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Entrevista:

"Los maestros modernos alteraron la arquitectura"

Entrevista con el historiador William Curtis

William Curtis (Birchington, Kent, Inglaterra, 1948) se tropezó a los 15 años con la Oeuvre complète de Le Corbusier en la biblioteca de su colegio. Según cuenta, quedó tan impresionado por aquellas villas blancas y aquellos enormes coches negros, que se fue en auto-stop a visitar todos esos edificios, que le parecían -y aún le siguen pareciendo- "inquietantes,- pero reservados". Desde entonces se ha venido dedicando a la historia de la arquitectura moderna. Estudió en el Courtauld Institute of Art de Londres y en la universidad de Harvard. Después de una breve estancia en la Open University británica (pionera de las universidades a distancia) y de un largo período de intensa actividad docente en instituciones de todo el mundo, ha decidido vivir medio recluido en un cháteau del sur de Francia, donde reflexiona sobre el devenir de la arquitectura.

Como historiador, Curtis mantiene una postura más bien tradicional. Su objetivo al escribir historia es, según él mismo declara, explicar "qué pasó y por qué, independientemente de lo que la gente piense de ello". En esta concepción de la historia parece reflejarse su experiencia docente, que le ha dejado como herencia una forma de expresión didáctica, clara y razonada de sus interpretaciones analíticas. Tiene, además, un especial interés por los aspectos formales y significativos de la arquitectura.De sus múltiples publicaciones sólo dos han sido traducidas al castellano. Se trata de La arquitectura moderna desde 1900 y Le Corbusier. ideas yformas (H. Blume, Madrid, 1986 y 1987, respectivamente). En el segundo, Curtis libera a Le Corbusier de la rígida adscripción moderna para situarle en el marco de los maestros universales de la arquitectura.

William Curtis estuvo la semana pasada en Madrid con, motivo de la exposición y el ciclo de conferencias sobre el arquitecto Secundino Zuazo, y disertó sobre los rascacielos como mitos soñados en Europa, pero hechos realidad en América.

Pregunta. ¿Cuál es, en su opinión, el papel actual de la historia en el desarrollo y la evolución de la arquitectura?

Respuesta. El papel de la historia, en cualquier momento, es crear una perspectiva más amplia en el presente. Comprendiendo la historia de la arquitectura es como se entienden los principios básicos de dicha disciplina, lo que es constante y lo, que cambia. En la actualidad hay una obsesión por el tema de la tradición. Pero hemos de distinguir entre los arquitectos que sencillamente plagian imágenes del pasado, sin comprender su papel anterior, y los arquitectos que profundizan en el espíritu de la historia, que buscan los principios fundamentales y que los convierten en formas adecuadas a la situación presente.

P. En 1975 usted consideraba que estábamos aún demasiado cerca en el tiempo para poder responder a la cuestión de si el movimiento moderno de los años veinte era la más importante revolución arquitectónica de los tiempos recientes. ¿Cree usted que ahora es posible hacer una valoración justa de la arquitectura del período de entreguerras?

R. Ahora es posible contemplar más claramente el movimiento moderno del período de entreguerras como un desarrollo histórico. Se oye hablar mucho del final de dicho movimiento, pero hay realmente muchos arquitectos que siguen extendiendo las enseñanzas de la primera arquitectura moderna a otros territorios. Es un error hablar del movimiento moderno como algo monolítico. Yo siempre he tratado de hablar de él como una tradición o una serie de tradiciones que cambian y evolucionan constantemente. Los llamados maestros modernos -me refiero a arquitectos como Frank Lloyd Wright, Le Corbusier, Mies van der Rohe o Alvar Aalto- alteraron el verdadero significado de la arquitectura de un modo fundamental. Afrontaron los profundos cambios que la industrialización provocó en la vida, en la tecnología y en la configuración de la ciudad. Puede que tardemos varias generaciones en desprendemos de las implicaciones de la revolución edificatoria que ellos iniciaron.

Columnas rosas

P. Entonces, ¿no está usted de acuerdo con esos críticos que dicen que la arquitectura moderna está muerta y que abogan por una reutilización evidente o a veces manierista de las formas arquitectónicas?

R. La crítica posmoderna se apoya en una caricatura de la arquitectura moderna y la presenta como un funcionalismo desarraigado, carente de simbolismo y de sentido de la historia. En realidad, los mejores arquitectos modernos tenían una importante deuda con el pasado que reinterpretaban. La respuesta a nuestros problemas no radica en adosar una o dos columnas rosas a una fachada, ni en practicar ese juego tan de moda de las citas cultas; esto no aporta en absoluto un verdadero enriquecimiento. Es necesario, más bien buscar lo sustancial, abordando los acuciantes problemas sociales y urbanos de esta época, pero de manera que volvamos al espíritu de los grandes edificios del pasado.

P. Sus últimos libros los ha escrito, según sus propias palabras, bastante lejos de los mezquinos confines de las casas de moda arquitectónica de nuestro tiempo. ¿Cree usted que es necesario cierto aislamiento intelectual para mantener la perspectiva histórica y crítica?

R. En efecto. El crítico no debe dejarse amedrentar por la propaganda auto-servil de las diversas camarillas arquitectónicas, a las que les gustaría ver la historia distorsionada para que se aviniera a sus propósitos. El crítico debe mantener más bien cierto alejamiento de las modas pasajeras y debe intentar descubrir las cualidades duraderas. El historiador nunca debe deformar los hechos para que se adecuen a las exigencias ideológicas del momento. Las casas de moda no ven más allá de sus narices, por lo que son una guía muy poco fiable para buscar la buena arquitectura, que con frecuencia se da en lugares muy alejados de Nueva York o París.

Edificios y modas

Pregunta. La arquitectura occidental de nuestro tiempo parece debatirse entre la nostalgia posmoderna y el ingenio tecnológico. Como historiador, ¿qué tendencias arquitectónicas actuales le parecen más prometedoras?Respuesta. Gran parte de la crítica reciente se ha escrito a base de ismos, pero la calidad arquitectónica no puede definirse por tendencias. En realidad, la calidad sustancial trasciende el estilo y está relacionada con el orden y el significado profundos de la obra individual. En lugar de tendencias, preferiría, por tanto, indicar uno o dos edificios recientes que, a mi parecer, alcanzan este grado superior de resolución. Hoy la buena arquitectura se está produciendo en muchos rincones del mundo. Hace poco he estado en el sur de Arizona viendo la obra de Judith Chafee, que construye en armonía con las condiciones del desierto, y cuya arquitectura está enraizada tanto en la arquitectura moderna como en el entendimiento de las tradiciones originarias del suroeste de Estados Unidos. Evidentemente, Mario Botta también está produciendo buena arquitectura en el Ticino, en el sur de Suiza, y no debe olvidarse la contribución de arquitectos escandinavos como Jorn Utzon, Ralph Erskine y Henning Larsen.

El Hong Kong & Shanghai Bank, de Norman Foster -que algunos califican de high tech-, constituye una importante indagación acerca de la naturaleza del rascacielos, que va más allá de la c¿#a de cristal y que revela una nueva anatomía basada en la función y la estructura: con ello proporciona un símbolo nuevo y poderoso para el proceso de modernización de las culturas del sureste asiático.

Debo mencionar también Japón, y en especial el gimnasio Fujisawa, de Furnihiko Maki, un ejemplo vigoroso y depurado que expresa con toda claridad la intención de combinar la tecnología moderna y la sensibilidad hacia las diversas tradiciones japonesas.

Luego está la Staatsgalerie de James Stirling, en Stuttgart, que, pese a la superficialidad de parte de su clasicismo pop, también revela maneras sutiles de ligar un edificio nuevo a un entorno más antiguo.

En España, el Museo de Arte Romano de Mérida, diseñado por Rafael Moneo, es, sin duda, una obra vigorosa en cuanto a su reinterpretación del contexto antiguo.

Con esto sólo he nombrado unos cuantos edificios recientes de algún valor. Por supuesto que hay muchos nombres que se _mencionan constantemente en las revistas de arquitectura, pero su contribución es a menudo superficial.

Es esencial distinguir entre lo sustancial y lo que simplemente está de moda.

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