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Un farmacéutico, asesinado de una cuchillada en la arteria femoral

Agustín Braulio Arce Molina, de 56 años, casado y con tres hijos, farmacéutico, fue asesinado ayer poco antes de las dos de la tarde en su establecimiento de la calle de Santurce, número 7, en el distrito de Ciudad Lineal. El cuerpo de Arce fue encontrado por una clienta en la trastienda de¡ local, sentado y en actitud de llamar por teléfono. Según la policía, murió desangrado por un pinchazo de arma blanca en la arteria femoral. Un cuchillo manchado de sangre fue encontrado en el suelo y la caja registradora estaba abierta.

Una joven entró en la farmacia poco antes del mediodía y observó un reguero de sangre que conducía a la trastienda. Alarmada, avisó al dueño de Rachel, un bar cercano a la tienda y en el que normalmente la víctima solía comer todos los días. Con él acudieron dos personas más que vieron al farmacéutico sentado en la trastienda y en actitud de llamar por teléfono. Según uno de los testigos presenciales, Agustín Braulio parecía muerto.Minutos antes de las dos de la tarde, el 091 recibió varias llamadas de vecinos del barrio. Uno de ellos, que no quiso identificarse, aseguró que antes había intentado comunicar con el 092, pero que nadie cogió la llamada.

Según la policía, todos los indicios apuntan a que el farmacéutico debió de enfrentarse a los atracadores. La caja registradora estaba abierta y vacía, había monedas desperdigadas por el suelo y apareció un cuchillo manchado de sangre. Sin embargo, hay dudas sobre el número de participantes en el atraco. Vecinos del barrio afirman haber visto a tres jóvenes salir corriendo del local minutos antes de que la clienta encontrara el cuerpo sin vida del farmacéutico.

Dos horas más tarde, el concejal del distrito, Victorino Granizo, era recibido por unos 200 vecinos que se agolpaban a la puerta del establecimiento con gritos de indignación. Todos achacaban el suceso a la escasa vigilancia policial del barrio. Un gran número de personas afirmaba que cada vez es mayor el número de atracos, y sólo media docena de ellas culpaba de la situación a las familias de gitanos que viven en las inmediaciones.

Según los vecinos, Agustín era un hombre fundamentalmente bueno. Trabajaba en el barrio desde hace más de 20 años y sólo desde hace dos regentaba la farmacia de la calle de Santurce: un local limpio y arreglado, con un pequeño escaparate.

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Un hombre honrado

"Don Agustín", comentó un vecino, "era un persona honrada, valiente y generosa. Era un buenazo. A más de una persona nos ha dado medicinas cuando las hemos necesitado y a muchos ni les cobraba". Esta opinión era insistentemente corroborada por las personas que se agolpaban frente al local.

Según otro vecino, Agustín era un valiente que sabía manejar a los atracadores, ya que había sufrido varios asaltos y siempre mostró mucha tranquilidad. "Hace dos meses", dijo, "unos atracadores se llevaron más de 30.000 pesetas de la caja, y hará unos años, en su antiguo local, también le dispararon, aunque la bala se incrustó en la pared".

A pocos metros de la farmacia, una tienda de alimentación permanece cerrada desde primeros de año. La dueña afirmó ayer que habían tomado la decisión de clausurar el negocio después de haber sido asaltada en numerosas ocasiones. "La última", dijo, "me pusieron, no una sino dos navajas en el cuello, y como no se abría la caja registradora empezaron a impacientarse. Pasé mucho miedo y decidí cerrar el local". Otra señora, propietaria de una panadería, afirmó haber sido asaltada en cinco ocasiones. Y un vecino informó que en más de una ocasión han llegado a robar las rejas de las ventanas más próximas a la calle.

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