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Tribuna:REIVINDICACIÓN DE UNA PROFESIÓN
Tribuna
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Prostitución y salud en Madrid

Según la recomendación de la OMS, que estimula, entre otras, las políticas de promoción de salud de la Comunidad, los servicios sanitarios y sociales deben orientar su atención hacia el principio de atender a todos, y particularmente a quien más lo necesita, planteando que se debe tender a alcanzar el modelo ideal de la asistencia integral que favorezca el bienestar físico, psíquico y social de los individuos en unas relaciones libres y solidarias.Asumiendo esta recomendación y entendiendo que el objetivo del sistema sanitario de un país es elevar el nivel de salud de la sociedad, todo programa sanitario dirigido al colectivo de prostitución no debe quedar al margen de estas premisas.

Así pues, estos sistemas de promoción de la salud deben tener de forma inherente el nivel preventivo en su actuación, que comenzaría con un análisis de los factores de riesgo entendidos en una doble perspectiva; aquellos que se relacionar) con la fragilidad y vulnerabilidad (predisposición del terreno a la enfermedad) y aquellos que son desencadenantes en causas inmediatas de la enfermedad. Algunas de las múltiples situaciones de riesgo (maternidad sin apoyo del padre, precariedad económica, maltratos a la mujer y al niño ... ) concurren a menudo en la prostitución femenina; es por ello que se considera a la prostitución como un grupo de alto riesgo social y sanitario, que incluye no sólo a las mujeres afectadas, sino también a su entorno próximo y a otros sectores de población con él relacionados.

Hasta ahora, los estudios realizados sobre prostitución femenina suelen aportar datos cuantitativos globales sobre las características de estas personas antes de prostituirse (nivel cultural, personalidad, abandono del cónyuge ... ), y la respuesta por parte de la sociedad general (actitudes hacia las madres solteras ... ), y la del entorno próximo. (familia de origen, amigas, proxenetas ... ). Sería interesante el estudiar la relación entre prostitución y drogadicción, el determinar qué es antes y qué es después: si el deterioro psíquico y las necesidades económicas de las drogadictas las llevan a prostiturse, o si es el régimen de vida de la prostituta el que le empuja a la droga.

En la decisión de entrar en la prostitución no interviene solamente la mujer, sino también el compañero o marido, a veces los padres y las amigas. Igualmente, sería destacable la red social de la mujer prostituta: los policías, los dueños de las pensiones, los proxenetas organizados, las madrastronas de guarderías clandestinas para hijos de prostitutas, etcétera.

Acerca de la inducción de la entrada en la prostitución no tenemos experiencias aportables, puesto que quienes acuden a nosotros lo hacen después de varios años de ejercicio; por ello es indudable que el plan de actuación debería orientarse más a la detección precoz.

En el aspecto legal, desde 1980 no se aplica en la práctica la ley de Peligrosidad Social, si bien continúan las redadas por escándalo público. En cambio, sí son perseguibles por ley las terceras personas que viven de la prostitución. Recientemente se ha abierto un debate acerca de la conveniencia de obligar al control sanitario de todas las prostitutas; en el caso de nuestra clientela, medidas tales como la prohibición de ejercer en la vía pública o el control fiscal supondría la prohibición completa del ejercicio de la prostitución, y en la práctica, la tolerancia de formas de mayor explotación, al pasar a depender en algún modo y en condiciones ínfimas de redes de proxenetismo.

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Dos años de experiencia

El Ayuntamiento de Madrid, en 1984, comenzó en el distrito de Centro un plan de asistencia socio-sanitaria de atención a este grupo de riesgo, que ejerce la prostitución en condiciones muy precarias, haciendo las exigencias administrativas más flexibles. Para intentar eliminar, o por lo menos no potenciar, el carácter marginal de este colectivo, la atención no ha querido orientarse por un programa específico; la atención socio-sanitaria debe de ser cubierta por los servicios normalizados del sistema existente, pero siempre teniendo en cuenta las prioridades que se deducen de la situación social y sanitaria que presentan.

El problema mayor con el que topa este plan es cuando se asienta en la política social que lo ha generado. Creemos que quedan por superar contradicciones y una profunda descoordinación que resumiremos en dos ejemplos significativos.

Por un lado, el sentir que cuando se proyecta una atención encaminada especialmente a incidir en el colectivo de prostitución se olvidan todos aquellos servicios que, a pesar de disponer en muchos casos de toda una maquinaria publicitaria, desarrolla su labor en locales aparentemente camuflados tras el nombre de salones de masaje o clubes nocturnos, y que no por ello sufren una situación menos precaria en lo que afecta a las mujeres.

Por otro, comprobamos que después de una iniciativa municipal como es ésta, otras instancias, como la Dirección General de Policía, continúan con sus intermitentes redadas hacia el colectivo callejero, creándole con ello la contradicción de si se las quiere asistir y cubrir sus necesidades o si, por el contrario, se las cree sujetos alteradores del orden público.

Estas redadas no suelen llegar nunca a esos establecimientos antes aludidos, y que están, en el fondo, enriqueciendo a verdaderos proxenetas, cuya actividad sí es penada por la ley.

Debido a la experiencia acumulada en estos dos años, vemos que el tipo de intervención debe recoger los aspectos tanto biológicos como sociales:

- Coordinación de recursos asistenciales (sanitarios, sociales, etcétera).

- Disminuir la incidencia de la prostitución ofertando a mujeres en situaciones críticas (abandono del compañero, mujeres solas con cargas familiares, adolescentes embarazadas... ) otros medios de vida diferentes a la entrada en la prostitución.

- Otra característica básica que deben de cumplir estos servicios es la accesibilidad, tanto desde el punto de vista geográfico como psicológico y humano, haciendo unos servicios humanitarios donde estos colectivos no se vean rechazados.

- Educar a la población en general acerca de esta problemática, evitando con ello actitudes marginadoras.

- Formación de los profesionales que trabajan con estos colectivos.

- Creación de recursos sociales y sanitarios para la prevención y atención de esta problemática, integrándolas dentro de los programas de los centros de salud, como son: programa materno-infantil, del adulto, enfermedades de transmisión sexual, planificación familiar, etcétera.

- Fomento de la solidaridad de este colectivo con el fin de que participe activamente en el proceso de cambios deseado por él mismo.

Como última reflexión

Aparte de intentar que las personas (hombres y mujeres) que hoy por hoy viven o subsisten en ese espacio que se ha venido en llamar margen de las sociedades, y en el que es muy difícil recoger lo que de bienestar nos pueden aportar el conjunto de conciudadanos que están dentro de esa línea de la sociedad normal, ideal de lo más loable en los tiempos que corren, no hay que olvidar que todas las culturas, hasta donde nuestra memoria colectiva alcanza, han sancionado un comportamiento sexual caraterizado casi invariablemente por dos pautas, cuales son la represión del instinto sexual y la otorgación del papel receptor y objetual a la mujer. Así, los hombres que no pueden establecer las necesarias relaciones por las vías institucionalizadas deben recurrir a las formas marginales (no por ello menos reconocidas), utilizando el único vehículo de intercambio: el dinero.

Pilar Estébanez Anabel Díaz y Amparo Comas son coordinadora y asistentes sociales, respectivamente, del Centro de Promoción de Salud del Distrito Centro.

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