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Gobernabilidad e ingobernabilidad de la democracia

Las reflexiones sobre la llamada crisis de la democracia se están poniendo a la orden del día. De los varios síntomas que permiten hablar de la mencionada crisis hay uno que se suele privilegiar: la democracia ha entrado en crisis porque se ha vuelto ingobernable. ¿Por qué? Sencillamente, porque existe una brecha -poco menos que insalvable, según parece- entre las crecientes demandas de la sociedad civil y la (in)capacidad del sistema democrático para dar cumplida satisfacción a tales demandas; incapacidad debida a la falta de recursos disponibles, a la crisis fiscal del Estado, a la quiebra del Welfare State, etcétera. Y si el régimen democrático se caracteriza por ser el que mejor (o menos mal) responde a las necesidades de los ciudadanos, no es exagerado concluir que la falta de adecuación contra el input (demandas sociales) y el output (satisfacción de tales necesidades) del sistema democrático crea una serie de "efectos perversos" (Bobbio) como paro, estancamiento, insatisfacción, etcétera, que se transforman fácilmente en factores de "disgregación social" (Pellicani) que a modo de "disolvente político" (Bell) ponen en entredicho la propia legitimidad del sistema democrático.¿Cómo superar esta crisis de eficacia -que es también de legitimidad- por la que atraviesa la democracia? Fundamentalmente son tres las propuestas que, por así decir, se presentan como alternativa: la marxista, la neoliberal y la socialdemocrática. Para la alternativa marxista (aclaremos que se trata de un veteromarxismo de orientación esencialista) la solución estaría en la planificación socialista que equilibraría las demandas con los recursos y capacidades existentes; para la alternativa neoliberal, al abogar por la restauración del libre mercado y la supresión de las prácticas asistenciales estatales, la solución se encuentra en la reducción forzosa de las demandas; para la alternativa socialdemocrática, en fin, la democracia superará la crisis racionalizando el llamado Estado social o de servicios. ¿Cómo valorar estas alternativas? Dos son los elementos no deseables de las propuestas mencionadas: exceso de autoritarismo y exceso de optimismo. Exceso de autoritarismo en la propuesta veteromarxista incapaz de responder a preguntas como ¿qué hay que entender por planificación?, ¿quién planifica?, ¿en virtud de qué criterios?, etcétera. Por lo demás, el estancamiento al que han llegado las sociedades del mal llamado "socialismo real", así como la "dictadura sobre las necesidades" (Heller y Feher) que tal "socialismo" propicia, debería dar suficientes elementos de reflexión a ciertos y empecinados paleomarxistas que, inasequibles al desaliento, persisten en sus afanes planificacionistas. Exceso de autoritarismo también en la propuesta neoliberal (y en la socialdemocrática, cuya "racionalización" no es otra cosa que la versión "blanda" y "dulce" de la propuesta neoliberal), que, con escasos miramientos, preconiza la reducción forzosa y forzada de las demandas sociales como vía de superación de la crisis. Exceso de optimismo -decíamos-, ya que las tres propuestas encuentran sus fundamentos últimos en la ilusión de un crecimiento sin límite. Y hoy la creencia en un crecimiento sin límites -creencia que, repito, es la piedra angular y auténtico deus ex machina de las propuestas que pretenden superar la crisis de eficacia de la democracia- se ha convertido en una ilusión ideológica, ya que tanto los presupuestos internos de tal crecimiento (innovación técnico-científica, recursos naturales) como los externos (adaptación del hombre y la sociedad a las transformaciones exigidas) no pueden superar ciertos límites objetivos. En efecto, las innovaciones técnicas (incluso en la versión del technology push protagonizado por las tecnologías energética, informática, biológica y marina) y los recursos naturales (energía, materias primas, productos de desecho, etcétera) ni son infinitos ni pueden satisfacer las galopantes necesidades de crecimiento del sistema. Pero no sólo fallan los presupuestos técnicos y materiales del crecimiento, sino que también el hombre y su cuerpo se rebelan y surge lo que se ha convenido en denominar "enfermedades civilizatorias" (perturbaciones vegetativas y psíquicas, falta de motivación laboral, etcétera), altamente disfuncionales para el, crecimiento.

Trabajar sin tregua, aceptar los riesgos de una austeridad impuesta por políticas planificacionistas o monetaristas, sacrificarse por relanzar la inversión -como si hubiera una correlación necesaria entre aumento del beneficio y aumento de la inversión-, etcétera, es un ejercicio inútil y asocial, porque el crecimiento, además de no poder superar ciertos límites físicos, no aumenta el bienestar social general, sino que lo disminuye a causa de los costes que acarrea (desocupación, no satisfacción de necesidades sociales básicas, sobre trabajo, aparición de 'nuevos aparatos de poder segregados y legitimados por el crecimiento, etcétera). Pese al derrumbre de la idea (o ideología) del crecimiento sin límites, el discurso de la derecha y, lo que es más grave, el de la izquierda sigue vertebrado (y preso) en torno a nociones como crecimiento, rentabilidad, eficacia, etcétera, que no se han modificado desde los gloriosos tiempos de Adam Smith, David Ricardo y Karl Marx. Es así como latiguillos reaccionarios (por la servidumbre que hoy implican) de tipo cartesiano ("El hombre dueño de la naturaleza") o marxistas ("El trabajo es la primera necesidad del hombre") en lugar de pasar a engrosar el museo antropológico de frases hechas de la hi9toria, siguen surcando las ondas.

Si el crecimiento ha llegado ya a sus límites físicos y sociales, y la austeridad impuesta es sólo fuente de injusticia y desigualdad, ¿cuál puede ser la alternativa? Como punto de partida se trataría de aceptar que ya no es posible alcanzar la "normalidad" del crecimiento acelerado y la total ocupación, y adaptarse a la "rareza" de esta nueva situación y a las profundas transformaciones que hacen que nos encontremos en el alba de una sociedad distinta a la actual. Aceptada esta premisa, debería ponerse en práctica una política económica y social basada en un ritmo de producción razonable y en un crecimiento limitado y moderado que hiciera hincapié en una auténtica calidad de vida. Dicho en otros términos, no se trata sino de gobernar con anticipación la evidencia de los límites del crecimiento limitando voluntaria y conscientemente el crecimiento cuantitativo al tiempo que se expande el cualitativo (reducción del tiempo de trabajo, búsqueda de formas de vivir, trabajar y consumir no sometidas a las exigencias de valorización del capital, transformación de la producción en base a nuevos criterios directivos de durabilidad, calidad y economía en el uso de recursos no renovables, patrones de producción y consumo diseñados colectivamente siguiendo pautas sociales, etcétera).

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Las cosas no han salido como los ilustrados pensaban, y ni el sentido de la historia es el progreso y el bienestar ni, mucho menos, la razón humana va tomando poco a poco consciencia de sí misma hasta la liberación final. Lo contrario parece ser lo Cierto: la sociedad contemporánea, como indicara Thurow, es cada, vez más una sociedad de "suma cero" (en la que cualquier beneficio de persona o grupo se consigue mediante la pérdida equivalente en otra persona o grupo) al tiempo que reaparece la vieja "plétora miserable" (miserias psíquicas y culturales, abundancia junto a sobreexplotación, etcétera) de la que hablaba Fourier.

Decíamos al principio que la democracia se está volviendo ingobernable por mor de la brecha existente entre las demandas sociales y la imposibilidad de satisfacerlas. Pues bien, una democracia gobernable, hoy, sólo puede ser aquella que acepte, asuma y administre democráticamente (esto es, lo más equitativamente posible) la sociedad de crecimiento y consumo moderados a la que nos hemos referido más arriba. De lo contrario no estaremos sino (des)gobernando, en provecho de unos pocos, la desigualdad y la injusticia bajo el pretexto de, por ejemplo, la lucha contra la inflación y el déficit público.

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