Una tímida reforma organizativa
Antes de que termine el año, el PNV debe disponer de un nuevo reglamento interior y de una organización que se pretende más operativa. El presidente de la ejecutiva nacional, hasta ahora elegido entre sus miembros por el propio organismo, será designado por la Asamblea Nacional. Con este proceso se pone en marcha una tímida renovación de la organización del partido, uno de los caballos de batalla de los críticos antes de consumarse la separación de Eusko Alkartasuna (EA).En la representatividad de la asamblea se incorpora una levísima corrección proporcional, al sumar a los 15 representantes de cada una de las cuatro organizaciones regionales otros 15 miembros, repartidos en función del número de afiliados de cada una de las provincias. Este órgano ganará autonomía al suprimirse la obligación de que todos los asuntos sean debatidos desde la base antes de tomar una decisión.
La ejecutiva nacional sufre también cambios. Sus miembros serán designados por la Asamblea Nacional con un mandato de cuatro años, excepto los presidentes de las ejecutivas regionales, que se incorporan como miembros natos. Cada uno ejercerá competencias en un área específica, y el partido admite, por primera vez, la posibilidad de su profesionalización.
La Asamblea General, que debe establecerse en los nuevos estatutos, se reunirá al menos cada cuatro años para adecuar la política del partido tras un debate entre toda la afiliación.
La reforma no modifica, en cambio, la incompatibilidad de cargos internos y puestos públicos, a la que se ha dado en el PNV caracteres fundamentalistas y se atribuyen funciones de salvaguardia de la democracia interna, pese a que en la práctica ha forzado hasta ahora el amateurismo de los dirigentes.
La ponencia aprobada en Zestoa (Guipúzcoa) admite, en caso de que se produzca, "un grave obstáculo" para la operatividad del partido, el levantamiento "con cautela" del régimen de incompatibilidad en casos concretos.
