1988
El columnista les desea un próspero año nuevo, entendiendo por prosperidad algo estrictamente macroeconómico, no microeconómico. No se puede tener todo, y hay que asumir lo bien que estamos macroeconómica, macropolítica y macroculturalmente hablando. Si en plan micro no se puede decir lo mismo, hay que tener paciencia y humildad histórica y a esperar mejores tiempos para lo enano y lo miniatura.Piensen ustedes que caminamos a pasos de macroandadura hacia ese año clave en nuestra historia: 1992. De una tacada se van a hacer infinitas carambolas. Quinto centenario del descubrimiento de América, de la expulsión de los judíos, de la conquista de Granada y de aquella gran aportación a la sanidad ...
pública que fue la venturosa decisión de Isabel la Católica de cambiarse la camisa que había llevado durante todas sus legislaturas como reina. Centenario, pues, religioso, nacional y ecológico, al que en esta ocasión se suma el riguroso estreno de la primera Olimpiada española y el final del proteccionismo bancario. También en 1992 se conmemorará el 75º aniversario de la Revolución soviética, es decir, del peligro soviético, tan repetida y sabiamente enunciado por nuestro jefe de Gobierno, que sigue prefiriendo morir apuñalado en un metro de Nueva York que de asco en un frenopático o en una cola de Moscú.
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