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EN EL CAMINO HACIA LA PAZ

Zamora: "Esta es la única amnistía a la que me acojo"

El principal dirigente de la oposición salvadoreña vuelve a su país despúes de ocho años de exilio

Antonio Caño

Rubén Zamora lucía un flamante corte de pelo cuando cruzó el control de pasaportes del aeropuerto de San Salvador, poco antes de las cinco de la tarde del pasado sábado. La policía le ofreció un tratamiento especial, pero él lo rechazó y prefirió, esperar la col correspondiente. Al salir del edificio saltó sobre el capó de un coche agarró un megáfono y gritó: "Ésta es la única amnistía a la que yo me acojo", al tiempo que besaba apasionadamente la bandera de s país. En ese momento debió estar presente en las mentes de muchos salvadoreños la escena que en el mes de octubre pasado protagonizó el presidente José Napoleón Duarte en Washington, al calcar su labios inesperadamente sobre otra enseña, en aquella ocasión la de Estados Unidos.

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ESPECIAL, San SalvadorRubén Zamora, de 45 años de edad, regresó a su país después de casi ocho de exilio arropado en un chaleco antibalas. Durante el viaje desde México a bordo de un avión de la compañía aérea nicaragüense, reconoció que sentía miedo "como cualquier ser humano", pero que era necesario correr el riesgo. Después, en el aeropuerto, dijo a unos 400 militantes de su partido, el Movimiento Popular Socialcristiano (MPSC), que fueron a recibirle, que "si se tiene que derramar alguna sangre, como dijo monseñor Romero, no será en vano".Pasaporte en reglaLa ciudad de San Salvador no registraba aparentemente medidas excepcionales de seguridad. Rubén Zamora pasó el control policial del aeropuerto con un pasaporte salvadoreño en regla. En el exterior, la avalancha de seguidores y periodistas que se lanzó sobre él para abrazarlo o filmarlo fue el mejor escudo contra un atentado de los Escuadrones de la Muerte, que en días pasados habían grabado las siglas FDR sobre dos cadáveres, en macabra alusión a los dos dirigentes del Frente Democrático Revolucionario que regresan desde el exilio.Apenas se pudo distinguir en el tumulto a la reducida delegación extranjera que le acompañó en el viaje: un diputado de Guatemala, un político costarricense, un miembro de la Democracia Cristiana de la República Federal de Alemania, dos congresistas norteamericanos y miembros del Consejo Nacional de las Iglesias de Estados Unidos.

"El triunfo es nuestro", proclamó a sus seguidores desde la montaña humana en la que se había encaramado. "Vamos a iniciar la lucha de las grandes mayorías en la que los salvadoreños tenemos que unimos para construir una patria en la que no haya más asesinatos ni escuadrones de la muerte". Recordó que "hay que superar los sectarismos y pequeños interese? porque el interés nacional está por encima de cualquier otro". "Hay que rescatar al país de los que nos postraron", añadió entre gritos de "Ungo, Zamora, ésta es la hora".Con el arzobispo mediadorEscoltado por una caravana de partidarios y reporteros, Rubén Zamora se dirigió en primer lugar al arzobispado de San Salvador para saludar al obispo Arturo Rivera y Damas.Destacó que quería estrechar, antes que ninguna otra, la mano del mediador en el diálogo entre la guerrilla y el Gobierno para demostrar que su interés es "venir al país a construir un camino de paz".Antes de retirarse a descansar en el hotel Camino Real, desde cuyas habitaciones decenas de periodistas son diariamente testigos de la dramática historia de este país, Zamora manifestó en una conferencia de prensa que trabajará en su patria, con su gente, por conseguir "una democracia real, con independencia y justicia social".

"Si hay guerra en El Salvador", dijo, "es porque no hay de mocracia, porque se ha entregado la soberanía nacional a otros intereses y porque no hay justicia social".

Durante el viaje desde México, el líder del MPSC declaró a los reporteros que le acompañaron que la mejor prueba de que en su país no hay democracia es "la expectativa que se ha producido por el regreso de dos dirigentes políticos".

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Como alternativa, Zamora propuso para el futuro inmediato .un período de transición en el que las diversas fuerzas políticas y sociales que participen en la solución política estén representadas en el Gobierno; que sea un Gobierno de transición que permita garantías para todos los salvadoreños y que de esa manera podamos llegar a un verdadero proceso electoral en el que el pueblo decida cuál es el régimen que quiere que haya en El Salvador".

Con ese objetivo, Zamora anunció que durante su primera estancia en El Salvador, cuya duración no ha sido todavía fijada, quiere entrevistarse con todos los partidos políticos del país, incluido el gubernamental Partido Demócrata Cristiano y la ultraderechista Alianza Republicana Nacionalista (ARENA).

También se mostró dispuesto el vicepresidente del FDR a mantener un diálogo con oficiales de las fuerzas armadas, para las que su presencia en el país supone la introducción de un auténtico caballo de troya de la guerrilla.

Aún en el avión que le trajo a San Salvador, Rubén Zamora declaró que existen actualmente altos mandos de las fuerzas armadas a quienes es posible incorporar a un gran consenso nacional que ponga fin a una guerra de siete años que ha costado más de 60.000 muertos, en su mayoría civiles no combatientes.Facilitar el diálogo

El dirigente rebelde tiene además la esperanza de que su presencia en el interior del país sirva para facilitar el diálogo estancado entre el Gobierno y la guerrilla, en el que el propio Zamora ha participado en ocasiones anteriores.

Su misión ahora, como él mismo explica, será la de mantener un contacto más fluido con elementos de las fuerzas armadas y de la guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional con la vista puesta en la desmilitarización general del país.

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