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El Centro Georges Pompidou de París expone una muestra sobre el esplendor y la decadencia de Viena

El museo ha recopilado gran parte de las obras de Klimt, Schönberg y Kokoschka

El Centro Cultural Georges Pompidou tiene abierta hasta el 5 de mayo, bajo el título Viena 1880-1938, una exposición quizá única en su género por la calidad de las obras expuestas, entre las que destacan las de Klimt, prestadas por museos vieneses y extranjeros, con piezas que viajan por primera y última vez; la de E. Sebiele, un auténtico descubrimiento, y la de Kokoschka. Además de ello, la práctica totalidad de la obra pictórica de A. Schönberg y obras de los principales autores, pensadores y científicos de la época. Una exposición de arte total "equivalente a la obra de arte total con que soñaban los vieneses", según su comisario general, Gérard Régnier.

Tras Viena y Venecia, París dedica actualmente una exposición a la ciudad Potemkin, como la definió uno de sus arquitectos más importantes, Adolf Loos, en franca ruptura con el espíritu de Otto Wagner, su maestro y figura fundamental en la construcción de la Reinstrasse, esa arteria (16,5 kilómetros, 57 metros de anchura) símbolo de un imperio que, atravesando la ciudad, separaba la Viena de los ricos de la de los pobres, la Viena dorada de la Viena roja, como una frontera cultural y social que definiera las dos partes de esa ciudad, "laboratorio para un apocalipsis" en palabras de Karl Kraus o "lugar de un apocalipsis gozoso" en las de Hermann Broch.Sin embargo, la muestra parisiense no es ni una continuación ni una copia perfecta de las anteriores, pues su comisario general, Gérard Régnier, ha querido y logrado dotarla de una especificidad propia. Si la de Viena abarcaba el período comprendido entre dos quiebras económicas, la de la Bolsa de Viena en 1873 y la de Wall Street en 1929, la de París comienza y termina con dos fechas decisivas por su carácter sociopolítico y, en consecuencia, cultural: 1888, cumbre de la cultura burguesa clásica, pero también momento en que se consolidan dos partidos que años más tarde engendrarán el nacionalsocialismo de triste memoria, el cristiano-social de Karl Lueger y el pangermánico de Georg ven Schönerer.

El año 1938, momento en que termina la exposición, supone también otra cumbre, la del nazismo, que dirigido por un emigrante austriaco, Adolf Hitler, incorporará Austria a Alemania, involucrándola irremediablemente en el holocausto.

Viejo mundo

Pero, además, la muestra de París, diferente por lo que respecta a la cantidad y calidad de las piezas expuestas, tiene también una doble intención: la primera, hacer una distinción clara entre el genio austriaco y el alemán -y sobre todo prusiano, que muchos confunden-, y la segunda, poner de relieve la importancia -en gran parte desconocidadel papel jugado por los científicos, artistas, escritores, filósofos, músicos y pensadores vieneses en el nacimiento de nuestro siglo. Sin violencia aparente, sin manifiestos clamorosos, sin estrepitosas rupturas (en superficie, aunque sí en el fondo), todos ellos colaboraron a acelerar la crisis definitiva de un mundo decadente, inadaptado política y socialmente a las nuevas realidades.En la Viena de finales de siglo, hombres como Otto Preminger, Max Reinhard, Kokoschka, Schönberg, Robert Musil, Hermann Broch, Elias Canetti, Stefan Zweig, Ludwig Wittgenstein, Karl Popper, Sigmund Freud, Wilheim Reich, Bruno Bettelheim, Josef Schumpeter, Klimt y otros muchos aceleraron con su trabajo la descomposición de ese viejo mundo mientras fertilizaban con sus ideas el que hoy conocemos.

La difícil cuestión en una muestra pluridisciplinar como es ésta -en la línea de las anteriores París-Nueva York, París-Berlín, París-Moscú- es llegar a visualizar a través de objetos significativos y una presentación adecuada esta dualidad. Sin embargo, el equipo encargado de la misma lo ha logrado.

Inician la exposición los faustos de lo que quedaba del imperio: el busto de Francisco José sobre el que sobrevuela el águila imperial aparece flanqueado por los de Nietzsche y Wagner, pero para llegar a ellos se debe atravesar una estructura metálica, reconstrucción de una de las 35 entradas del metro vienés, obra del arquitecto Otto Wagner, pionero del urbanismo moderno.

Artistas 'degenerados'

La exposición parisina sobre Viena termina prácticamente con una sala en la que, junto a obras de artistas que Adolf Hitler definió come, degenerados, aparecen tres de éste y un impresionante audiovisual sobre el que se proyecta en doble imagen su entrada triunfal en la ciudad de Viena y el retrato de todos aquellos que por su culpa tuvieron un día que exiliarse.Entre estas dos salas, un claro recorrido cronológico donde destacan las salas dedicadas a la arquitectura: O. Wagner, Adolf Loos, el más radical, que consideraba el ornamento como un crimen, y J. Hoffman, quien junto con Kolo Moser crearía la Weiener Werkstte, que tanto influenciaría las artes decorativas de nuestro siglo.

El centro del interés

Pero sin duda el centro de interés de la exposición es la parte pictórica, comenzando con los pintores de la secesión, con Gustav Klimt a la cabeza. Además de los dibujos, 26 cuadros de los más significativos que resumen su trayectoria, desde el estilo clásico, pasando por el art noveau y el simbolismo, hasta ese estallido del color casi matissiano. El control de Klimt le lleva a pararse en el extremo límite, ése a partir del cual sus cuadros caerían en lo definitivamente decorativo. Sensuales, oníricos, trágicos, alegres, con la sombra de la muerte atravesándolos (una constante en la pintura vienesa de la época), Klimt es el prototipo de su tiempo.Oskar Kokoschka se rebelaría contra el mundo de la secesión dando rienda suelta a una expresión dramática exacerbada, pero Egon Schiele le seguiría llegando a las últimas consecuencias. La obra de Alfred Dublin, unida a las anteriores, ayuda a comprender por qué Freud descubrió en Viena el psicoanálisis.

En esta exposición del centro cultural Georges Pompidou, el mundo de la música, de la literatura y de las ideas corre paralelo, incluidos los movimientos sociales que agitaron este período.

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