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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Nieva en la Vanguardia

E. HARO TECGLENEl rayo colgado es una obra de 1952 de Nieva, y tiene una vida, también, colgada: de circunstancias, de azares, de la incoherencia del arte teatral. Se publicó en 1975, se representó en 1980 (por la cooperativa Denok, de Vitoria) y reaparece ahora en la sala Olimpia por el Teatro del Alba de Zaragoza. Con 34 años encima, la obra de Nieva sigue siendo alegre, juvenil, espumosa, dentro de su densidad. Lo que tenía de sorpresa antes lo tiene ahora de seguridad.La situación es clásica: el personaje que llega de pronto a un mundo insólito, y el choque de dos razones, o sinrazones. Un ingeniero precipitado por una explosión al subsuelo de un "convento al revés", de monjas endemoniadas y demonio monjil, doméstico y travieso; unas cuantas vueltas de tornillo al misticismo, una forma de apurar letanías y santorales. Nieva tiene los dos lenguajes juntos, el literario y el dramático.

El rayo colgado

Autor: Francisco Nieva. Intérpretes:Juan Ramón Benaque, Marco Aurelio González, Margarita González,Yolanda Botella, Elena Martínez.Dirección: Santiago Meléndez. Teatro del Alba (Zaragoza). Reposición: Sala Olimpia (Centro Nacional de NuevasTendencias, ciclo Joven Escena Libre). Madrid, 29 de enero.

La palabra contrapuesta a la palabra, la devanación del tópico hasta hacerle saltar chispas de humor y poesía, la mezcla de lo culto y lo popular; y el arte de la situación, la sorpresa, el corte contínuo de escenas, la dinámica de la representación, la lógica interna del teatro -por muy absurdo, o por muy "de farsa y calamidad" en que clasifique esta obra suya, junto con otras, la coherencia es un sistema- y la invención. El rayo colgado es un juguete por sus dimensiones, por su desparpajo, porque la parte activa de sus personajes juega continuamente con la pasiva, con el personaje que llega de fuera: y tiene, también, la trascendencia del juguete, la reducción dialéctica y simbólica del juego. Es un modelo, a escala reducida, de una realidad teatral que siempre ha practicado su autor.

Afortunadamente, esta referencia al pasado de Nieva -es la segunda de sus obras- no supone una comparación triste con su actualidad, como pasa en tantos casos: su camino de autor ha proseguido después, incluso con más sabiduría. Camino, eso sí, difícil dentro de lo usual, de lo cotidiano, que suele premiar y hacer valer otras cosas.

En la representación que da el grupo Teatro del Alba hay una escenografia somera y unos trajes de servicio, más limitado todo ello por los medios económicos que por la imaginación, demasiado envuelto en humo todo ello para dar el ambiente misterioso; una dirección seguidora del texto y sus acotaciones, y una interpretación en la que destacan notablemente Margarita González, muy capaz de sacarle partido a un texto dificil y de hacer llegar todas sus frases y sus efectos corporales al público, y Marco Aurelio González, en un trabajo mudo pero de brillante expresión corporal y gestual.

La obra gustó una vez más, fue muy aplaudida y el autor salió a saludar en compañía de los actores.

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