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La Generalitat de Cataluña pretende reabrir el debate sobre la pluralidad cultural de España

Tomàs Delclós

, El nuevo responsable de Cultura del Gobierno catalán , Joaquim Ferrer, considera como sus dos objetivos prioritarios un despliegue cultural en Cataluña y la reapertura del debate sobre la pluralidad cultural de España. Ayer, en Tarragona, afirmó también que "van a producirse cambios en el Consejo Asesor de Cultura de la Generalitat, al que se incorporarán personas de renombre".A una semana de acceder al cargo, Ferrer no ha podido dibujar su política. El diagnóstico sobre la cultura en Cataluña del nuevo conseller, condición previa a cualquier diseño político, se resume en optimismo sobre la producción cultural y preocupación sobre la distribución de estos bienes.

"El dinamismo propio de Cataluña", dice Ferrer, "hace que las administraciones públicas deban tener un papel motivador, pero sin paternalismo. El problema es que esa cultura que se hace carece de canales de difusión. El despliegue cultural no supone únicamente facilitar los accesos, sino hacer comprender al ciudadano que la cultura es un bien necesario. La conservación del patrimonio, por ejemplo, no significa sólo recuperar viejas piedras, sino saber explicar al ciudadano su simbología".

Una reflexión

El otro gran objetivo es reabrir el diálogo entre las culturas de España. "En los años cincuenta", dijo, "hubo un encuentro de intelectuales en Segovia en el que se planteó el respeto a la diversidad cultural de la península, la necesidad de autonomía política y de democracia. Ya tenemos democracia y una fórmula autonómica. Ahora se trata de reabrir este diálogo, pero no desde cero. Quizá idealizo aquella reunión, pero pienso que fue un paso importante que nos permite avanzar desde una posición privilegiada. Se trata de entender que la existencia de cuatro idiomas en la península no es una maldición divina, sino un patrimonio de todos. No hemos de luchar ya por la supervivencia, sino por la expansión".

La reapertura de este diálogo no pasa, según Ferrer, por otro seminario, cuya convocatoria se confunda con la de un festejo intelectual inútil. Ferrer considera que deben actualizarse los términos de la reflexión, y ha iniciado contactos con intelectuales catalanes como Ignasi de Solá-Morales y Baltasar Porcel para la elaboración de unos textos que precisen el marco de esta reflexión.

La concreción de la política cultural está pendiente de que Ferrer se reúna con los responsables de su departamento. Existe el contencioso del papel del Ministerio de Cultura y de su aportación económica. "Ya he dicho que el Ministerio de Cultura, en el actual mapa autonómico, no debiera existir. No obstante, hay un hecho, discutible pero que está ahí, y es que el ministerio tiene dinero. Creo que las subvenciones ministeriales deben ser vehiculadas a través de la Generalitat. Aunque no lo encuentre correcto, incluso podríamos aceptar un dinero que llegara con la destinación prefijada. Solana debe entender que en Cataluña el Estado es la Generalitat, y no tiene sentido, por su parte, practicar una política de dumping".

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