Un intelectual de ida y vuelta
Los diferentes debates celebrados a lo largo de esta semana en el seminario sobre Alfonso Reyes (Monterrey, 1989-Ciudad de México, 1959) apenas han logrado abordar algunas de sus facetas como ensayista, dramaturgo, traductor, poeta, cuentista, crítico o pensador político. "Reyes fue uno de los últimos exponentes de ese intelectual liberal hispanoamericano del siglo XIX que heredó los rasgos del enciclopedismo", aseguró el poeta mexicano José Emilio Pacheco. Sin embargo, la pluralidad de su obra no le restó profundidad ni límite para que siga siendo considerado uno de los más importantes pensadores mexicanos del siglo."Es muy difícil enjuiciar su vigencia", tercia Carlos Monsivais, "ya que las nuevas generaciones nos hemos enfrentado con el mausoleo de los 21 tomos de sus obras completas. Reyes es uno de esos pensadores que para conocerlos y disfrutarlos se vuelven necesarias las antologías, las obras escogidas y las ediciones anotadas sobre los diferentes géneros que abordaron".
La conexión española
Su vinculación con el pensamiento español fue casi constante. Desde 1914 a 1924 vivió en España, período que quedaría plasmado en muchas de sus obras -Trazos de historia literaria, Tertulia de Madrid, etcétera- y durante el que trabajó bajo la dirección de Menéndez Pidal en el Centro de Estudios Históricos de Madrid y se vinculó con Fernando Giner de los Ríos, Enrique Díez Canedo y otros intelectuales de la Institución Libre de Enseñanza. Según la mayoría de los investigadores de su obra, esta etapa será fundamental para entender su intervención en el diseño de la educación mexicana.Como hombre ilustrado, Reyes debió soportar los ataques que el nacionalismo demagógico mexicano de comienzos de la década de los treinta dirigió a los intelectuales, a pesar de lo cual nunca abandonó su compromiso con la revolución mexicana.
Su segunda vinculación estrecha con el pensamiento español fue como director de la Casa de España, creada por el presidente Cárdenas y dedicada a acoger la labor de los profesores y científicos españoles afectados por el cierre de las universidades durante la guerra civil. Tras la derrota de la República, Reyes convirtió la institución en el Colegio de México, al que Regaría la mayoría de los intelectuales exiliados. Francisco Giner de los Ríos, que durante cinco años fue su más estrecho colaborador, le recuerda como uno de los amigos más cercanos de la diáspora republicana: "Reyes acogió e impulsó la labor del filósofo José Gaos, de Juan de la Encina y de León Felipe, entre muchos otros", asegura.
"No hay ningún trabajo suyo que recoja por entero a los muchos Alfonso Reyes que se hallan desperdigados en su obra. Sólo le faltó encontrar el momento para emprender esa obra mágica", única, "que lo resumiese", afirma el novelista Hugo Hiriart. El genio de Reyes como ensayista de innumerables temas -"maestro de la cuartilla de la nada o de lo que se ofrezca", se le ha llamadolo muestra como uno de los pilares culturales sobre los que se edificó el actual pensamiento mexicano. Sin embargo, como intelectual de ida y vuelta -entre lo español y lo mexicano-, la obra de Reyes reúne lo más destacado del pensamiento de ambas culturas.
