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Tribuna
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Nicaragua, hoy y mañana

Los acuerdos de paz de Esquipulas 2 están en peligro de abortarse si no hay un compromiso inmediato de la comunidad internacional -y específicamente de la Comunidad Europea- para apoyarlos, indican los autores, quienes consideran que, de otro modo, la actitud de la Administración norteamericana no cambiaría y la revolución sandinista en Nicaragua se vería obligada a cerrarse sobre sí misma.

Los acuerdos de Esquipulas 2 tienen seis meses de vida, o quizá menos. Esto nos dijeron en Nicaragua a finales del pasado noviembre, días antes de celebrarse la primera ronda de conversaciones en Santo Domingo. La Administración norte americana, en su obstinación por derrocar al actual Gobierno nicaragüense, no pudo aceptar llanamente la firma de los acuerdos y ahora su trabajo se dirige a aprovechar este tiempo para crear una oposición contraria a la revolución, al interior. Condiciones no faltan: la libertad de publicación -sin censura- del diario La Prensa y de las emisiones radiofónicas de Radio Católica permite la agitación entre el pueblo y capitalizar el descontento ante un creciente deterioro de las condiciones de vida, que, a fin de cuentas, es provocado por la propia agresión militar y el cerco económico y financiero tendido por EE UU, sin tomar en cuenta las desventajas que representa el orden económico internacional.Mientras el Gobierno de Nicaragua impulsa las condiciones para la paz regional, la política de la Administración Reagan gana espacio contrarrevolucionario, al interior del país, ejerciendo las libertades que otorga Esquipulas 2, vendiendo la imagen de que los culpables del deterioro económico interno son los sandinistas con su desastrosa gestión. El mensaje informativo se ofrece con esa inversión de la realidad. Estados Unidos tira la piedra y esconde la mano; la inculpación la decide el mismísimo que golpea.

La Administración norteamericana trabaja en varios frentes: socava la economía y responsabiliza a los sandinistas; difunde la creencia de que Esquipulas 2 no será cumplido por Managua, mientras presiona sobre cada país centroamericano para hacer fracasar los acuerdos de paz.

El contexto económico

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La economía nicaragüense precisa para funcionar unos 800 millones de dólares anuales. El país obtiene mediante la venta, en el mercado internacional, de sus productos -café, algodón, carne, madera, etcétera- sólo divisas por valor de 200 millones. El resto tiene que ser adquirido mediante préstamos, créditos oficiales de países no adversos, cooperación no gubernamental y ayudas de los países socialistas. Las dificultades aumentan con el bloqueo comercial y financiero impuesto por EE UU y los grandes bancos.

La inflación 1986-1987 ha sido del orden de un 1.500%. En los últimos 12 meses el valor del dólar en el mercado paralelo (cambio legal) pasó de cotizarse de 1.500 a 15.000 córdobas. La economía informal (mercado negro) ha crecido considerablemente en Managua, ciudad que concentra un tercio de la población nacional. En menos de un año un importante contingente de profesionales y técnicos se han pasado al mercado negro, donde pueden llegar a, mantener un relativo alto nivel de ingresos gracias a la especulación y al fraude (aquí el dólar se compra a 30.000 córdobas y se corría la voz de que iba a ascender hasta 50.000 córdobas). Hay una preocupante escasez de cuadros técnicos para dirigir la economía nacional y la Administración pública. La demanda de estos especialistas es alta frente a las posibilidades de promoción y cualificación, limitadas por la situación de guerra. Las necesidades de defensa no sólo detraen el 45% del presupuesto nacional, sino que retienen los mejores cuadros apartados de la producción. Los asesores militares de la contra se encargan de debilitar más aún este panorama, al asesinar selectivamente a profesionales nicaragüenses que dirigen labores productivas en las zonas de guerra. Hasta la fecha han asesinado ya a una decena de cooperantes extranjeros (procedentes de Francia, España, RFA, Suiza, Bélgica, Chile y EE UU). Por si fueran pocos los castigos, la sequía ha limitado gravemente la cosecha de frijoles, que es el alimento básico nacional.

A todo lo anterior se suma el sistemático sabotaje productivo: quema de cosechas, voladura de puentes y de torres eléctricas, destrucción de infraestructuras productivas y equipamientos sociales, etcétera. El valor de las destrucciones ha sido cifrado, hasta la fecha, en más de 4.000 millones de dólares, cantidad elevada para las dimensiones del país.

La activación y recuperación de la producción se ha convertido en un objetivo básico de la revolución nacional, junto a la defensa. Con la misma moral que se defienden, los sandinistas abordan todas las tareas de la producción y planificación, poniendo en juego todos sus recursos.

Profundizar el deterioro económico es uno de los objetivos de la agresión norteamericana. Los altos márgenes de libertad de expresión y acción que conlleva necesariamente el cumplimiento de Esquipulas 2 están siendo utilizados por intereses contrarios a la revolución popular: la Administración Reagan, los ex somocistas, los sectores pronorteamericanos y conservadores. Paradójicamente, la democracia en Nicaragua se emplea por determinados círculos poderosos agrupados en tomo al diario La Prensa, para hacer quebrar el régimen revolucionario basado en la economía mixta, el pluralismo político y el no alineamiento.

Muchos elementos atestiguan que el Frente Sandinista no teme al ejercicio de la democracia ni a la lucha ideológica, como instrumento político contra el imperialismo, en la que amplias capas populares vienen curtiéndose en el contexto de libertad de expresión que trae la revolución. Pero si la agresión continúa, si el Congreso sigue financiando a las bandas mercenarias y la Administración Reagan sigue empeñada en asfixiar económicamente al país el Frente Sandinista se verá arrastrado a imponer la disciplina interna, radicalizándose en el interior, restringiendo algunas libertades y reprimiendo a la oposición interior cómplice de EE UU.

Los sandinistas parecen estar decididos a enfrentar la ofensiva de derrocamiento con todos los medios que les otorga el poder popular. No existe otra fuerza capacitada ideológica y organizativamente para tomar las riendas del proceso revolucionario. La escasez, el desabastecimiento, el deterioro productivo, van a ser costeados por los sectores populares más atrasados, pero con una variante a la fórmula universal que se da en las democracias occidentales: nuevos sectores propietarios y acomodados serán expropiados en favor del pueblo sobreviviente. Va a ser la presión popular la que marque la impronta de radicalidad a la dirección revolucionaria. En tal caso se van a cerrar los actuales espacios de libertad y la Administración Reagan pasará una vez más a presentar a Nicaragua como una amenaza totalitaria. ¿Cómo reaccionará Europa occidental ante ese factible endurecimiento que se deriva del fracaso de Esquipulas 2? Pero quizá la pregunta tenga que concretarse más: ¿cómo reaccionará la socialdemocracia europea ante una restricción de las libertades en Nicaragua?

Salidas posibles

El fundamentalismo de la Administración Reagan necesita para sobrevivir el aislamiento mundial de la revolución sandinista y precisa demostrar al mundo que tiene razón en su visión profética de la deriva totalitaria del proceso político nicaragüense. Como acusadores, siguen el método de la Santa Inquisición: primero la acusación, después se fuerza al reo a declararse culpable del delito, empleando todos los medios. Mediante la fuerza bruta se obtiene la razón, aunque se falsifique la realidad. Se logra ganar poniendo las cosas al revés. El descrédito de la autoridad se evita con la demostración del poderío y la hegemonía. Forzando a Nicaragua a adoptar una línea dura podrá identificársela con otra Cuba, aislándola de la comunidad internacional, y así justificar la intervención.

Pero el desembarco de los marines en Nicaragua no va a ser un paseo como sucedió en Granada. La intervención armada directa no liquidaría el sandinismo como valor ideológico (conjugación de un nacionalismo antiimperio, un cristianismo popular, un marxismo creativo) y supondría una extensión del mismo a toda Centroamérica: una especie de libanización interminable, con elevado tributo de vidas humanas para los pueblos de la región. Además, la frustración ante la quiebra de la paz y el fracaso de un modelo de cambio social revolucionario como es el sandinismo, basado en la economía mixta, el pluralismo político y el no alineamiento. Abortada esta vía democrática de transición al socialismo, no quedaría otra que las revoluciones cruentas y los modelos duros de acceso al socialismo. La disyuntiva a que conduce el fundamentalismo de EE UU es: o a la adopción de un modelo revolucionario duro para Centroamérica (paz garantizada por un Estado fuerte, que ostenta el poder económico, y sustitución del Parlamento por una democracia popular), o bien a una libanización (guerras civiles alimentadas por EE UU como forma extrema de impedir el triunfo de la revolución). Frente a esas dos vías excluyentes sólo queda la que anuncian los acuerdos de Esquipulas 2, pero esta iniciativa de pacificación está exigiendo un apoyo decidido de la comunidad internacional y específicamente de la CE; una paz sustentada sobre el desarrollo económico, in compatible con la agresión ex tema.

Los acuerdos, en peligro

Los acuerdos de paz de Esquipulas 2 están en peligro de abortar se si no se produce un compromiso inmediato de la comunidad internacional, y específicamente de la CE. No es previsible un cambio de la actitud norteamericana si no existe ese compromiso del resto de Occidente. En tal caso, la revolución sandinista se verá obligada a cerrarse en sí misma para defenderse y a establecer más vinculaciones con la comunidad de países socialistas. Si nuestros gobernantes socialdemócratas no apuestan hoy por la paz en Centroamérica, dejando a un lado la retórica y superando la ambigüedad de las ayudas insuficientes; si no pasan a ser activos protagonistas de la pacificación; si no cooperan al sostenimiento de un modelo de cambio social basado en la economía mixta, el pluralismo político y el no alineamiento, tampoco estarán autorizados para exigir democracia en Centroamérica. Hoy estamos a tiempo; mañana puede ser tarde.

son miembros de la comisión de información de la Asociación de Amistad Hispano-Nicaragüense Rubén Darío.

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