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Reportaje:

La comida como droga

La bulimia es una enfermedad nueva en el mundo, casi desconocida en España, porque los pacientes suelen sufrirla calladamente

Cecilia tiene 17 años. Mide 1,63 metros y pesa 56 kilos. Su madre trabaja en tareas de limpieza en un centro sanitario barcelonés. La tendencia a engordar de su familia y las muchas horas que pasaba en casa cuidando a dos hermanos de corta edad la abocaron a la bulimia. Comía grandes cantidades de alimento y luego vomitaba indefectiblemente. Es decir, se daba el placer de tomar todo lo que le apetecía -que además le liberaba de cierta angustia- y con el vomito impedía que aumentara de peso. En el centro sanitario tuvieron conocimiento del problema y el endocrinólogo pasó el caso a la psicóloga. La enfermedad pudo tratarse con relativa facilidad a fuerza de hacer que se controlara su ingesta por escrito, con un registro diario, y a partir de buscarle una actividad alternativa, que en este caso fue el baile.Isabel Sánchez Larraburu, psicóloga clínica, se ha especializado en el tratamiento de las bulimias. Define esta enfermedad como "la consumición rápida de gran cantidad de comida en una o dos horas, con conciencia de que este patrón de ingesta es anormal y que está fuera de control, con sentimientos de culpa asociados a esta ingesta, y con la necesidad de una respuesta mediante vómitos o purgas para no aumentar de peso". A su juicio, suelen darse respuestas compulsivas acompañando a esta enfermedad. "En cada comilona", según Sánchez Larraburu, "pueden ingerir hasta 20.000 calorías, aunque luego ya sea bebiendo gran cantidad de agua, introduciéndose los dedos en la boca, urgando con el cepillo de dientes o sólo pensando, vomitan el alimento ingerido".

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3.000 cartas

Una revista de divulgación médica norteamericana, Psicology Today, planteó ya en 1977 una serie de casos descubiertos por la doctora Marlene Boskina-Lodahl. Advertía que son trastornos que se dan preferentemente en mujeres y que se producen a causa de una presión social que induce a la mujer a la esbeltez. Esta enfermedad, que suele ser silenciada por quienes la sufren, afloró en 3.000 cartas que recibió en ocho días la especialista. Algo parecido ocurrió hace tres años, cuando la BBC dedicó un programa de divulgación científica a la bulimia. Durante semanas llovieron llamadas y la Prensa recogió casos dramáticos.

Algunos especialistas ven en la bulimia el polo opuesto de la anorexia nerviosa. La anorexia es la enfermedad que sufren determinadas personas, sobretodo mujeres jóvenes, que sienten terror a engordar a pesar de que estén en un peso muy bajo. Suelen administrarse una estricta dieta. Su imagen corporal está distorsionada, pierden el 25% del peso original, sufren amenorreas o pérdidas de menstruación y tienen complicaciones en la piel de la cara apareciendo incluso un vello prepuberal. Según la psicóloga Sánchez Larraburu, "para algunos especialistas la bulimia es el otro polo de la anorexia, pues habría un tronco común, que *sería ese miedo a engordar y las respuestas compulsivas que lo acompañan; pero mientras los pacientes anoréxicos dejan de comer por tener el umbral del hambre más bajo, los pecientes bulímicos comen desaforadamente al poseer el umbral de la saciedad muy alto, aunque luego presentan una conducta reguladora del peso en forma de vómito.

Todas las bulímicas no son vomitadoras, pero la mayoría de las vomitadoras son probablemente bulímicas. El porcentaje de las bulímicas que vomitan se sitúan entre el 50 y el 100%. El vómito puede aparecer antes y después de la comilona. La frecuencia del vómito, según los especialistas, oscila entre una vez cada dos semanas y las 15 veces al día. Una o dos veces al día es lo más corriente. En general, los vómitos ocurren en casa y duran entre 5 y 30 minutos.

Se dan siempre sentimientos negativos relacionados con esta enfermedad, como la tristeza, la debilidad, la culpa y la vergüenza. Curiosamente, la mayoría de las adictas a laxantes también vomitan y así el uso de laxantes correlaciona significativamente con el vómito inducido.

Las complicaciones médicas de la bulimia suelen ser muchas. Existen 14 perfectamente registradas: la esofagitis crónica, la ruptura del esófago, la dilatación gástrica, el desequilíbrio electrolítico, cardiomiopatías, el ensanchamiento crónico de las parótidas, las anormalidades electrolíticas, la ruptura gástrica, deshidratación, el síndrome del colon irritable, el prolapso rectal, la ruptura diafragmática, la erosión dental y el edema crónico. Según la psicóloga, los acontecimientos precipitantes de la bulimia, es decir, sus detonante suelen ser los estados de tensión, aburrimiento y soledad.

Las bulimícas hablan de la comida como si fuera una droga. La necesidad de forma irrefrenable, tras una fase de ansiedad, despersonalización, irritabilidad, debilidad e indefensión. No existe ningún control personal. La comilonas provoca además una mejora temporal de ros estados de ánimo. Pero el estado afectivo, como también ocurre con las drogas duras, empeora a medida que se pierde el sentido del control y aumenta el sentimiento de culpa y vergüenza. Las comilonas, como la administración de drogas, terminan con malestares físicos.

Técnicas de control

"El tratamiento de estos enfermos", señala la psicóloga Sánchez Larraburu, "requiere técnicas de control de estímulos y tratamientos cognitivos conductales, que pueden ser combinados con psicofármacos según el tipo y el grado de depresión".

La bulimia afecta casi siempre a personas de un alto grado de inteligencia, según los psicólogos. "La bulimia es autogratificante en el momento, pero con el tiempo acaba por interferir la vida de éstas enfermas que se sienten desvalorízadas y que se dan cuenta de que la comida interfiere su vida hasta el extremo de aislarlas de la familia y de los amigos. Es una enfermedad que la gente esconde incluso al médico de cabecera, por los sentimientos de culpa que comporta, y en la que se combina la presión social con trastornos afectivos o depresiones en los que la comida acaba siendo un mecanismo compensatorio de consecuencias insospechadas".

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