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Pactos

"Si quitan a Barranco, Madrid se echa a la calle". Lo ha dicho un personaje socialista de viaje, y ya se sabe que los viajes colocan como una droga. Bastaría con decir que, si quitan a Barranco, quien se echa a la calle es la derecha festiva, para celebrarlo. Cuando escribo esta columna municipal y humilde, puede decirse que los pactos no se han logrado. Los pactos naturales, me refiero, los de la izquierda con la izquierda, que sólo se intercambian tranvías (o se montan todos en el mismo tranvía) cuando se ven rodeados. Suárez "permite" que el PSOE gobierne en minoría en Madrid. Suárez experimenta por la izquierda la misma fascinación de todo el que viene de la derecha. La izquierda, desde fuera, es fascinante. Desde dentro es, simplemente, militante. Suárez ha dicho que no pacta, que no liga (durante ese picnic erótico que fueron los días pactistas), porque prefiere controlar a unos y otros desde la oposición. Lo que pasa, en realidad, es que toda la carrera política de Suárez (desde la muerte de Franco), como la de tantos otros, se ha convertido en un interminable éxodo a las antípodas del franquismo (que, por otra parte, no se sabe dónde están). El autoduque, después de hacer la transición, no iba a volver a desfilar ahora con la derecha sub/Fraga. Y en esto que Barranco promete una mayor transparencia del gasto público y pide al Tribunal de Cuentas que audite la gestión 1983/87. O sea que él muy tranqui, haciéndoselo en plan suavito. Han llegado al pacto de no hacer pactos.El tirón interior de Suárez es hacia la izquierda, sí, y por ahí puede que le lleven sus ángeles de Charlie, cogidito de la mano. Pero no necesita dar un ruido. Le basta con abstenerse, como oposición municipal, en toda España (y esto es un ensayo de las generales), para dejar en libertad y mayoría al frentepopulismo, como lo llaman ya en los bares/chaflán de Serrano. Barranco hace así el "ajuste fino" en lo municipal, y la política vuelve a coincidir con la vida, porque socialismo es lo que se vota de las clases medias para abajo. Y Madrid es una ciudad de clases medias.

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