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Tribuna
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La creación y la paz son indivisibles

La delegación del Soviet Supremo de la URSS se encuentra en España por invitación de las Cortes Generales. Es la primera visita de este género y le atribuimos gran importancia. Estas visitas son útiles porque permiten conocernos y comprendemos mejor unos a otros. En ello están interesados todos los pueblos y Estados, incluyendo, naturalmente, España y la Unión Soviética.Venimos de un país donde se ha creado la sociedad socialista. Apoyándose en las ventajas del nuevo régimen, en corto plazo histórico la Unión Soviética ha ascendido a las cumbres del progreso económico y social. Hoy nuestro país dispone de una potente economía desarrollada en todos los aspectos, de cuadros cualificados de obreros, especialistas y científicos. En muchas vertientes del desarrollo de la producción, de la ciencia y la técnica ocupa posiciones rectoras en el mundo. Hoy la URSS fabrica más que cualquier otro país hierro colado y acero, petróleo y gas, cemento y fertilizantes, máquinas herramientas, tractores, cosechadoras y otros tipos de producción. Son conocidos los históricos éxitos de la URSS en la potenciación del espacio cósmico, que debe ser exclusivamente pacífico.

Todo eso ha permitido a nuestra sociedad resolver grandes problemas sociales que para muchos países continúan siendo hasta el día de hoy piedra de escándalo. Hace ya 50 años que no tenemos paro forzoso, se ha asegurado la ocupación completa. Se acabó con el analfabetismo de la población.( ... ) De la atención primordial que se presta a las necesidades vitales de los trabajadores en la URSS tal vez lo ponga manifiesto con la mayor evidencia la siguiente circunstancia única en su género: existe una estabilidad general de los precios de los principales artículos de consumo y servicios, mientras los precios de productos de primera necesidad, como el pan, las sémolas, el pescado y el aceite, permanecen invariables en la URSS ya en el transcurso de 30 años, y los de la carne y la leche desde comienzos de la década de los sesenta. En la URSS existe un vasto sistema de seguridad social por cuenta del Estado y la red de hospitales e instituciones de puericultura más amplia del mundo. Además, cabe subrayar que la instrucción y la asistencia médica en nuestro país son gratuitas.

Se está resolviendo con buena fortuna el problema de la vivienda. Cada día se entregan las llaves de más de 5.500.000 apartamentos recién construidos, que son facilitados a los trabajadores gratuitamente. Cada año mejoran sus condiciones de habitación 10 millones de ciudadanos. Es notorio también que en nuestro país existen los alquileres más bajos del mundo. En general, el bienestar, del pueblo aumenta constantemente. Desde el fin de la guerra los ingresos reales per capita se multiplicaron por seis.

La eficiencia económica

El pueblo soviético se enorgullece legítimamente de lo conseguido. Pero eso no quiere decir que nos satisfaga. En la Unión Soviética vemos los defectos, las dificultades y los problemas pendientes que tenemos. Apoyándose en los adelantos económicos y sociales del pueblo soviético y elaborando científicamente su estrategia en perspectiva, el PCUS ha formulado un vasto programa integral de aceleración del desarrollo socioeconómico del país sobre la base del progreso científico y técnico. Y no se trata simplemente de acelerar; no se trata simplemente de elevar el ritmo de incremento de la economía. Nuestro objetivo es elevar a un nuevo nivel la sociedad soviética, su economía, su sistema de relaciones sociopolíticas y de instituciones, todo el conjunto de las condiciones de trabajo y de vida de los soviéticos.

El dirigente soviético Mijail Gorbachov ha definido esta tarea de nuestro pueblo con las siguientes palabras: "A los ojos de la opinión mundial progresista la Unión Soviética era y es la encarnación de las esperanzas sociales seculares de los hombres. Debe ser también ejemplo de la más alta organización y eficiencia de su economía. Por tanto, la tarea de acelerar el desarrollo del país ha adquirido hoy primordial significado político, económico y social. Llevarla a la práctica es una obra impostergable de todo el partido y de todo el pueblo".(...)Se trata de llegar en corto plazo a las posiciones más avanzadas de la productividad del trabajo, de la calidad de los productos y de la eficiencia de la producción en conjunto. Y todo esto se hace y se hará en aras del bien de los soviéticos, de la más plena solución de los problemas sociales. Al dedicar inmensa atención a la reestructuración progresiva de la producción social e invertir los fondos necesarios en la defensa del país, nuestro partido y el Estado soviético no emprenden ni emprenderán en modo alguno el camino de reducir los programas sociales.

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Cuando el PCUS plantea nuevas tareas verdaderamente históricas de nuestro desarrollo ve la clave para resolverlas ante todo en el factor humano, en el desarrollo de la iniciativa, de la viva creatividad social de las masas populares. De ahí nuestro rumbo a seguir profundizando la democracia socialista a una más estricta observancia de las normas morales y del principio de la justicia social, al mejoramiento, de toda la gestión del PCUS como partido gobernante.(...)

El trabajo por la paz

El pueblo soviético está entregado al trabajo creador de paz. No necesita la guerra. Huelga demostrar, que existe una interconexión orgánica: para perfeccionar la sociedad socialista construida en nuestro país y para resolver los problemas que nos planteamos en larga perspectiva necesitamos una paz firme. Es más, sería insensato plantear esas tareas si no nos orientásemos a mantener la paz hoy y en el futuro.

Ésta es una prueba convincente y objetiva de que no existe ninguna amenaza soviética; las patrañas en tomo a esta amenaza son, en esencia, el único -y falso- argumento de quienes rompen lanzas por la continuación de la carrera de armamentos. En la URSS no existen clases ni grupos sociales que estén política o económicamente interesados en el aumento de los gastos de la guerra, en fomentar la tensión internacional. La coexistencia pacífica, la renuncia al uso de la fuerza o a la amenaza de emplearla, el desarme y la prohibición de la propaganda de guerra han sido refrendados en la Constitución de la URSS: "La Unión Soviética", declaró solemnemente el Soviet Supremo de la URSS el 23 de junio de 1981, no amenaza a nadie, no aspira a la confrontación con ningún Estado del Oeste o del Este".

Pero nosotros no podemos dejar de tener en cuenta que Estados Unidos y la OTAN actúan desde posiciones de confrontación e incrementan los armamentos enfilados contra nosotros. En esto -y en otros muchos aspectos- se manifiesta el afán de la actual Administración norteamericana de lograr la supremacía militar. Las posiciones y los actos que tienen por meta alcanzar este objetivo inalcanzable persiguen espolear la carrera de armamentos y someter las relaciones internacionales a la arbitrariedad y la imposición de los potentados de este mundo. Eso es una amenaza a todos los pueblos, a todos los Estados soberanos. En estas circunstancias la Unión Soviética adopta las pertinentes medidas defensivas. Pero esa opción no es la nuestra. Nuestro objetivo es otro. Nosotros, como ha declarado Mijail Gorbachov, queremos hacer renacer el espíritu, el ambiente y el sentido de la distensión, y "nos proponemos seguir avanzando hacia un sistema fiable de orden y seguridad internacionales".

Precisamente este objetivo persiguen las numerosas iniciativas de paz de la Unión Soviética. En ellas volvió a fijar la atención de los pueblos, de los parlamentos y los gobiemos de todos los países el llamamiento del CC del PCUS, del Presidium del Soviet Supremo de la URSS y del Consejo de Ministros de la URSS, del 10 de mayo de 1985. Son: impedir la militarización del espacio cósmico; alcanzar un acuerdo sobre la limitación y reducción de las armas nucleares; llegar a un entendimiento para reconocer y dar carácter obligatorio a determinadas normas de las relaciones entre las potencias que poseen el arma nuclear; asumir por las potencias nucleares que no lo han hecho todavía el compromiso de no usar las primeras el arma nuclear; concluir entre los países de la organización del Tratado de Varsovia y la OTAN un tratado de renuncia recíproca a la fuerza militar y de mantenimiento de relaciones de paz; liberar por completo Europa del arma nuclear, tanto de alcance medio como táctica, así como del arma química; crear zonas desnuclearizadas en los Balcanes, en el norte de Europa y en otras regiones del continente; no aumentar, sino reducir los gastos de guerra; alcanzar acuerdos mutuamente aceptables en la Conferencia de Estocolmo y en las negociaciones de Viena; liquidar los focos de tensión y conflictos entre los Estados en distintas regiones; reestructurar las relaciones económicas internacionales sobre una base justa y democrática; elevar el papel y la eficiencia de la ONU.

Las negociaciones

El enfoque soviético en las negociaciones sobre desarme contiene los siguientes puntos cardinales: 1.- La Unión Soviética no aspira a alcanzar la supremacía militar sobre EE UU y los países de la OTAN, no aspira a conseguir ventajas unilaterales. Pero jamás permitirá la supremacía de nadie sobre ella ni sobre sus aliados. 2.- La Unión Soviética está resueltamente en contra de que las negociaciones se conviertan en un biombo que encubra la sucesiva aceleración de la carrera de armamentos. 3.- Queremos una reducción efectiva y a fondo de los armamentos acumulados y que no se creen nuevos y nuevos sistemas de armas, ya sea en el cosmos o en la tierra. Por eso la Unión Soviética se opone terminantemente a las tentativas de EE UU de excluir de las negociaciones ginebrinas, con unos u otros pretextos, a pesar de lo acordado, ciertos tipos de armas, y ante todo los sistemas de armas espaciales de cho-que.

Impedir que el armarnentismo se extienda al cosmos, suspenderlo en la tierra y emprender en la práctica la reducción de las armas nucleares y de otro género: tal es el imperativo de nuestro tiempo. El ilustre español Cervantes decía que no son las armas, sino la razón lo que da verdadera superioridad. Hoy, ante las crudas realidades de la era nuclear, millones de seres humanos y los más vastos círculos sociales han discernido o disciernen la gran verdad de este pensamiento. Es muy importante que este reconocimiento sea por fin universal, que esta verdad se convierta en principo rector en toda la política interestatal de todos los países, tanto grandes como medianos y pequeños. Aquí nosotros estamos totalmente y por entero al lado de Cervantes.

En la situación actual mucho depende de los países de Europa. Su función en la política mundial aumenta objetivamente. Y ello no exige en absoluto optar entre la orien tación hacia la URSS o hacia EE UU. Se trata de la propia posición de Europa en relación con las medidas necesarias para mantener y consolidar la paz, sin distinción de quién las proponga. Hoy nadie puede desoír la voz de los Estados europeos. Europa posee tal peso económico y político que le permite influir realmente en la solución de los problemas mundiales.

Aunque nuestros dos países se encuentran en extremos opuestos de Europa, como señaló Juan Carlos I durante la visita del año pasado a la Unión Soviética, "tienen mucho de común en la historia y la cultura...". Efectivamente, nuestros países poseen una vieja cultura y sus vínculos culturales se pierden en la profundidad de los siglos. Al propio tiempo, la historia ha querido que hace muy poco comenzara una nueva etapa en nuestras relaciones interestatales. Promete ser tanto más fructuosa cuanto más valoremos y cuidemos la buena experiencia constructiva acumulada, cuanto mejor nos conozcamos unos a otros, sepamos distinguir la verdad de la mentira en lo que se refiere a la política y las intenciones de nuestros pueblos y Gobiernos en los asuntos interiores e internacionales.

A los pueblos español y soviético los unen sentimientos de mutuo respeto y simpatía. Las relaciones hispano-soviéticas se han hecho últimamente más intensivas. Estamos convencidos de que en la presente complicada situación internacional la cooperación entre nuestros Estados, Parlamentos y fuerzas políticas y sociales puede ser un valioso aporte a la garantía de la paz en Europa y en el mundo entero.

Boris N. Ponomarev es presidente de la comisión de Asuntos Exteriores del Soviet de las Nacionalidades del Soviet Supremo de la URSS, miembro suplente del Buró Político del Comité Central del PCUS y secretario del Comité Central del PCUS.

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