 45 obras gráficas debidas a 28 artistas. Entre ellas se encontraba una de Picasso, la primera que fue mostrada en la España de posguerra. Gran preocupación de quienes habían promovido aquella muestra era que la realización del genial artista no destacara entre las demás, pues estaban contraviniendo una explícita prohibición gubernativa. En los años siguientes ya fue posible montar exposiciones picassianas, Siempre y cuando pasaran suficientemente desapercibidas. A partir de ellas renació la idea del museo.

El papel de Sabartés

"Fue el pintor mismo quien propuso su ubicación en un barrio popular", indica Gustavo Gili, quien precisamente formaba parte de los Amics del Carrer de Montcada, asociación fundada para proteger los nobles edificios de dicha calle."No fue fácil desalojar a las cerca de 30 familias que ocupaban el inmueble", recuerda José María Porcioles. "Más tarde se compró también la casa situada en el número 17, la del Baró de Castellet, para ampliar las dependencias". "En dos ocasiones, como mínimo, hice gestiones para comprar también el edificio del número 19, del que era propietaria una entidad de ahorro. No lo conseguí y probablemente se desperdició una ocasión histórica: Picasso había repetido en varias ocasiones que, de contar con suficiente espacio, estaba dispuesto a llenar toda la calle de Montcada con su pintura".

Fue el notario Raimon Noguera quien preparó legalmente las donaciones. "Como que Sabartés no era un hombre de grandes recursos económicos", continua Porcioles, "pidió poder disponer de aquella obra si algún día le hacía falta. Buscamos pues una fórmula que sirviera tanto a sus intereses como a los de un museo abierto al público del que bajo ningún concepto podían ir desapareciendo las obras. Acordé con él que podía disponer de la obra siempre que él quisiera, pero el Ayuntamiento conservaría el derecho de la adquisición en forma preferente. Es así como nació el museo".

En la actualidad, el museo está dirigido por María Teresa Ocaña quien junto a la conservación de los fondos de la entidad ha iniciado una política de exposiciones paralelas, dedicadas a contemporáneos del pintor malagueño que sirven para ilustrar el espíritu de una época.

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