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Cecilia Gasdia

'La sonámbula' y la funámbula

Andrés Fernández Rubio

La protagonista de La sonámbula, ópera de Bellini, camina en sueños sobre un puente. En el teatro de la Zarzuela de Madrid, donde en estos días se representa la obra, contrataron a una doble por si a la soprano Cecilia Gasdia le daba vértigo la altura. Fue en vano. Gasdia llegó al ensayo, se encaramó al estrecho puente y aprovechó para contorsionarse, ante el susto de los presentes. No era un arrebato suicida; sólo trataba de recordar la época de su infancia en la que hacía ejercicios sobre una cuerda. Entre las aficiones de esta prima donna de 25 años figuran el funambulismo, el paracaidismo y los saltos de trampolín.

Gasdia pronuncia con delectación la palabra aventura. Pocos podrían imaginarse que tras los desgraciados personajes de ópera que ha interpretado -entre ellos Amina, en La sonámbula, o Ana Bolena, en la ópera del mismo título de Donizetti- se esconde una gimnasta que parece tener la obsesión de volar. Tres veces se ha lanzado en paracaídas, tuvo que dejar los saltos de trampolín porque podía dañarse las manos en una etapa en la que sólo tocaba el piano; y le encantaban los pequeños ejercicios acrobáticos sobre la cuerda.Estas actividades las realizaba cuando era adolescente "por pasión", según dice. Ahora es una cantante de ópera con futuro, los especialistas la definen como "soprano lírico elegiaca", y los ejercicios arriesgados ya sólo los realiza con la voz.

Cecilia Gasdia es una italiana de Verona, hija de un abogado que quiso que sus tres hijas tuviesen una formación musical. En la Arena de Verona, el famoso festival al aire libre, entró como corista y estuvo dos años, hasta que a los 19 ganó el concurso de televisión María Callas. Fue el principio de su carrera, que se afianzó en 1985, al sustituir a Montserrat Caballé en Ana Bolena.

Como comparsa dice que se sentía "felicísima", contemplando de cerca a los grandes divos, sin más ambiciones. Ella achaca al destino la vuelta que ha dado su vida, y se muestra contenta con su actual situación.

María Callas ha sido importante en su carrera no sólo por haber ganado el concurso que lleva su nombre, sino también porque en los primeros discos que oyó con mayor agrado intervenía ella. Callas sería quizá el gran ejemplo para una joven cuya carrera asciende, pero Gascia, tras definirla como "gran artista y genio musical", comenta que fue pobre y desgraciada en su intimidad. Por eso aspira a dejar una huella no sólo en el arte sino también en la vida; porque "si te consagras totalmente", dice, "no tienes vida privada, y aunque dejes algo para la historia no has creado nada para la vida".

A Cecilia Gasdia no le molestan los viajes o estar fuera de casa durante 10 meses al año. Siente que la juventud, su juventud, hace, que todo esto no sean inconvenientes. Sabe también que ese espacio vital que quiere crear a su alrededor es la mejor inversión con vistas al futuro. En su actividad hay para ella un gran peligro: "Quedarse solo, sin voz, sin amigos y sin nada". "Cuando eres joven todo el mundo te quiere", añade, "pero pierdes la voz y lo pierdes todo. Sí tienes suerte, a lo sumo te queda el dinero".

En su proyecto vital aparece un joven médico de Verona. Al oír la palabra matrimonio se horroriza e irónicamente vuelve a justificar con su juventud ese sentimiento de rechazo. Cuando después de la conversación, celebrada durante un ensayo, la reclaman en escena, su espontaneidad se transforma en un gesto de preocupación responsable. Casi no se despide. Es una gimnasta que se aleja para convertirse en sonámbula.

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