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Tribuna:TEMAS DE NUESTRA ÉPOCA
Tribuna
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Alternativa artesanal

Aquellos breves momentos en los que se cuestiona el camino seguido por el desarrollo tecnológico pueden denominarse vertientes o líneas divisorias industriales. En estos momentos es posible que los empresarios, los trabajadores, los políticos y los intelectuales sean vagamente conscientes de que se están enfrentando a alternativas tecnológicas y que, sin embargo, las medidas que toman conforman las instituciones económicas para un largo futuro.La primera línea divisoria industrial se produjo en el siglo XIX. En esa época la aparición de tecnologías para la producción en serie, inicialmente en el Reino Unido y posteriormente en Estados Unidos, limitó el desarrollo de tecnologías industriales más flexibles, que existían principalmente en Europa occIdental. Tales tecnologías más flexibles constituían sistemas artesanales. En los más avanzados, trabajadores especializados empleaban maquinaria multiuso para la producción de una amplia variedad de productos en permanente cambio para unos mercados grandes en continua oscilación. El éxito económico dependía tanto de la colaboración corno de la competencia; sí los costes de la permanente innovación no eran compartidos por las empresas y entre capitalistas y trabajadores, quienes iban a perder con el cambio defendían sus intereses obstaculizándolo. Y el reparto de costes dependía a su vez de instituciones que protegían a los más vulnerables en, nombre de la comunidad. Si hubiera triunfado este sistema de producción artesanal mecanizada se podría pensar en la actualidad en empresas manufactureras ligadas a comunidades determinadas en lugar de en las organizaciones independientes, con pocas conexiones con sus vecinos, que por medio de la producción en serie parecen omnipresentes.

Actualmente estamos viviendo en una segunda línea divisoria industrial. Extrapolando las tendencias actuales, se contemplan dos estrategias potencialmente contradictorias para el relanzamiento del crecimiento económico de los países avanzados. La primera estrategia se apoya en los principios dominantes de la tecnología de producción en serie, si bien requiere la implantación de un orden económico internacional basado en la difusión de la macrorregulación keynesiana. La segunda estrategia se aparta profundamente de los principios tecnológicos establecidos y nos retrotrae a aquellos métodos artesanales de producción y a aquellos mecanismos reguladores que resultaron perdedores en la primera línea divisoria industrial. Si se opta por intentar la recuperación económica por esta segunda vía, los años setenta y ochenta se considerarán, en retrospectiva, como un momento de cambio en la historia de la mecanización.

CUATRO CARAS

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A esta estrategia alternativa se le denomina especialización flexible. Es una estrategia de innovación permanente -acomodación a un cambio incesante, en lugar de intentar controlarlo- basada en maquinaria multiuso, obreros especializados y la creación, por medios políticos, de una comunidad industrial que limite las formas de competencia a únicamente aquellas que favorezcan las innovaciones. Existe un ejemplo vigoroso en las redes de empresas manufactureras de alta tecnología y alta flexibilidad del centro y noroeste de Italia (véase "Italy's high-technology cottage industry", Trasatlantic Perspectives, diciembre, 1982).

La difusión de la especialización flexible dependerá de la creación de instituciones que resuelvan los problemas micro y macroeconómicos del crecimiento económico. La microrregulación es una cuestión de encontrar respuestas institucionales compatibles a los problemas de instigar y coordinar las innovaciones. Una competencia equivocada destruye la necesaria coordinación; una coordinación mal dirigida destruye la competencia. La reconciliación práctica de estos principios aparentemente antagónicos se da en cuatro frentes:

- Conglomerados regionales: Un conglomerado regional se compone de un grupo central de empresas independientes, mas o menos en un mismo nivel, entrelazadas en una compleja trama de competencia y cooperación. Ejemplos de esto son los distritos industriales especializados del norte y centro de Italia, el distrito de la confección de Nueva York y la industria de la construcción en muchas ciudades norteamericanas. Anteriormente existían distritos de este tipo en los centros regionales europeos de Birmingham, Solingen y Lyon, y en los centros norteamericanos de Filadelfia, Pawtucket (Rhode Island) y el valle de Connecticut (en Vermont).

En este modelo ninguna de las empresas domina permanentemente y los acuerdos entre ellas están definidos mediante una serie de contratos, de una duración relativamente corta, en los que el papel de las partes cambia continuamente. Dentro de estos distritos industriales existen también instituciones que facilitan la recombinación de las empresas productoras: asociaciones comerciales, sindicatos, gremios y cooperativas para la compra de materiales, la comercializ ación de los productos regionales, la consecución de créditos en condiciones favorables para sus miembros y el abastecimiento de productos semiacabados cuya fabricación permite economías de escala.

Sin embargo no existe una institución única que ligue formalmente a las unidades de producción como grupo. La cohesión de la industria descansa en un sentimiento de comunidad más fundamental, del que las diversas formas institucionales de colaboración son más resultado que causa. En la industria de la confección de la ciudad de Nueva York la comunidad se ha fundamentado principalmente en lazos étnicos entre judíos e italianos primero y más recientemente entre chinos y grupos hispánicos. Tanto las asociaciones de patronos como los sindicatos son elementos activos dentro de las comunidades étnicas de sus miembros. De esta manera los judíos contribuyen a la creación de fondos para orfanatos italianos y los italianos colaboran en el United Jewish Appeal. Estas actividades refuerzan la cohesión de la comunidad en la que está implantada la industria. De manera parecida, los encuentros familiares de base étnica: bodas, bautizos, bar mitzavhs, entierros, constituyen otra serie de oportunidades para afirmar la unidad de la comunidad y su identidad con la industria.

A juzgar por estos casos queda la duda de si los conglomerados regionales pueden sobrevivir sin lazos comunitarios, sean étnicos, políticos o religiosos. Aunque los fabricantes y contratistas, como grupo, tienen un interés común en la estabilización de los salarios y en las crídiciones de trabajo, como individuos sienten la tentación de engañar en los niveles marcados, y ningún productor puede permitirse adherirse a una norma si no lo hacen sus competidores. Pero en un conglomerado regional la ruptura de las normas no sólo viola un contrato económico sino que además violenta las costumbres establecidas de la comunidad. Además, el miedo al castigo mediante su exclusión de la comunidad es probablemente crítico para el éxito de los límites marcados a la competencia.

- Empresas federadas: La especialización flexible se da también entre grupos federados de grandes empresas, aliadas de una forma bastante libre. También aquí la asociación debe estar definida tanto económica como socialmente. Está definida económicamente por acueros económicos y de personal entretejidos. Las empresas federadas participan de las acciones de todas y tienen juntas de directores entrelazadas. Con frecuencia los directores de una empresa que desaparece pasan a participar en otra nueva. A veces las empresas comparten sus departamntos económicos y comerciales. Pero el grupo no está tan integrado como en la corporación de producción en serie y las empresas componentes no están organizadas jerárquicamente. Por otro lado, su sentido de identidad común es mucho más pronunciado que el de las empresas de los conglomerados regionales.

SE CRUZA LA FAMILIA

Desde el punto de vista social este tipo de federaciones depende de la familia, entendida como principio de organización más que como entidad biológica. La idea de emplear lazos familiares reales para crear alianzas de este tipo fue concebida por un destacado fabricante francés de tejidos de algodón en la década de 1850. Tras no conseguir ganar terreno contra otros productores mayores, establecidos y mejor situados, Alfred Motte cambió su estrategia. Comenzó a levantar una confederación de empresas propiedad de diferentes componentes de su familia, que conjuntamente producirían telas elegantes. El système Motte consistía en emparejar a cada miembro de la familia que había alcanzado la mayoría de edad con un técnico experto de una de las empresas familiares, darles el capital inicial y hacer que fundaran juntos una empresa que se especializara en una de las fases de la producción todavía no cubierta. Las nuevas empresas encontraban a menudo mercados tanto fuera como dentro de la familia aunque sus lazos económicos y afectivos con su parentela las convertía en socios seguros incluso en épocas difíciles.

- Empresas solares y talleres-fábricas: El tercer y cuarto frente de la especialiación flexible lo constituyen las empresas solares -con un conjunto de proveedores que gira en torno a ellas- y sus primos cercanos, los talleres-fábricas, internamente descentralizados. Ejemplos del pasado son las fábricas de acero de Saint-Etienne, los mayores fabricantes textiles de Lyon, las empresas de estampado de percal de la Alsacia y Henckels, la empresa de cubertería de Solingen. Se pueden encontrar ejemplos modernos en las economías de Estados Unidos y de la República Federal de Alemania, aunque resultan más difíciles de identificar porque exteriormente.se asemejan a las principales empresas de producción en serie. Pero, a diferencia de los grandes productores, estas empresas no producen series grandes de productos estandarizados y su tamaño es el resultado de las grandes necesidades de capital de sus productos, al no tener economías de escala como en la producción en serie. Internamente las fábricas están organizadas, como en sus equivalentes del siglo XIX, como un conjunto de talleres.

A pesar de su gran tamaño las modernas empresas solares y los talleres-fábricas suelen frecuentemente tratar a sus abastecedores externos como colaboradores, no subordinados. La empresa solar depende de subcontratistas para resolver problemas de diseño y producción, ya que generalmente no produce en sus talleres lo que subcontrata. Un ejemplo es la compañía Boeing, que no fabrica ni los motores que mueven sus aviones ni gran parte del equipo que los mantiene en ruta.

MICRORREGULACIÓN

Bajo la diversidad de las cuatro formas organizativas de especialización flexible se puede discernir un modelo único de re-

gulación microeconómica. Las cuatro formas comparten características básicas que subrayan la complementaridad de competencia y colaboración.

- Flexibilidad más especialización: La primera característica obvia es la combinación de flexibilidad y especialización. En contraste con la gran corporación norteamericana del siglo XX, el rasgo destacado de estos productores es su continua capacidad para reformar el proceso de producción mediante el cambio de sus componentes, al tiempo que se reconoce que el conjunto de cambios posibles está limitado, como asimismo el objetivo de sus variaciones. Un límite lo constituye el sentimiento compartido del tipo de productos que fabrica su industria. IBM fabrica ordenadores; Boeing, aviones; Motte, textiles. Existe un estilo milanés plenamente identificable en ropa, así como un toque japonés en maquinaria industrial.

Pero los límites son también físicos. Los miembros de una federación japonesa pueden salirse de su área local y de sus líneas de productos desplazando una parte cada vez mayor de su negocio a empresas creadas por ellos. Pero a pesar de todo siguen considerando la creación de su línea de productos como un servicio a la comunidad y miden su rendimiento comparándolo al de otras empresas con sus mismos problemas o con sus mismas oportunidades. Puede que una empresa de la confección de la ciudad de Nueva York muera con una familia y que un empresario pase por un tiempo a las filas de los empleados, pero los lazos culturales y familiares hacen que sea poco probable que alguien que ha empezado a trabajar en esa industria la deje.

Esta dedicación de personas y empresas a una tarea especializada y su conexión con una industria bien definida es sólo posible a condición de que toda reorganización de la producción haga uso de todos los recursos disponibles excepto cuando toda la comunidad se encuentra bajo una fuerte presión externa. Ninguna empresa o persona tiene derecho a un puesto determinado dentro de la comunidad, aunque todos tienen derecho a un puesto en ella. Los ejecutivos de IBM pueden subir y bajar rápidamente en el seno de la jerarquía de la empresa debido a las continuas justas feudales que constituyen su orgullo y su permanente queja, pero jamás se les echa. La empresa japonesa tiene la obligación de mantener no sólo a su propia fuerza de trabajo sino también a la de sus principales subcontratistas. No es casualidad que los sindicatos de la confección y de la construcción, incluso en Estados Unidos, prefieran repartirse el trabajo a los despidos. El seguro de desempleo, criticado por los conservadores norteamericanos porque mantiene a los trabajadores dentro de una industria determinada, se emplea en el caso de la especialización flexible para conseguir precisamente este resultado.

- Ingreso limitado: Una segunda característica de estas organizaciones son las limitaciones al ingreso en ellas. Es una consecuencia del hecho de que las comunidades están delimitadas y sus límites identifican a quienes tienen derecho a seguridad social. Cuando existen servicios de seguridad social, a los de fuera, aun en el caso de que puedan trabajar dentro de la industria de la comunidad, no se les puede permitir reclamar derechos a estos servicios, ya que en caso contrario el sistema se vería excesivamente recargado. Muchas restricciones al ingreso, si bien no todas, son informales; conseguir un puesto de trabajo depende de a quién se conozca, y esto depende a su vez de quién se sea. Tales limitaciones reducen el incentivo que pudieran tener los de fuera para adquirir ciertos conocimientos que podrían beneficiar a toda la comunidad. Las barreras al ingreso en la industria constituyen, pues, un factor importante, si bien no es el único, que pone en peligro la reproducción de los recursos comunitarios.

- El fomento de la competencia: Una tercera característica de los sistemas que tienen éxito es el fomento, o al menos la tolerancia, de la competencia que promueve la innovación. La presión de la competencia surge tanto interna como externamente. La presión interna es el resultado de la competencia entre las empresas para conseguir una situación ventajosa dentro de la jerarquía comúnmente aceptada. Esto se debe a lo anteriormente indicado: el reconocimiento de la existencia de intereses comunes y de las obligaciones mutuas no garantiza igual trato a todos los miembros de la comunidad. Si bien todos tienen garantizado un puesto en la comunidad, a nadie se le garantiza un puesto determinado. En las industrias de la construcción y de la confección un empresario de éxito siempre puede encontrar un empleo en algún taller, pero no conseguirá necesariamente un contrato para su propia empresa. Un fabricante de un componente del ordenador personal IBM sabe que si el mercado crece demasiado IBM fabricará ese componente en sus propios talleres y que tendrá que dedicarse a fabricar otra pieza a menos que consiga superar al gigantesco competidor en la carrera de las innovaciones, reduciendo los costos.

Las presiones externas provienen de otras comunidades de especialización flexible. En la confección, Milán y París presionan a Nueva York; en alta tecnología el Valle del Silicio constituye un acicate para la Route 128 de Massachusetts; en ordenadores, Apple o AT&T y las empresas japoneas desafían a IBM; en aviación civil Airbus y McDonnell Douglas hacen que la Boeing se mantenga siempre alerta. El resultado en todos los casos es la innovación.

- Límites a la competencia: Una cuarta característica de estos complejos es que impiden toda la competencia que obstaculice la innovación permanente. Cada uno de los diferentes modelos limita la competencia, sobre todo la competencia en salarios y condiciones de trabajo, cuyo efecto es impulsar a la baja los costes de los factores de producción. En las industrias norteamericanas de la confección y de la construcción los límites los imponen los sindicatos, que buscan la regularización de los salarios y de otras condiciones de trabajo en los mercados locales. Las organizaciones obreras son también decisivas para la regularización de las condiciones competitivas en las industrias norteamericanas aeroespacial y naval. IBM, que se enorgullece de su tradición no sindicalista, bloquea toda forma de competencia no deseada mediante su política interna de personal.

Los límites corporativos a la explotación de la fuerza laboral son importantes no sólo para hacer que la competencia actúe de acicate de la innovación sino también para el mantenimiento de la cohesión organizativa necesaria para la flexibilidad. Sin restricciones para hacer recaer los costes de los cambios en los grupos más débiles -los trabajadores del nivel más inferior- se vería amenazado el sentimiento de comunidad entre trabajadores y patronos. En ese caso resultaría Improbable la colaboración vital entre los diferentes niveles de la jerarquía oficial. Por ello los acuerdos de empleo y seguridad que cimentan la confianza pueden tener tanta importancia como los sistemas salariales para fomentar la innovación. Sin embargo, al igual que en el caso de los salarios, ciertas formas de seguridad laboral tienen mayores probabilidades de fomentar las innovaciones que otras. La garantía de un puesto de trabajo junto con una clasificación de los puestos de trabajo poco diferenciada aumenta el riesgo de estancamiento. Hay que recordar los problemas de los trabajadores de la construcción en Estados Unidos frente al cambio tecnológico.

ALTERNATIVAS FATALES

El presente artículo comenzó haciendo referencia a las fatales alternativas a las que tienen que hacer frente los mundos industrializados y en vías de industrialización. Acaba con la sugerencia optimista de que quizá no haga falta hacer ningún tipo de elección, que las dos estrategias potenciales para el relanzamiento del crecimiento económico podrían en ciertas condiciones resultar no contradictorias, sino compatibles. No es que puedan combinarse mediante una simple suma; si la especialización flexible y la producción en serie operasen conjuntamente dentro de cada industria, los productores flexibles arañarían parte del mercado de productos estandarizados socavando con ello la capacidad de los productores en serie de obtener las economías de escala y los índices de expansión necesarios para progresar en su trayectoria tecnológica. Para sobrevivir, los productores en serie tendrían que controlar la expansión de los especialistas flexibles.

Sin embargo, resulta perfectamente lógico que se pudieran combinar la especialización flexible y la producción en serie en una economía internacional unificada. En este sistema las antiguas industrias de producción en serie podrían emigrar al mundo subdesarrollado, dejando en el mundo industrializado las industrias de alta tecnología y los conglomerados dispersos tradicionales de las industrias de maquinaria industrial, confección, calzado, textiles y similares, todas ellas revitalizadas mediante la fusión de las destrezas tradicionales y la alta tecnología. Habría que crear este sistema de una forma muy parecida a un orden multinacional keynesiano y se necesitarían muchas de las características institucionales keynesianas para mantener la prosperidad económica y asegurar la estabilidad macroeconómica.

Al mundo subdesarrollado este sistema híbrido le proporcionaría la industrialización. Al mundo desarrollado le daría la posibilidad de moderar el declive de la producción en serie y la emigración de hecho de su suelo. Tal sistema no sería eterno, de la misma manera que ni la economía de la gran empresa ni el mundo de la macrorregulación internas han resultado ser inmortales. Pero un híbrido de producción en serie y producción flexible crearía durante cierto tiempo un interés universal en dos objetivos básicos: la prosperidad mundial y una sociedad del bienestar transnacional.

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