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Chirac considera la entrada de España en la CEE una gran equivocación

Soledad Gallego-Díaz

La ampliación de la Comunidad Económica Europea (CEE) con la entrada de España y Portugal se convirtió ayer en uno de los puntos fuertes del debate, televisado en directo, entre el primer ministro francés, Laurent Fabius, y el líder de la oposición, Jacques Chirac, alcalde de París y presidente de la Asamblea para la República (RPR). El enfrentamiento fue seguido, según los sondeos de audiencia, por uno de cada dos franceses .El tema de la adhesión de España fue suscitado desde el primer momento por Chirac, que lo calificó de "una de las grandes equivocaciones" de la política exterior del Gobierno socialista.El presidente del RPR acusó a Fabius de dejar desprotegidos los intereses de los agricultores, pero ante las insistentes preguntas del primer ministro tuvo que reconocer que no denunciaría el tratado de ampliación, una vez ratificado por el Parlamento francés. "Lo que haremos, si ganamos las elecciones legislativas de marzo. de 1986, será renegociar las modalidades pactadas en el tratado", añadió.

Laurent Fabius, por su parte, se mostró extremadamente firme apoyando la conveniencia de ampliar la CEE. Calificó de locura una eventual renegociación, y señaló que el equipo negociador había tomado todas las precauciones para paliar los efectos de la entrada de España sobre el campo francés.

Según el primer ministro, el tratado, que será sometido a ratificación en la Asamblea Nacional el próximo mes de noviembre, es bueno. "Ustedes negociaron mal la adhesión del Reino Unido y por eso creen que ahora va a pasar lo mismo", explicó, "pero gracias a la entrada de España se va a corregir, por el contrario, una situación absurda, aprobada por el RPR cuando estaba en el Gobierno, según la cual los productos franceses pagan ahora tres veces más en la frontera española que los productos españoles en la aduana francesa".

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El debate televisivo Fabius-Chirac abre la campaña para las legislativas francesas

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El tratado de ampliación de la CEE será sometido a la Cámara baja el próximo día 21 y se espera que sea aprobado sin problemas, puesto que el Partido Socialista tiene la mayoría absoluta. El presidente del RPR puede conseguir, tal vez, el voto negativo del Senado, pero aun así no impediría su entrada en vigor el día 1 de enero del año próximo, puesto que en caso de desacuerdo entre las Cámaras prevalece la opinión de la Asamblea Nacional.

El encuentro entre Chirac y Fabius constituyó el primer gran debate político de la televisión francesa desde mayo de 1981, es decir, desde la llegada de los socialistas al Gobierno. El duelo, que alcanzó un récord de audiencia, era especialmente importante porque se producía a menos de cinco meses de las elecciones legislativas, convocadas para el 16 de marzo próximo, con lo que, de hecho, abre la campaña electoral.

El debate revestía también una gran importancia para los dos protagonistas, no sólo por sus eventuales repercusiones en los votantes que aún están indecisos, sino también por su influencia en el interior de sus respectivos partidos. Jacques Chirac es el presidente del principal grupo de oposición, pero es un personaje poco popular, encajonado entre el ex primer ministro Raymond Barre y él ex presidente Valéry Giscard d'Estaing, que le disputan el liderazgo de la oposición. El duelo constituía una espléndida ocasión para afianzar su imagen personal como jefe de fila frente a sus oponentes.

En el caso de Laurent Fabius, el encuentro representaba su primer auténtico combate político. Hasta ahora el primer ministro se había mantenido al margen de las querellas entre partidos, presentándose como un tecnócrata que evita los choques frontales. Fabius, que espera convertirse en el heredero de Frangois Mitterrand, es un hombre muy popular, con capacidad para traspasar la pantalla, pero nunca había aceptado cruzar sus armas con un dirigente de la oposición. El combate de ayer le permite ganar puntos frente a su principal oponente dentro del PS, Michel Rocard.

La televisión francesa preparó el debate con extremo cuidado de forma que los dos protagonistas dispusieran, exactamente, del mismo tiempo, 35 minutos. Se encargaron de vigilar la discusión dos periodistas habituales en este tipo de programas, Pierre Luc Seguillon y Anne Sinclair. Seis cámaras de televisión enfocaron a Fabius y a Chirac para no perder ni un detalle de sus expresiones. Los dos políticos se movieron con soltura, aunque en algunos momentos se atacaron con fuerza.

Cuestiones económicas

El programa, que duró en total una hora y media, se centró sobre todo en las cuestiones económicas, que, según todos los sondeos previos, constituyen la principal preocupación de los franceses.

En el capítulo político, lo más significativo fue que Laurent Fabius exigió a su oponente una definición frente al partido ultraderechista de Jean-Marie le Pen. Chirac respondió que no se asociará a ningún Gobierno en el que haya ministros de esa tendencia política, lo que constituye la primera toma de posición del dirigente del RPR. Por el contrario, Chirac huyó de la polémica sobre la cohabitación y no supo explicar qué hará si Raymond Barre se niega a apoyar un Gobierno de derecha bajo la presidencia de François Mitterrand. "Barre tiene sus propias ideas, yo lo único que puedo asegurar es que si ganamos las elecciones el RPR y la UDF gobernarán conjuntamente y sin compromisos con nadie". Laurent Fabius se esforzó en demostrar que una victoria de la oposición provocaría una fuerte inestabilidad en las instituciones.

Los dos políticos explicaron las principales líneas de su programa económico y sus planes sobre la inmigración. El primer ministro subrayó que las medidas anunciadas por el RPR llevarían a Francia a una situación similar a la del Reino Unido. "Ustedes proponen una política de demolición", añadió. Chirac reprochó a los socialistas el fuerte endeudamiento del país y señaló que las nacionalizaciones han constituido un gravé error. "Todos los países del mundo, incluido un país socialista como España, están desnacionalizando", prosiguió.

Según el alcalde de París, si la oposición gana las elecciones procederá a privatizar todo el sector público, incluidas aquellas empresas que fueron nacionalizadas en 1945 por el general De Gaulle. Eso supone, como subrayó Fabius, que la principal empresa automovilística, Renault, sería vendida en la Bolsa.

Tanto Fabius como Chirac intentaron enfriar los ánimos de la opinión pública francesa en el tema de la inmigración, subrayando que no se trata de expulsar a los trabajadores extranjeros que se encuentran legalmente en el país, sino de impedir la inmigración clandestina y de ayudar a aquellos que quieran voluntariamente regresar a sus países de origen.

El escándalo del hundimiento por agentes franceses del Rainbow Warrior, barco de la organización ecologista Greenpeace, fue objeto tan sólo de unas breves alusiones, de pasada, por parte de Chirac.

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