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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Sargento Cruz

Podríamos titular esta carta como una opinión a distancia, motivada por la excelente cobertura informativa de su periódico con respecto al frustrado golpe involucionista en Argentina: a distancia de los 12 años que resido en España, a distancia de la comprensión de algunas actitudes.Quiero hacer una llamada de atención sobre una opinión generalizada y errónea: se supone que los militares argentinos, lo único que ganaron fue la guerra sucia o guerra contra la subversión. Creo que es erróneo afirmar tal cosa, puesto que sería lo mismo que afirmar que los nazis ganaron la batalla antisemita por haber masacrado a millones de seres humanos. Israel no es un invento de la imaginación.

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Lo único que han ganado los militares argentinos ha sido la repulsa de sus compatriotas, la censura universal a sus actuaciones y la bendición eclesiástica. Magro logro para tantos desvelos mesiánicos. Fuera de esto, han perdido absolutamente todo, hasta la vergüenza, la razón (que nos diferencia de las bestias) y los papeles. Dignidad nunca han tenido, así que no podemos computar tal pérdida.

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Otro punto conflictivo: pato criollo o pato patagónico. Entre los distintos mentideros argentinos se alzó el clamor crítico (puesto que la frase que usamos es "pato criollo, cada paso una cagada") contra su corresponsal en Buenos Aires. Aflora el eterno discurrir en que nos hemos envuelto tantas décadas. Hablar bien y bonito aunque no digamos nada. "Gato blanco o gato negro, lo importante es que caze ratones". Y aquí lo importante era la concepción y observaciones a las que llegaba Martín Prieto, con las cuales coincido plenamente y que a los argentinos no nos gustan. Y no nos gusta sobre todo que nos lo diga un gayego.

Barreirazo y tejerazo son distintos, por su forma (Tejero tomó a punta de pistola el Congreso de los Diputados con el presidente del Gobierno incluido y Barreiro se atrincheró con otros payasos en un cuartel militar sabiendo que no sería desalojado por la fuerza) y por su fondo. El fondo de la cuestión argentina era como el caprichito de los niños malos. Como no se les da lo que piden y no se les levanta el castigo, nos aturden a llantos y gritos por si nos ablandamos. No entraré en el fondo de Tejero, puesto que mejores analistas lo han patentizado ya.

Reflexión final. ¿Cabe preguntarse hasta cuándo estos elementos de mal vivir me obligarán a escuchar periódicamente el histerismo patrio de declaraciones, apoyos, lealtades y otras yerbas, acompañadas por bombos tercermundistas, banderas y consignas? ¿Podré algún día encender el televisor, abrir un periódico, escuchar una radio sin el ruido de fondo de sables? ¿Dejaré alguna vez de ser tercermundista, bananero y endeudado?

Argentina, tan sobrada de viejos Vizcacha, ¡que falta te hace un

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Sargento Cruz! (Para los hipotéticos lectores, la última referencia que hago es al Martín Fierro.)-

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