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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Intelectuales en congreso

EL 4 DE JULlO de 1937 se abrió en Valencia el Congreso Internacional de Escritores. Un movimiento intelectual de amplísimo espectro llevaba años trabajando en la lucha antifascista; el congreso había sido convocado para Madrid antes de que estallase la sublevación, y Madrid, entre tanto, estaba cercado a tiro de cañón del enemigo, y por eso la reunión comenzó en Valencia. Con todo, tres días después los escritores se trasladaron a Madrid y continuaron su sesión en la histórica Residencia de Estudiantes. Malraux, Hemingway, Ehrenburg, Tristan Tzara, Stephen Spender fueron algunos de los escritores que se unieron a sus compañeros españoles -Machado- Miguel Hernández, Bergamín...- en defensa de lo que se calificó de intento de restituir al hombre sus valores básicos.Desde la otra banda se acusó a todos estos intelectuales de haber sido manipulados por la Unión Soviética. En efecto, la punta activa de este movimiento era comunista. Pero en 1937, en pleno auge del nazismo y del fascismo en Europa y en la guerra civil española, donde Hitler y Mussolini intervenían abiertamente, el concepto, de comunismo tenía otro valor, como lo tenía el de antifascismo ante una amenaza cierta y la denominación Frente Popular, que más tarde conduciría a la alianza de guerra entre la primera nación capitalista del mundo, -Estados Unidos-, el primer gran imperio -el Reino Unido- y la Unión Soviética.

Al cumplirse los 50 años de aquel gran acontecimiento internacional, un grupo de escritores españoles convoca un nuevo congreso de escritores, también en Valencia, que se inaugurará hoy y al que asistirán, junto a los escasos supervivientes de entonces, intelectuales más jóvenes. Puede producirse en el desarrollo de los debates una revisión de lo que se considera por algunos la impureza comunista de entonces. En todo caso, los conceptos han variado con la historia, con las enseñanzas, con las informaciones obtenidas y con la desaparición del fascismo en Europa, aunque no desgraciadamente del mundo. Esta nueva información que recibe y forma de un modo distinto al intelectual aparecerá en el congreso de Valencia, pero no sería respetable una denuncia anticomunista del congreso de 1937 por quienes hoy son en buena parte sus hijos políticos y literarios. Aquella reunión forma parte de un bloque histórico; su utilidad fue inmensa para la causa de la democracia hoy triunfante y para España en particular.

Puede que la Unión Soviética se sirviese de aquel congreso, pero en gran parte los verdaderos demócratas, los espíritus Ubres y los nuevos humanistas, se sirvieron también entonces y después de la vanguardia combativa para defender unas libertades generales. Han proseguido su camino y han podido después denunciar también al comunismo gracias a una siembra de pensamiento y de literatura que permanece viva.

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Es cierto que no existen ya amenazas concretas como las que supusieron los fascismos; el comunismo, por su parte, como concepto totalitario de la vida y como realidad agobiadora contra el ser humano y su libertad, sigue presionando e n países de Europa occidental y del Tercer Mundo. Pero está sometido hoy a una revisión intelectual desde la propia Unión Soviética, que merece algún apoyo, y no una colección de acosos. La lucha del intelectual es la de la libertad de comunicación de ideas, y hoy, como en 1937, la defensa del humanismo, el valor.de la paz, la afirmación de lo individual como voluntad y no como obligación de colectivo, y la de su capacidad creadora. Una revisión del congreso de 1937 no tendría sentido. Una repetición, tampoco. Fue lo que fue y sirvió para lo que sirvió.

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