González, amenaza con vetar decisiones de la 'cumbre' de la CE
El presidente del Gobierno, Felipe González, dijo ayer que España "no querría verse obligada" a hacer uso del veto en la cumbre europea que hoy se inicia en Bruselas, pero no descartó esta posibilidad si no se atienden minimamente las exigencias españolas, especialmente en lo que se refiere a la duplicación de los fondos estructurales para las regiones más desfavorecidas. No obstante, para González, la utilización del veto "no es lo más deseable". Tampoco se descarta que, por distintas razones, la primera ministra británica, Margaret Thatcher, sea la que haga fracasar la cumbre.
Aunque trató de mostrarse optimista sobre los resultados de este Consejo Europeo extraordinario de jefes de Estado y de Gobierno de los doce, González admitió que le había dejado insatisfecho el documento de compromiso hecho público ayer por la presidencia alemana de la CE.La propuesta descarta duplicar de aquí a 1992 los fondos estructurales, que pretenden atenuar las diferencias de desarrollo entre ricos y pobres de la Comunidad, aunque acepta multiplicar por dos y concentrar geográficamente la ayuda en las regiones menos desarrolladas de los doce.
Dada su actitud, España es, según fuentes comunitarias, uno de los países que tienen la llave para abrir la puerta a este acuerdo, si "transige algo". Pese a ello, el presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors, que tenía concertada anoche una cita con Felipe González, desconvocó a última hora el encuentro. González, que, en previsión de posibles entrevistas preparatorias, llegó anticipadamente a la capital belga, sólo mantuvo anoche una breve reunión con el primer ministro holandés, Rud Lubbers. El presidente del Gobierno viajó acompañado del ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Fenández Ordóñez, y del secretario de Estado para la CE, Pedro Solbes.
Los principales colaboradores de González eran partidarios de no hacer excesivas concesiones, al considerar que este Consejo Europeo es la última oportunidad para que España obtenga en los próximos cinco años una significativa transferencia de recursos que le permita hacer frente a la creación, prevista para 1992, del mercado único europeo.
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