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Tribuna:LAS REIVINDICACIONES DE LOS ESTUDIANTES
Tribuna
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De nuevo 'los apaches' invaden el asfalto

Millares de estudiantes de enseñanza media, coincidiendo con las masivas manifestaciones parisienses, se han echado a la calle en las grandes ciudades españolas para expresar de forma visible su protesta contra la selectividad, el continuo aumento de las tasas académicas, la nueva normativa sobre el COU y una supuesta supresión de los exámenes de septiembre. Los estudiantes comienzan a movilizarse tras una aparente pasividad, pero quizá por razones menos evidentes que las mencionadas anteriormente. De hecho, los jóvenes son en su mayoría enormemente sensibles al valor de la igualdad y comprueban, desde una óptica meritocrática, tan fomentada por el Gobierno actual y con la cual se identifican en gran medida, que las últimas reformas relativas a la enseñanza, pese a la ampliación de la política de becas, no van camino de adecuar capacidades a oportunidades, sino, por el contrario, a favorecer la formación de elites universitarias y, en consecuencia, a promover situaciones de desigualdad.El mito de la eterna juventud

La protesta estudiantil parece estar ligada además a toda una serie de procesos sociales que de un modo un tanto esquemático podrían situarse en tres ámbitos diferentes: el desnivel existente entre la valoración simbólica de la juventud y su estatuto real, la reciente remodelación de la interacción familia / escuela, y, finalmente, el predominio de una lógica arcaizante en las instituciones educativas.

La crisis del Estado del bienestar ha puesto en evidencia las flagrantes contradicciones existentes en nuestras sociedades avanzadas, que afectan muy particularmente a los jóvenes y dejan al descubierto la gran distancia que separa a la juventud como representación de su situación material en la vida cotidiana. La juventud es en la actualidad la categoría de edad privilegiada en los medios de comunicación, la moda, el deporte, la movida, el culto al cuerpo y a la salud. Esta fuerte representación que hace del ser joven el estado positivo por excelencia es efecto, en gran medida, del protagonismo y de la posterior mitificación que alcanzaron los movimientos juveniles en la década prodigiosa, movimientos con los que conecta una parte importante de los estudiantes de hoy, cuyos estilos de vida siguen estando tan marcados por la música, las motos, el deporte y la vestimenta. Pero, a diferencia de los jóvenes de las décadas pasadas, las expectativas de cambio se han derrumbado con el ocaso de los valores de la modernidad, por lo que hoy se ven enfrentados a unas condiciones de vida muy difíciles, prácticamente excluidos de toda participación en la vida social y abocados a un futuro incierto. Esta contradicción entre lo imaginario y lo real refleja de manera específica las tensiones existentes en un sistema social que potencia el individualismo, el hedonismo, el consumo, la vida privada y la tolerancia, y una realidad en la que no cesan de acrecentarse el paro, la indiferencia, la dependencia y la marginación de determinadas minorías entre las que, no por azar, se encuentran muchos jóvenes.

Cogidos en tenazas

La familia y la escuela, principales instituciones de socialización desde principios del siglo XX, si bien hasta ahora se reforzaban mutuamente, especialmente en el caso de los hijos de la burguesía, se mantenían, no obstante, diferenciadas y separadas en sus respectivas áreas de acción. En la actualidad se perfila la tendencia -o al menos así parecen percibirlo los jóvenes- a que ambas instituciones se superpongan en el campo de la enseñanza. El relajamiento de la disciplina familiar tiende a desplazar hacia la escuela las exigencias de una mayor normalización y control. Los estudiantes presienten, dada su exigua representación en los consejos escolares y el carácter fatal de las reglas de juego ya establecidas, que pueden verse cogidos en una especie de tenaza asfixiante a la que no basta con oponer simplemente una resistencia pasiva.

Esto explica que la comisión de estudiantes que se entrevistó con Rubalcaba pidiese la retirada de la circular ministerial dirigida a dichos consejos, que reglamenta las actividades escolares y extraescolares, por considerarla represiva. La suma de las presiones que muchos estudiantes reciben para conseguir la excelencia escolar al precio que sea comienza a hacerse insostenible. El pasotismo deja de ser, en consecuencia, una postura realista para resistir a las crecientes e idealizadas exigencias de padres y profesores, ya que los estudiantes son conscientes del valor relativo de los títulos para su futura promoción profesional, sobre todo en aquellos casos en los que no se dispone de un capital económico ni de una estrategia familiar de alianzas.

Por último, es preciso referirse al sinsentido que para una amplia proporción de jóvenes presenta la vida en los centros educativos. A los programas recargados, la masificación, las continuas evaluaciones, la pesadez de la disciplina autoritaria y las pocas posibilidades de promover e intervenir en actividades -posiblemente las que más conectan con sus intereses siguen considerándose extraescolares-, se añade su escasísimo peso en la gestión de los centros. Pero además se produce una creciente desconexión entre los contenidos de los programas y los modos de vida de muchos jóvenes, especialmente de los provenientes de medios con un capital cultural débil que han accedido a la enseñanza media en las últimas décadas, así como el choque entre la cultura de la imagen y la cultura de las aulas.

Posiblemente, desde el interior de todos estos ajustes y desajustes cobren una mayor significación las últimas movilizaciones. Sería de desear, por tanto, que el etnocentrismo paternalista de los adultos, y en particular el de las autoridades públicas -desde los centros de enseñanza hasta el más alto nivel-, no les impida escuchar, a través de estas festivas y ruidosas manifestaciones de los nuevos indios metropolitanos, las demandas legítimas de una nueva generación que tiene derecho a decidir sobre su presente y su futuro.

Julia Varela es profesora de Sociología de la facultad de Ciencias de la Información de la universidad Complutense.

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