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Tribuna:
Tribuna
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¿Hacia una 'psección femenina'?

La aprobación de la cuota femenina del 25% para los órganos de dirección del PSOE, acordada en el último congreso, y la reciente publicación de una foto de nuevas militantes del partido con el secretario de organización, José María Benegas, desconcierta a la autora del artículo, quien dice no entender sus motivos.

La escuela donde las feministas nos hemos curtido y despabilado ha sido, sin duda, la de palo y tente tieso, y las socialistas no han sido una excepción. Aún diría que los vericuetos de su andadura han sido, si cabe, más tortuosos. Cuando, recién asentada la democracia, la casi totalidad de los grupos en liza dialogábamos con el poder instituido por ver de sacarle locales y subvenciones, estas mujeres que hoy ocupan puestos de responsabilidad en la Administración nos descalificaban por tomar posturas tan claudicantes. El mismo día que la actual directora del Instituto de la Mujer tomaba posesión de su cargo declaraba a este periódico que las feministas no aspiramos al poder. Chocante declaración en ese momento y osado hablar en nombre de todos los modos de entender el ferrtinismo, pero aún más llamativa resulta la evolución mental de la directora hasta creer necesaria la imposición de cuotas femeninas para participar en ese poder otrora denostado. Elasticidad que le honra.Y quizá porque la consecución de derechos femeninos recorre sendas tan sinuosas, o quizá porque la vida tiende a hacernos suspicaces, ante la aprobación de la cuota femenina del 25% para los órganos de dirección del PSOE, más de una nos remusgamos que podía corresponder al deseo de clausurar con alguna vistosidad un congreso caracterizado por un aburrido monolitismo, por un lado, y por una dolorosa brecha donde más escuece, el frente obrero, sin que ello nos ocultara la ardua lucha que habían sostenido mujeres de esa formación política.

Pero la inefable foto que publica EL PAÍS del 24 de febrero, mostrándonos al secretario de organización rodeado de mujeres que acaban de pedirle el ingreso en el PSOE como fruto bendito del 25%, nos vuelve a poner las orejas tiesas y en tensión las aletas de la nariz.

Por un lado, desconcierta ver en la foto mujeres de trayectoria tan densa que casi han desafiado al don de la ubicuidad atendiendo a la paz social, la guerra feminista, las autonomías incipientes, los Senados aletargados..., y que además han estado en convivencia tan íntima con el PSOE que hasta han participado de sus listas electorales. Y desconcierta verlas en la foto porque, por definición, el 25% no tenía que haber hecho mella en sus ya concienciadas mentes. Estas cuotas son para instigar a aquellas que, por haber asumido la ideología machista dominante, se han autoexcluido del quehacer político, o para obligar a los varones metidos en esta lid a deponer usos, hábitos y privilegios.

Que mujeres con historial feminista se sientan movidas por esta medida no podría tener más lectura que la de estar dispuestas a recoger las prebendas que de ella se desprenden. En su derecho estarían, pero creo que es ésta la cuestión. Cuestión que se puede aclarar al examinar el documento que han firmado estas mujeres para su ingreso en comandita. En él afirman que su nuevo hogar político constituye la única fuerza de izquierda "con posibilidades reales para producir el cambio social". Sin entrar en discusión de tan tajante aserto, sí hay que preguntarse por qué estas veteranas, no antes, no después, sino ahora, han descubierto tan confortante verdad.

En otro momento del documento instan a todas las mujeres que "siempre han trabajado para hacer esta sociedad más justa e igualitaria" a ingresar también en el partido en el Gobierno, por puras razones prácticas y posibilistas. Considero lícito preguntarse por qué mujeres con semejante pedigrí necesitan ingresar en el PSOE para trabajar con eficacia. Más bien creo que debemos volver la oración por pasiva y plantearnos si estos métodos para aglutinar a mujeres nos ponen en el camino de una nueva sección femenina en la que acatar los principios de la militancia supone un valor más apreciado que cualquier otro mérito personal.

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Y volviendo a la cuota femenina, origen de esta movida, quiero recordar algo ya apuntado por otras feministas. Si la imposición de estas cuotas no facilita sino que sustituye, un cambio en profundidad de actitudes personales que tienen mucho que ver con el comportamiento en el terreno político, dicha cuota será un buomerán que reforzará de nuevo las diferentes funciones de los sexos: unos maquinarán e impondrán. Otras se plegarán y cumplirán.

es coautora del libro Sexo: naturaleza y poder.

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