_
_
_
_
_
Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El miedo a la quema

En septiembre de 1984 con unos acuerdos entre el sindicato (AFE) y los clubes concluía la huelga de futbolistas, en la que la AFE jugó conscientemente un papel fundamental para la separación del fútbol aficionado del profesional, y para potenciar la titubeante Liga Nacional del Fútbol Profesional.Dichos acuerdos, firmados en presencia del secretario de Estado para el Deporte, recogen "la obligación de cumplirlos en sus exactos términos". Ni que decir tiene los cuantiosos incumplimientos realizados por la Liga Nacional de Fútbol Profesional (LNFP), hasta el punto de atreverse a plantearnos su modificación por la dificultad que encuentran para cumplirlos. Conocedor de que determinados puntos exigen a los directivos esfuerzos propios de personas con talante renovador y progresista, el sindicato no ha hecho hincapié expreso en ellos.

En este ambiente llegó la sentencia del Tribunal Central de Trabajo, que ratifica la tesis de nuestro sindicato, por la que los acuerdos AFE-clubes de 1979, con modificaciones en 1981, quedaban extinguidos y obligaban a las partes a la negociación de un convenio colectivo que no se firmó en 1983 porque "no les dio la gana". No estaban dispuestos a aceptar la más mínima modificación del derecho de retención, cuando todos conocíamos su ilegalidad.

Pero llegó la sentencia de los tribunales, y con ella ese tema tan llamativo, la libertad, que les pilló de sorpresa: más del 6070 de los futbolistas finalizan sus contratos esta temporada. Todos asustados, analizaron los posibles cambios de jugadores de un equipo a otro, porque ya no se atrevían a ir contra una sentencia. Ninguno recapacita sobre la inseguridad laboral de la mayoría, que desconoce si el año siguiente tendrá trabajo.

Ha sido excesivamente fuerte para las mentalidad de los dirigentes y han optado por lo que saben hacer a la perfección: dictar normas, imponer criterios. Como dice un amigo, "poner la cabra de por medio y que luchen contra ella", táctica aplicada hasta la saciedad en las relaciones sindicato-federación en etapas anteriores.

Tanto las normas de contratos de trabajo como las indemnizaciones de formación y promoción son una incalificable provocación más que sumar a los incumplimientos de acuerdos y a las deudas con los jugadores. Estas nuevas medidas van encaminadas a una presión de la AFE a la Administración, con finalidades fácilmente deducibles.

La Administración, desde luego, tiene parte de culpa. Por ejemplo, está la lentitud del Ministerio de Trabajo en la salida del nuevo real decreto entre relaciones de deportistas profesionales y clubes; por ejemplo, la marginación del sindicato en la mesa de negociación para solucionar las deudas del fútbol -AFE exige prioridad para el pago de la deuda contraída con los jugadores-; por ejemplo, la clarificación y búsqueda de responsabilidades en la creación de la deuda, imputada durante años a los futbolistas y confirmada por los propios dirigentes a su mala administración. Pero el caldo de cultivo de un conflicto no puede acabar ahí, cuando los directivos siguen solicitando fondos públicos en cantidades astronómicas y, a la vez, se pavonean a bombo y platillo en ofertas de traspasos de jugadores por valor de cientos de millones.

Y a la mayoría de los futbolistas se les adeuda dinero de hace dos años.

El sindicato ha estado, está y estará dispuesto a buscar soluciones en una mesa de negociación, pero no renunciará al más pequeño de los derechos y mejoras obtenidos, y, por supuesto, no nos conformamos con una revolución en el fútbol que se limite a un cambio de calendarios y competiciones, empujado por otros ejemplos deportivos cercanos.

No nos conformamos con una solución de la deuda sin tener en cuenta a los trabajadores, ni a unas normas de contratación que son más negativas que la regulación del derecho de retención en los acuerdos AFE-clubes, Ni la Liga ni nadie tiene derecho a tasar a los jugadores de fútbol como mercancía.

Señores de la Liga: Ni es el camino ni es la forma; y ya que muestran interés en mirar a la Europa libre, tarde se acuerdan de lo que, pasa por allí, donde los acuerdos se firman con sindicatos con 20 o 30 años de existencia, y en mesas de negociación; allí se exige responsabilidades a los dirigentes, hay indemnización por fin de carrera, cobran los jugadores cada mes, y quedan en libertad a partir de una edad. No miren la Europa libre como tope, sino como mínimo, y lo negativo, por favor, desprécienlo.

El fútbol tiene que dar un salto cualitativo, que se debe afrontar con la valentía de dirigentes responsables que busquen mejoras sociales, y que no necesiten recurrir a recetas y parches propios de estrategas dictatoriales. Urge abandonar el miedo a la quema.

Jon Iriarte es el presidente de la Asociación de Futbolistas Españolas (AFE)

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_