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Cuando las lanzas se vuelven cañas

Los conatos compradores del miércoles se han convertido finalmente en escarceos y tomas de posiciones selectivas durante la sesión de ayer, y, aunque el ambiente de fondo no ha cambiado en lo sustancial, la forma ha registrado una drástica mutación de lanzas por cañas. Los títulos que ofrecen algunas garantías sólidas a largo y medio plazo han sido precisamente los objetivos de una serie no demasiado potente pero sí efectiva de órdenes demandadas que han logrado subir las cotizaciones. Éste fue el caso de las sociedades eléctricas, las inmobiliarias, algunas químicas y Telefónica. Los motivos de la canalización de una corriente de recursos hacia estos valores parecen evidentes una vez considerado el hecho de que las acciones de electricidad ofrecen una buena relación calidad-precio y una rentabilidad por dividendos nada despreciable, además de unas proyecciones de futuro que mejoran con el paso de los meses. Por su parte, las constructoras no hacen sino cotizar el buen momento imnobiliario a nivel nacional, así como el evidente deseo del Gobierno de potenciar el sector de la construcción, que suele ser el que realiza las funciones de locomotora de la economía nacional.Los valores químicos, especialmente los petroleros, se mueven por motivos propios y las acciones de Telefónica oscilan sin rumbo definido, pero bajo la influencia de un próximo canje de bonos por acciones y de un elevado nivel de contratación diario que supone cerca de un 10% del total negociado en cada sesión.Por el contrario, los valores bancarios siguen a su aire, completando a marchas forzadas el saneamiento interno de sus cotizaciones, al calor de una nada exigua cantidad de papel, que sin embargo desciende como los días. Los fuertes recortes de este segmento han sido los que han moderado el resultado del índice hasta dejarlo en una cifra poco significativa. No obstante, algunas de las grandes entidades del sector optaron por tomar la totalidad de sus restos vendedores en sus operaciones por caja, por lo que, de momento, se han deshecho de los excesos de papel. Tampoco los seguros pudieron hacer gran cosa, en líneas generales porque siempre hay excepciones, ante la abundancia de oferta, y la baja ha sido el resultado más común. Finalmente, los valores especulativos más notorios se han desinflado, como en los casos de Sarrió, Papelera o Sniace, entre otros.En el horizonte bursatil se dan una serie de condicionantes que antes o después deben dejar sentir su presencia. Por ejemplo, el acicate con que el banco emisor drena la liquidez del sistema en cuanto ésta se desvía un poco de la banda prevista y las perspectivas de continuas caídas en los tipos de interés del sistema financiero. Por su parte, el tema de variaciones significativas en el campo impositivo, y especialmente en cuanto a la dedución por inversión, a cambio de una rebaja tarifaria en el IRPF, ha pasado sin pena ni gloria por el patio de operaciones, considerándose, en todo caso, que estas reformas entrarán en vigor para la declaración del ejercicio próximo y que, por lo tanto, lo lógico es jugar las cartas con la baraja que rige en la actualidad, dejando para más adelante las oportunas variaciones de estrategia que merecerá el asunto.

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