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Este capitán no es un niño

Alfonso Escámez estaba ayer relajado; incluso de buen humor. Durante su intervención hizo uso de numerosos símiles marineros, a veces para rebatir algunos de los sambenitos que cuelgan de la entidad que preside, como que el Central es un banco viejo. "Éste es el casco más sano de toda la flota [bancaria, se entiende] española, y además, este casco navega por todos los mares [refiriéndose a la red internacional del banco]". "¿Qué el viejo es el capitán del barco?", se preguntaba Escámez. "Sí", se respondía, "ya no es un niño, pero la juventud es un estado del espíritu, y es el alma lo que hay que tener joven para seguir contribuyendo al bien común". "Estaré aquí mientras vosotros queráis".

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Escámez, que felicitó a los bancos de Bilbao y de Vizcaya por su anunciada fusión, se declaró ayer abierto partidario de las concentraciones bancarias, lo que no dejó de constituir una pequeña novedad, en vista de pasados comentarios vertidos en torno al litigio entre el Banesto y el Bilbao. "El banco está abierto a la concentración bancaria, bajo la forma jurídica que sea más conveniente; pero es imprescindible que a ello se llegue mediante acuerdos previos amistosos entre las entidades afectadas y con estudios profundos".

Escámez hizo una cálida referencia a Ramón Areces, presidente de El Corte Inglés, y le deseó una rápida recuperación. Se mostró tacaño para citar por su nombre a Cartera Central y prefirió aludirla como "nuevos accionistas".

"EL consejo reconoce la importancia de su participación y les da la bienvenida a esta casa". Sobre la tormenta habida, pelillos a la mar. "Yo y este consejo damos ya por olvidado ese disgusto". Escámez desmintió que hubieran existido presiones del Banco de España para forzar el acuerdo entre el Central y los nuevos accionistas.

El presidente del Central puso especial énfasis en destacar las dimensiones y valoración de la entidad. "Este banco vale 451.504 millones de pesetas, sin contar factores como el fondo de comercio, lo que equivale al 1.075% del capital social.

Algunos pequeños accionistas intentaron batallar por el logro de una representación adecuada en el consejo para el pequeño accionariado. Intento frustrado, porque Escámez se autoproclamó irreductible adalid del pequeño accionista.

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