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Tribuna:ELECCIONES SINDICALES 1986
Tribuna
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Un primer análisis

Las elecciones sindicales, cuarto proceso electoral desde que se restableció la libertad sindical en España, han finalizado. Lo mismo que sucediera en anteriores ocasiones, el proceso ha sido largo, difícil y complejo.Para dar una idea de la complejidad del proceso baste señalar que se han celebrado elecciones en más de 78.000 empresas, repartidas por toda la geografía española (un 45% más que en 198.2), en las que alrededor de 3.400.000 trabajadores (el 40% más que en el anterior proceso electoral) han elegido 174.000 delegados (un 23% más de delegados que en las últimas elecciones sindicales). Si consideramos que la tasa de participación, allí donde se han promovido, ha sido superior al 80%, se pone de manifiesto, una vez más, el arraigo y la penetración del ideal democrático entre los trabajadores.

En esta ocasión el marco de participación democrática se ha visto ensombrecido por el irracional comportamiento de CC OO, que, elevando la anécdota -siempre posible en un proceso de tamaña complejidad- a categoría casi de Estado, ha intentado, a través de una campaña sucia, lamentable y de tierra quemada, poner en entredicho la credibilidad del proceso.,

Mucho nos tememos que las adversas expectativas respecto a los posibles resultados a obtener en estas elecciones -corroboradas incluso por un sondeo encargado por la citada central antes de iniciarse el proceso hayan sido el desencadenante de esta campaña insidiosa e interesada en la que posiblemente el movimiento sindical en su conjunto haya sido el único perdedor. De cualquier manera, y terminado el proceso electoral, sí debería ser motivo de reflexión quiénes han sido a la postre los beneficiarios de una campaña tan injusta como exagerada.

De lo que no cabe la menor duda es que UGT ha debido soportar en solitario la instrumentalización que de las inconsistentes acusaciones lanzadas por Comisiones Obreras ha realizado la derecha, algunos grupos parlamentarios, los empresarios y diversos medios de comunicación, asustados ante los resultados que UGT iba obteniendo en la primera parte de la campaña, por las posibles implicaciones de tipo político que ello podía conllevar. En este contexto incluso llegó a intervenir la Conferencia Episcopal Española, hecho inaudito y verdaderamente insólito.

Sin embargo, la voluntad mayoritaria de los trabajadores ha respaldado la política de rigor y eficacia que UGT ha venido propugnando en defensa de los trabajadores. A la luz de los resultados obtenidos, justo es reconocer que nos sentimos orgullosos del apoyo recibido. En cualquier caso, la confianza depositada por los trabajadores en el proyecto sindical de UGT es un acicate para seguir construyendo un sindicalismo que sea eficaz en la defensa de los asalariados.

Algunas conclusiones

Finalizado el proceso electoral, y a tenor de los resultados registrados en todas y en cada una de las comisiones provinciales entre el 1 de octubre y el 31 de diciembre, es posible establecer, siquiera con carácter provisional, algunas conclusiones. La primera es, sin duda, la que se refiere a la consolidación del sindicalismo de clase en nuestro país.

La representatividad obtenida por UGT y CC 00, que reúnen el 75% de los delegados elegidos (frente al 70% que obtuvieron en 1982), demuestra inequívocamente el grado de asentamiento de ambas centrales y el nivel de respaldo que el sindicalismo de clase tiene entre los trabajadores españoles. Si este hecho lo consideramos en relación con el escaso porcentaje de delegados que han obtenido otras opciones sindicales, tales como USO, sindicatos independientes, CNT y no afiliados, se comprueba que este cuarto proceso electoral ha servido, como sucediera con los anteriores, para clarificar y decantar, acaso definitivamente, el mapa sindical español.

Una tercera vía sindical, alternativa a los modelos que representan UGT y Comisiones Obreras, se ha revelado inviable. De las opciones sindicales nacionalistas, tan sólo ELA-STV consolida su situación en el País Vasco, perdiendo la INYG el carácter de sindicato más representativa que le atribuye la LOLS en la comunidad gallega. En segundo lugar, y de manera notable, la UGT continúa siendo la primera fuerza sindical y mejora sustancialmente los resultados de 1982, pasando de los 51.670 delegados elegidos entonces a los más de 70.000 que ha obtenido en esta ocasión, incremento que ha tenido lugar tanto a nivel territorial como sectorial mente. La UGT es mayoritaria en 14 comunidades autónomas y en 46 provincias, algunas tan significativas como Málaga, Córdoba, Cádiz, Sevilla, Tarragona, Pontevedra, Valencia, Ávila y Guadalajara, en las qué Comisiones Obreras ha dejado de ser la central mayoritaria, superan do en delegados a CC OO en la mayoría de los sectores de la producción y de los servicios, incluso en aquellos en los que tradicionalmente CC OO venía ostentando la mayoría, tales como el metal, la construcción y el textil. Y aquí debería subrayarse que en algunos de estos sectores se han llevado a cabo importantes procesos de reconversión.

Porcentaje de delegados

Igualmente, si nos atenemos a las características de las empresas según el número de trabajadores que emplean, provisionalmente y a falta de una desagregación más detallada de los datos, UGT es también la central sindical que mayor porcentaje de delegados ha obtenido en la empresa grande (más de 1.000 trabajadores), en la mediana y pequeña empresa.

Precisamente en la empresa pequeña es donde UGT ha realizado un mayor esfuerzo de implantación, superando con creces la presencia que ya obtuvo en 1982. Y es justamente en este tipo de empresas donde los trabajadores necesitan más del sindicato. Este hecho, unido a su homogéneo reparto, tanto geográfica como sectorialmente, indica a las claras el grado de implantación creciente de la Unión General de Trabajadores.

Por su parte, Comisiones Obreras, aunque haya incrementado ligeramente su número de delegados, no crece en términos reales, sino que se estanca, en términos porcentuales, en los resultados que ya obtuviera en 1978, 1980 y 1982. Respecto del anterior proceso electoral, ocasión en la que CC OO obtuvo la mayoría en 12 provincias, ha perdido ésta en ocho de esas provincias, dejando también de ser la central, sindical mayoritaria en sectores tradicionalmente considerados como punteros dentro del movimiento obrero, como ya se ha señalado.

En conjunto, y sin lugar a dudas, los resultados de las elecciones sindicales de 1986, han supuesto un avance considerable para UGT, que, ha obtenido más de 70.000 delegados, el 40,5% del total de los representantes elegidos (un 36,7% en 1982), y 11.000 delegados de diferencia sobre CC OO, que con algo más de 59.000 delegados obtiene el 34,1% (un 33,6% en 1982).

Resultados adversos

Esta valoración positiva no debe hacer olvidar algunos resultados adversos en ciertas, empresas públicas. Estos resultados, que Contrastan con el apoyo mayoritario recibido, merecen también una breve consideración. En primer lugar, somos plenamente conscientes de que se deben principalmente a los errores que haya podido contener la acción sindical desarrollada por UGT en esas empresas. Posiblemente los adversos resultados que UGT ha obtenido se deban a que no se ha sabido o no se ha tenido éxito en dejar claro que UGT no es corresponsable de las decisiones que los gestores empresariales han tomado, produciéndose, en algún momento, una identificación nada beneficiosa entre la política sindical defendida por UGT y los planteamientos empresariales.

De igual manera, la errónea apreciación de que UGT haya sido corresponsable de ciertas decisiones o manifestaciones contradictorias del Gobierno ha podido ser causa de reticencias o recelos a la hora de votar nuestras candidaturas. Cuando nuestra central sindical manifestó que en sus relaciones con el Gobierno socialista mantendría una política de apoyo crítico, éramos plenamente conscientes de la dificultad de tal comportamiento. Evitar que en algunos sectores pudiera producirse este tipo de identificaciones, en las que se concluye de un modo tan superficial como apresurado que si el sindicato apoya -aunque sea críticamente- a un determinado Gobierno, habrá de ser corresponsable con él de todas sus decisiones, incluso de aquellas que merecen la oposición del sindicato, fue un riesgo que se asumió en su momento. Y aunque no siempre haya sido comprendida nuestra política de responsabilidad, a la luz de los resultados globales puede concluirse que la aceptación de la misma ha sido mayoritaria.

Sugerencias

Finalmente, cabe señalar que tanto el desarrollo del proceso electoral como los resultados finalmente obtenidos son pródigos en sugerencias para desarrollar la política sindical que los trabajadores españoles han respaldado. Parece un hecho que los asalariados españoles confirman una acción sindical basada en la reivindicación, en la eficacia y en la tenaz exigencia en el logro de mejores condiciones de vida y de trabajo, que se deben corresponder con la responsabilidad en las acciones y el, rigor de las. propuestas y planteamientos.

En segundo lugar, parece claro que los trabajadores se pronuncian nuevamente por un sindicalismo cotidiano, es decir, una acción sindical realizada día a día en la fábrica, taller o centro de trabajo; acción sindical próxima y cercana al trabajador concreto, que reivindique y satisfaga de manera inmediata las necesidades y resuelva las carencias que se detecten. Y ello sin detrimento de una política sindical de más amplio alcance que, a partir de la solidaridad y la defensa de los más débiles, consiga logros sociales para todos. Y en último término, el movimiento sindical deberá plantearse el ofrecer una atención eficiente a las expectativas particulares que trascienden incluso los aspectos más directamente ligados al trabajo.

Sin lugar a dudas, estas elecciones sindicales culminan una etapa del movimiento sindical. En los próximos años, para conseguir los objetivos anteriormente señalados habrá que realizar un gigantesco esfuerzo de reflexión y de trabajo para incrementar nuestra afiliación y extender la presencia sindical en las empresas. Se trata de crecer no sólo hacia el exterior, sino sobre todo internamente, fortaleciendo así un movimiento sindical capaz de profundizar en la democracia industrial y que sea eficaz en la defensa de los intereses de los trabajadores.

En cualquier caso, nuestra aspiración es proseguir en la consolidación de lo mucho que hasta la fecha UGT ha conseguido en el camino de la modernización de las relaciones laborales españolas y señalar a continuación que es mucho también lo que todavía queda por conseguir. El respaldo que nuestro sindicato ha obtenido en los sucesivos procesos electorales es, sin duda, la mejor garantía y el mejor acicate para proseguir reivindicando una sociedad más justa, libre e igualitaria.

José Antonio Saracíbar es secretario de organización y acción sindical de UGT.

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