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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Sonrojo

Cuando la Sala Segunda del Tribunal Supremo, en un alarde de malabarismo corporativista -porque la corrupción que se enjuiciaba no podía ofrecer dudas a nadie-, dictó aquella in creíble sentencia que absolvía a los magistrados Rodríguez Hermida y Varón Cobos (del delito de prevaricación, porque del de cohecho ni se les acusaba), me dirigí a usted abrumado por la rabia y la vergüenza. Hoy debo hacerlo otra vez, y bajo iguales sentimientos, ante la nueva sentencia que, en relación con los guiñolescos personajes, acaba de dictar el pleno de aquel mismo alto tribunal.Mi primera idea fue escribir un artículo, pues el tema lo mere ce. Pero está demasiado cerca el que apareció el 23 de diciembre en su diario, en el que precisa mente ponía en la picota el corporativismo judicial, y por eso he creído preferible dirigirle esta carta.

La nueva sentencia, que al rebajar la sanción disciplinaria impuesta a Varón Cobos por el Consejo General del Poder Judicial, le permite volver a la carrera judicial, es tan increíble como la primera. Para este tipo de hechos es precisa la intervención de un jurado popular, a fin de que los jueces no sean juzgados por sus propios compañeros. Pues el pueblo no puede entender que hechos como los que a Varón Cobos se imputaron -dejarse presionar para poner en libertad a un peligrosísimo mafloso- no fuesen objeto de sanción penal y tampoco lo sean ahora de la sanción disciplinaria que implicaba su expulsión de la carrera.

Pero si me parece increíble la sentencia del Tribunal Supremo, también me lo parece la reacción de las asociaciones judiciales, incluidas las progresistas. En ese

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reciente artículo, y al aludir al conflicto surgido entre los jueces de Madrid y el Consejo General del Poder Judicial con motivo de la sanción disciplinaria impuesta al juez de vigilancia penitenciaria de Valladolid, mostraba yo mi extrañeza por el hecho de que esa sanción pudiese merecer la crítica de jueces que se estiman progresistas. Y me preguntaba: ¿se reprochará acaso la intervención del Consejo en el caso del juez de Valencia? ¿O en los del llamado caso Bardellino, que hubiesen quedado impunes si el Consejo no actúa? Pues bien, y puesto que piensan que esas sanciones disciplinarias del Consejo atentan a la independencia judicial, ya pueden respirar tranquilos. El Tribunal Supremo, con su suprema clarividencia, ha quitado toda su eficacia a una de esas sanciones. Y ya se habla de que este caso puede ser un grave precedente para otros, como los de esos aludidos jueces de Valencia y Valladolid, pendientes también de recurso ante el alto tribunal.

Sí, señor director, ¡vaya sonrojo! Ante sentencias como las comentadas y reacciones judiciales como las aludidas, yo no puedo sino traer a mi memoria la ya famosa frase del alcalde de Jerez- Magistrado.

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