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Tribuna:EL OMBUDSMAN
Tribuna
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La caridad hacia un hermano jesuita

Un acto fraterno de la Compañía de Jesús, funeral en Salamanca anunciado en el diario de la ciudad El Adelanto, dio origen a que el redactor Andrés Manzano identificara como sacerdote jesuita al joven muerto en Madrid Jesús Hipólito García Blázquez, presuntamente envenenado por una prostituta (ver EL PAÍS del 23 de septiembre de 1987). En la esquela publicada en el periódico salmantino (el 16 de septiembre de 1987) figuraba el nombre de la víctima y las siglas SJ (correspondientes a Societatis Iesu -de la Compañía de Jesús-). En la información se decía: "La esquela fue encargada, según rezaba en el texto, por los familiares de la víctima y las comunidades de la Compañía de Jesús de la ciudad".El director de la Oficina de Prensa de la Compañía de Jesús, Cristóbal Sarrias, secretario del provincial de España, envía al defensor de los lectores una nota que en nada empaña la información del redactor y pretende aclarar algunos extremos de este lamentable suceso: "En la edición del periódico del pasado miércoles, día 23 de septiembre, aparece una crónica sobre la muerte de Jesús Hipólito García Blázquez, presuntamente víctima de un envenenamiento provocado. Quisiera precisar algunos extremos sobre la noticia: en primer lugar, Jesús Hipólito García Blázquez no era sacerdote sino un estudiante de la Compañía de Jesús que no había iniciado todavía sus estudios teológicos. Jesús Hipólito García Blázquez había solicitado espontáneamente su salida de la Compañía de Jesús hace algunos meses, y ésta es la razón por la que vivía ya fuera de la casa de la Compañía, a la espera de la tramitación de los documentos pertinentes en estos casos. El apartamento en que vivía estaba alquilado por él y, por razones circunstanciales, estaba a nombre de una tercera persona que se había prestado a ello y no era en modo alguno novia de él ni debe ser involucrada en este asunto. El funeral que se celebró en Salamanca fue un acto de fraterna caridad y atención a su familia, ya que, al no haber recibido todavía la documentación de su salida de la Compañía de Jesús, se le debía seguir considerando como uno de nuestros hermanos".

Peritos de la colza

Un colaborador ocasional de EL PAÍS, Angel Pestaña, que actúa como perito en el juicio del síndrome tóxico, se lamenta, en amplia carta al ombudsman, de las informaciones ofrecidas por el periódico del desarrollo de la prueba pericial desarrollada en las últimas sesiones antes de vacaciones. Se queja de que se dedicó poco espacio, de que hubo jocosidad hacia los peritos, la incorrecta apreciación de una de sus posiciones, así como que se narraron anécdotas en detrimento de lo importante de las sesiones.

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El redactor José Yoldi, autor de las crónicas criticadas (ver EL PAÍS de los días 28 y 31 de julio de 1987), sale al paso de estas observaciones: "Es cierto que no se dedicó mucho espacio, cuestión en la que no tengo capacidad de decisión, pero lo cierto es que en las sesiones a las que hace referencia, muy extensas en el tiempo, prácticamente se ratificó lo que venían diciendo otros peritos desde hacía un mes (...). En esas jornadas, lo distinto fue el enfrentamiento entre los peritos, que llegaron a descalificaciones personales muy duras, lo que constituyó varios incidentes que yo no calificaría de anécdotas sin importancia. Respecto al tratamiento jocoso que me achaca el doctor Pestaña, lo rechazo totalmente. La información fue elaborada con el máximo respeto hacia los peritos, y, en todo caso, lo gracioso lo pusieron los peritos, si es que el que se guillotine a siete monos es divertido. Pienso que los lectores no conocían que, pese a los constantes adelantos de la técnica y la investigación, procedimientos tan antiguos como la guillotina, tan utilizada en Francia en el siglo XVIII, siguen siendo los mejores para conseguir una muerte limpia (...). El juicio, como ya se les explicó hasta la saciedad a los peritos que acudieron a exponer sus conclusiones, no es un foro científico donde se debaten las teorías. La única misión de los peritos en la vista es la de ilustrar al tribunal para que éste pueda juzgar mejor. En ocasiones, los peritos, tal vez por deformación profesional, se perdían en divagaciones, con un lenguaje tan técnico que era ininteligible, y el tribunal tuvo que llamarles al orden".

Por último, Yoldi reconoce el error aparecido en una de sus crónicas, reparado posteriormente en una fe de errores: "La incorrecta apreciación de las posturas de los peritos que menciona el doctor Pestaña se refiere, sin duda, a la información del 31 de julio, en la que se señalaba que los experimentos con monos que realiza el catedrático Luis Frontela habían sido dados por válidos por los restantes peritos. Para todo el que hubiera asistido a la sesión del juicio en la que se habló de este tema era evidente que en la frase en cuestión faltaba un no. La omisión se produjo en un error de edición, al recortar la información por un problema de espacio. Así se recogió en una fe de errores publicada el 4 de agosto, que al parecer el doctor Pestaña no ha leído".

Palmas, Las (y 2)

El pasado 13 de septiembre nos hacíamos eco en esta columna de la protesta de un lector canario, Arturo Delgado, que no está de acuerdo con que en la sección El Tiempo figure Las Palmas alistada en la P bajo el modo Palmas, Las.

Otro lector, Arturo Cendrán, desde Sevilla, tercia en el tema: "Creo que no lleva razón el señor Delgado. Con la anteposición/trasposición del artículo no se afecta, en el caso que nos ocupa, a las reglas gramaticales, toda vez que obedece a una colocación operativa y acomodaticia, para facilidad del lector o usario de las listas. La posposición del artículo en un nomenclátor es una convención universal y racional que evita que, por ejemplo, en las guías de teléfonos haya que leer todos los apelativos Antonio, José, Manuel, Juan, etcétera, para hallar los apellidos que nos interesan, o que en un fichero bibliográfico de titulos por temas tuviéramos que repasar todos aquellos que empiezan por los determinantes el(los), la(las), para localizar las palabras sustantivas que definen la obra buscada. No conozco ninguna queja de algún autor que haya protestado porque su obra literaria o musical, o de cualquier clase, haya sido catalogada colocándole, traspuesto, el artículo con que empezase su nombre". Creemos valiosa esta opinión, que también tendrá en cuenta el director de Formación e Investigación, Julio Alonso, a la hora de determinar si se altera o no en El Tiempo el nombre de la capital canaria.

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