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BALONCESTO / GRUPO IMPAR

El Caja de Ronda rozo el bochorno ante el Estudiantes de Vicente Gil

Luis Gómez

LUIS GÓMEZEl Caja de Ronda permitió lo que un equipo nunca debe consentir: la sorna del público, que cuando se transforma en Demencia ya se sabe que es cruel. En un minuto, recién comenzada la segunda parte, el Estudiantes había obtenido un 12-0, y pasado de una diferencia de 20 tantos a otra de algo más de 30. Al equipo malagueño le robaban los balones nada más sacar de fondo, le robaban en casa como quien dice, y las canastas entraban con una frecuencia frenética en una sóla dirección. Y el público, y la Demencia, emborrachados, pedían la entrada de Alex, un jovencito del Estudiantes. Y Alex terminó saliendo, aunque demasiado nervioso.

Un poco antes, en plena orgía, Gil había decidido ofrecer espectáculo en su más pura esencia, es decir, provocar jugadas más por su belleza que por su eficacia. ¡De qué valía ser eficaz si el Caja de Ronda estaba a 35 tantos de distancia!. En una jugada de salón, con un pase larguísimo, bombeado, Rementería atrapó el balón debajo del aro, se escurrió y se rompió los ligamentos de la rodilla. En esa euforia, el Estudiantes pagó una factura muy cara, porque pierde a Rementería para varios meses.

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Fórum, 78; Cacaolat, 72

Y lo que sucedió, esa amplia diferencia, tuvo clara explicación no sólo en la flojedad del rival, sino en la forma de atender el partido. Salió el Caja de Ronda con zona 2-1-2, que ocasionalmente se ajustaba en un 3-2, pero sin justificación posible: primero, porque el Estudiantes apenas tenía problemas para mover el balón y, luego, porque se hacía con los rebotes ofensivos. De esa forma, en 12 acciones de ataque, el Estudiantes sólo desperdició una oportunidad porque cuatro tiros fallados fueron rectificados con los correspondientes rebotes ofensivos. Eso significaba jugar casi al 100% de posibilidades. Eso significaba que se anunciaba el desastre para el Caja de Ronda.

Y el desastre llegó en un sólo minuto, porque los partidos se caen así, de golpe; porque equipos que van perdiendo se resquebrajan en segundos de pronto, se rompen sus líneas, se pierde la comunicación y comienza la retirada en desbandada. ¡Sálvese quien pueda! era el criterio a seguir, mientras Gil enviaba balones aquí y allá, de 20 en 20 metros.

Pero al equipo malagueño le salvó del ridículo la decisión del técnico Garrido de emplear hombres de banquillo. Sentó a Gil, sentó a Pinone, sentó a Russell y sentó a Montes. Si llega a permitir que Gil diera todo el espectáculo que estaba dispuesto a ofrecer, la diferencia habría sido bochornosa. Eso que se perdió el público por opinar, eso que se perdió la Demencia por querer ver a sus amiguetes en el parqué. Porque Alex, muy joven aún, estuvo verde.

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