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Tribuna:LA CAMPAÑA ELECTORAL
Tribuna
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La libertad de voto y el voto por la libertad

La continuidad del socialismo en el Gobierno significaría la insistencia en acrecentar un listado gigantesco y megalómano que se entromete en los reductos todavia no domeñados ni controlados por él, según el análisis que realiza el autor de este artículo. En él se exponen, además, los principios que animan a su partido, que se sintetizan en el empeño de devolver a la sociedad su protagonismo, restaurar la libertad perdida a manos del miedo, limitación de los poderes públicos y mejora de la gestión en todas aquellas actuaciones del Estado en las que éste deba actuar como factor de civilización, y no como anquilosado impedimento de progreso.

Los ciudadanos de las democracias parlamentarias deben ejercitar permanentemente su participación política mediante la formación de la opinión. pública. Sin embargo, cada determinado período de tiempo -en el régimen español cada cuatro años- tienen ocasión de fijar definitivamente las pautas políticas de la siguiente legislatura por medio del voto. A través de esta concurrencia electoral el pueblo soberano determina no sólo quiénes habrán de gobernarlo y la relación entre mayorías y minorías, sino la dirección concreta en la que el país debe seguir caminando.Se impone, pues, precisamente en el período inmediatamente anterior a las elecciones, una reflexión responsable acerca del sentido del voto. Una reflexión que debe partir del conocimiento de la situación actual y del por qué se ha llegado a ella, y que debe evaluar con ponderación y sin apasionamiento cuáles son las ofertas entre las que cabe elegir.

La situación actual está bien a la vista, aunque quizá la proliferación de mensajes publicitarios y la confusión interesada que alguno introduce en el panorama agitado de estos días puedan llevar a engaño. Pienso, sin apasionamiento, alguno, que España sigue estando aún en la encrucijada; que los socialistas no han aprovechado el inmenso caudal político de confianza que recibieron paxa lograr el más reiterado de sus propósitos: que las cosas funcionen en España; que, por el contrario, la burocracia se ha entrometido en todos los intersticios de la sociedad, de forma que el Estado, no sólo no ayuda, sino que imposibilita que los españoles trabajemos productivamente por forjar un futuro mejor. En suma, la ciudadanía está cohabitando con la mediocridad del poder, en tanto la que fue mayoría en 1982 tiene que conformarse con alardear, no de lo que ha conseguido, sino del deterioro que a su juicio ha logrado impedir. Parco balance para tan ostentoso proyecto.

En lo tocante a las ofertas políticas, cada una de las cuales se superpone a un vector diferente de avance, el análisis no es dificil, en primer lugar se puede optar por la continuidad. Ello signíficaría no sólo la insistencia en la actual incapacidad para regenerar y vitalizar el ímpetu social hacia el verdadero progreso, sino la insistencia en acrecentar un Estado gigantesco y megalómano que acabe de entrometerse en todos los reductos que todavía no han sido domeñados y controlados por él. La aventura no es muy apasionante.

La opción conservadora

En segundo lugar cabe la opción conservadora, no tan distinta, en contra de lo que podría parecer a primera vista, de la socialista. En efecto, los conservadores no repudian aquella eminencia del Estado; sencillamente, la quieren para otros fines bien distintos, ligados a sus particulares intereses. Y no es cosa, creo, de sustituir un éstatalismo par otro corporativista y sin imaginación.En tercer lugar, y por último, si se excluyen del cómputo las pequeñas opciones marginales o testimoniales, está la opción reformista, de carácter liberal progresista. Por nuestra parte, el empeño principal se dirige a devolver a la sociedad su protagonismo, su eminencia; a restaurar la libertad perdida en estos años a manos del miedo; a promover el desarrollo interno del cuerpo social, de forma que sea éste el que acometa la tarea de modernizar las estructuras socioeconómicas; a limitar los poderes públicos, de modo que la división entre ellos los limite recíprocamente con lo que se impidan extralimitaciones y abusos; a mejorar la gestión en todas aquellas actuaciones del Estado en las que éste deba actuar como factor de civilización, y no como anquilosado impedimento de progreso...

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Sin duda alguna los partidos que han desempeñado en la legislatura que concluye la lamentable comedia del bipartidismo, satisfecho el uno con el poder y conformado el otro con ser oposición y haber llegado al techo de sus posiblidades, utilizarán las armas a su alcance para deformar la realidad, y distraer la voluntad de los electores. Ya han empezado, por de pronto, a apelar a la credibilidad de todos mediante encuestas falseadas o sondeos de opinión realizados en laboratorios partidistas. Pero yo estoy seguro de que los ciudadanos, con la realidad en la mano, desoirán las simplezas de unos y de otros y ejercitarán plenamente su libérrimo albedrío. Las manipulaciones pueden servir en sociedades primarias y sin intuición; la española no adolece ni de lo uno ni de lo otro.

Y a partir de esta libertad nadie puede hurtarnos, como yo solicito, el voto para la libertad. El que nosotros, los, reformistas, reclamamos no es un voto de delegación, no va destinado exclusivamente a legitimar a otras personas para que asuman la responsabilidad del futuro: el voto que pedimos regresará a la sociedad, porque será ella misma la que se convierta en protagonista de la próxima legislatura.

El pueblo español ha dado pruebas sobradas de madurez. No necesita de tutelas paternales ni de tutores que lo rediman de sus descarríos. Todos sabemos que el Estado debe velar por esas minorías que no pueden valerse por sí mismas, que no son autosuficientes; por la igualdad de oportunidades en el origen; por transmitir al mundo una imagen activa y moderna de España. Y en este sentido regeneramos un Estado capaz de todo ello, con el tamaño adecuado, con absoluta transparencia y sin prolijas burocracias. Pero el gran destino nacional, el gran proyecto coinún de futuro, tiene que escenificarlo, sin intermediarios, la sociedad civil en libertad. Al cabo no liemos llegado hasta aquí para poner en manos de unos cuantos lo que pertenece a todos los españoles: la libertad, la creatividad, la esperanza.

En menos de cuatro años los españoles no sólo no hemos logrado vivir mejor, pese a que el poder ha tenido todo de su parte -apoyo político, magníficas cosechas grac¡as a la meteorología, mejor coyuntura económica internacional-, sino que hemos visto retroceder la libertad civil, el bien más apreciado y más apreciable. Sería tina tragedia que consumáramos este absurdo empeño de debilitar los mimbres de una sociedad que arde en deseos de ser ella misma, de aventurarse en la empresa de progresar por sus propios medios.

Por ello los reformistas pedimos que se ejercite la libertad para elegir, también, la libertad.

Federico Carlos Sainz de Robles encabeza la lista del Partido Reformista Democrático (PRD) por Madrid.

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