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Tribuna:GALICIA Y LA CEE
Tribuna
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Señor Marín: yo acuso

El autor de este artículo emplea la fórmula de carta abierta dirigida a Manuel Marín, ex secretario de Estado para las Relaciones con Europa, respecto a las consecuencias que puede tener para Galicia el ingreso de España en la CEE y subraya que toda formación periférica que se integre en un mercado común sufre una agravación de las consecuencias de su condición de perifericidad.

Señor Manuel Marín:Usted viene a Galicia a decirnos lo que hacemos bien y lo que hacemos mal, lo que nos interesa y lo que no, lo que nos beneficia y lo que nos perjudica en el marco de la adhesión española a la CEE -significativa palabra ésa de adhesión-. Nosotros, los indígenas gallegos, somos antropológicamente primitivos y políticamente menores de edad, y usted viene y nos ilumina e instruye. Viene usted como los missi dominici del imperio carolingio que usted cree que impregna todavía hoy la mentalidad de la Europa comunitaria, y yo no, pero usted, mire por dónde, lo practica aquí à votre insu.

Emplea usted el criterio de autoridad, que todos mis buenos maestros me enseñaron a rechazar en la argumentación científica. "¡Si lo sabré yo!", exclama usted. ¿Qué sabe usted, señor Marín, de la economía gallega y sus problemas ante la CEE? El saber de las personas se manifiesta en sus obras. Obra escrita suya sobre esos problemas, ¿dónde está? ¿Cuándo escribió usted algo sobre ello en términos de análisis económico? Obra práctica la tiene usted como negociador ante la CEE: ¿cree usted que sus resultados dicen algo a su favor tocante a los problemas e intereses económicos del pueblo gallego? Su compañero González Laxe, al menos, escribió algunas cosas atinadas en el estricto ámbito temático de nuestra economía pesquera. Claro que lo escribió; y fue publicado, en los años setenta, y aseveraba exactamente todo lo contrario de lo que después ha hecho como director general de Ordenación Pesquera y como miembro del equipo español negociador con la CEE. Debe de haber aprendido con ustedes a localizar las herejías en que antes había incurrido. Pero al menos lo escribió un día, y ahí queda, tal vez a pesar suyo, es decir, de sus actuales pronunciamientos. Usted, ni eso. Más bien contribuyó a impedir que esa problemática se analizara a fondo y en términos de investigación científica aplicada, y si no pregúntese a la Fundación Banco Exterior.

Tal vez no sepa usted lo que es en ciencias sociales una economía periférica. No me refiero, pues, al argot político que algunos de sus actuales colegas en el Gobierno del Estado empleaban usualmente en la clandestinidad socialista de hace 10 0 12 años. No; me refiero a la economía del desarrollo, a la noción de subdesarrollo, y al modelo centro-periferia. Sépalo usted o no, actúa y habla como si lo ignorase. Mis colegas, y algunos de ellos maestros también, en la docencia universitaria de ayer o de hoy en la Complutense, desde José Luis Sampedro a Carlos Berzosa, pongo por caso, podrán explicárselo, y los tiene usted muy a mano, ahí cerquita. Dado que esa explicación es a usted a quien le hace falta, ahorro a los lectores entrar aquí en ella. Baste dejar constancia de una conclusión teórica cardinal: toda formación periférica que se integre en un mercado común cuyas reglas de juego están diseñadas y operan institucionalmente conforme a las exigencias y el modelo funcional de las economías de capitalismo avanzado sufre una agravación de las consecuencias de su condición de perifericidad. Más simple: resulta agravada su expoliación, manifiesta o encubierta, dos planos estructurales que subyacentemente se corresponden al cabo.

Problemas propios

Pero además los términos en que ustedes han negociado hacen caso omiso de la problemática planteada por la estructura económica de Galicia. Ya sé. Sólo somos una parte, y pequeñita, del Estado. Entonces ¿por qué se empeñan en llamarnos separatistas a los que planteamos en sus crudos términos nuestros propios problemas - y no vamos de missi dominici a predicar fuera de aquí lo que tienen que hacer los demás? ¿Por qué no nos dejan resolver nuestros problemas al estilo de los indígenas? ¿Quieren redimirnos, mal que nos pese, como los evangelizadores de la India bajo la colonización inglesa?También sé. "Nadie puede defender que con dos o tres hectáreas y cuatro vacas se pueda afrontar el reto europeo", son palabras suyas. Aquí se pasó usted de optimista porque la dimensión media de las explotaciones de vacuno en Galicia es todavía inferior a ésa. Pero precisamente por eso resulta políticamente insostenible que ustedes hayan abocado a la economía agraria gallega, al campesinado de Galicia, a enfrentarse con ese reto en las condiciones actuales, porque tengo entendido que ustedes son el Gobierno español y nosotros, los gallegos, campesinos o no, somos tan españoles corno cualquiera.

Claro que "con CEE o sin ella" esta situación hay que cambiarla. Velaí (decimos en esta tierra): cambiarla en función del bienestar de sus protagonistas, los trabajadores labriegos, propietarios y esclavos de la tierra que trabajan (lo de esclavos lo dijo un señor muy raro para usted que se llamó Castelao). ¿O no? ¿Acaso a merced de las multinacionales de la agroindustria? Ustedes son socialistas, no me lo niegue. ¿Van a hacer ustedes como cierta diputada de AP que ofrecía promesas de un mes de vacaciones anuales a los labradores gallegos porque durante ese veraneo de cada familia campesina el partido pondría técnicos suyos al frente de cada explotación? Verá usted: hace tiempo que Osvaldo Sunkel -que no es marxista- dijo que había muchas ramas productivas que estaban en la geografía, pero no en la economía, de Latinoamérica.

Permítame acabar. Si de algo estamos hartos los indígenas gallegos es de que se nos tome por vacas o marisco, que tal vez lleven una vida plácida, pero acaban en el estómago de cierta variedad de homínidos. Y de que se nos trate con paternalismo prepotente, como si fuésemos socio-políticamente subnormales. Que se nos venga a redimir intermitentemente cada vez que hay que adquirir nuestros votos por el sistema de las cuentas de vidrio ofrecidas a cambio de oro puro en el Transvaal. Aquí ya no está el horno para esos bollos, y si no pregúntele al señor Balbín. Usted mismo lo pudo comprobar también: su audiencia aquí era virtualmente inexistente. Pero con usted hablaremos de esto dentro de poco más de un mes. Hasta entonces, mis reverencias a la gallega.

Xosé M. Beiras es catedrático de Estructura Económica en la facultad de Ciencias Económicas de la universidad de Santiago de Compostela.

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