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Reportaje:Comienza la 'era Gorbachov'

Nuevos ojos para el Pacto de Varsovia

Inusuales indicios de sintonía entre el'nÚmero uno5 soviético y los dirigentes de los países socialistas europeos

Pilar Bonet

Cuando los dirigentes de los países del Pacto de Varsovia acudieron en noviembre de 1982 a las exequias de Breznev, Yuri Andropov se limitó a estrecharles la mano tras los actos funerarios. Cuando, 15 meses después, murió Andropov y le tocó Chernenko hacer de anfitrión, este trató de reparar el desaire reuniéndose con todos ellos conjuntamente. La información dada entonces sobre el encuentro mereció, sin embargo, un despliegue considerablemente menor al que se ha dado ahora a la reunión mantenida por Mijail Gorvachov con los dirigentes del área socialista europea con motivo de los funerales de Chernenko. La atmósfera ha sido en esta ocasión de "cordialidad y unanimidad", a juzgar por la información oficial soviética, en la que algunos observadores creen advertir una nueva terminología sobre los países hermanos.A esta terminología pertenece el término "interacción", que aparecía en el comunicado del encuentro entre los dirigentes del Este y también en el discurso de- Gorbachov ante el Comité Central el pasado 11 de marzo. En esta ocasión, Gorbachov subrayó que "el primer precepto del partido y del Estado es preservar y reforzar por todos los medios posibles la amistad fraternal con nuestros colaboradores y aliados más cercanos".

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El nombramiento de Gorbachov ha encontrado una acogida favorable en los países socialistas europeos que parecen ser tanto más entusiastas cuanto mayor es el grado local de introducción de reformas económicas. Y Hungría se lleva la palma en este sentido. Gorbachov, que llegó a Moscú en 1978 como secretario del Comité Central responsable para las cuestiones de agricultura, conoce bien este sector de la economía húngara, que ha obtenido notables éxitos gracias, sobre todo, a la inversión de capital y a la supresión de controles sobre la autogestión de las empresas.

Las experiencias económicas soviéticas emprendidas en los tiempos de Andropov -nunca calíficadas como reformas, s¡no con eufemismos como perfeccionamiento y términos restrictivos, como experimento- están muy lejos, sin embargo, de las decisiones potenciadas por el nuevo mecanismo económico húngaro introducido en 1968. La elección de los directores de las empresas por los obreros, la convertibilidad de la moneda, los negocios de carácter privado y el despido de trabajadores son temas abordables en Hungría, pero están muy lejos, de los tímidos experimentos emprendidos en la URSS para una mayor descentralización agrícola e industrial.

El interés de Gorbachov por los países hermanos se reflejó en sus últimas actividades antes de la muerte de Chernenko. El 6 de marzo, el nuevo secretario general presidía en Moscú, en su calidad de responsable de ideología, una reunión de secretarios de partidos comunistas de países aliados responsables de este área. Un día antes se había entrevistado con el checoslovaco Vasil Bilak. Checoslovaquia, sin embargo, es el país cuya economía se ajusta más a unos patrones económicos rígidamente ideologizados dentro de la comunidad socialista europea.

Acuerdos militares

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Los países del Este tienen grados de desarrollo e intereses diversos. Pero tanto su relación con Occidente como sus relaciones mutuas y con la URSS en el futuro (militares, económicas y políticas) van a seguir dependiendo sustancialmente de las relaciones que la URSS tenga con EE UU y con sus principales aliadios europeos. La supresión de los viajes del líder alemán oriental, Eric Honecker, y del búlgaro, Todor Jivkov, a la RFA el pasado verano demostró que las iniciativas individuales de acercamiento Este-Oeste no son posibles al margen de Moscú.

En el campo militar, la renovación del Tratado de Varsovia, que caduca a mediados de mayo de este año, es un tema en el que, al parecer, ya han podido superarse las diferencias existentes a base de concesiones mutuas, según fuentes bien informadas. En su discurso del 22 de febrero, Chernenko manifestó que todos los participantes se habían manifestado por la prolongación de su vigencia.

La creación de un mando unificado soviético en caso de crisis y el período de vigencia de la renovación han sido los problemas que han enfrentado a los países miembros. Formalmente, aseguran las fuentes, la URSS ha tenido que renunciar a la subordinación explícita de los ejércitos nacionales del Este a un mando soviético y se conserva sobre el papel la independencia de las fuerzas armadas nacionales. Por otra parte, los países del Este deberán ceder probablemente sobre el período de vigencia de la renovación, donde las posturas extremas están encarnadas por la URSS y Rumanía.

La URSS, señalan las fuentes, aboga por un período de 20 años, más renovaciones automáticas de cinco años, mientras Rumanía quiere un período inicial de cinco años, al término del cual se produzcan nuevas negociaciones para la renovación. La postura rumana, que ha encontrado comprensión por parte húngara, insiste también en que el tratado de 1955 contenga una cláusula que se pronuncie por la disolución de los pactos militares como cuestión de principios.

Dificultades económicas

En el campo económico, el bloque socialista se ve lastrado por los problemas que afectan a la URS S, de la cual dependen sustancialmente para el aprovisionamiento de combustible y materias primas. Los problemas en la extracción del petróleo en Siberia occidental y las necesidades de divisas para importar cereales dificultan a Moscú el cumplimiento de sus compromisos, y fuentes bien informadas aseguran que Moscú no puede suministrar a sus aliados ni siquiera el total de los contingentes de petróleo fijados de antemano por los planes conjuntos. Los precios del crudo para los aliados -fijados según una media de los precios del mercado mundial por un período de cinco años- no favorecen a estos países cuando el mercado mundial va a la baja.

Moscú quiere también alterar la estructura del comercio entre los países miembros del Comecon y exige a sus aliados que le vendan, a cambio de su petróleo, productos de calidad susceptibles de encontrar compradores en un mercado con variedad de ofertas y libre competencia. La diferencia de calidad entre partidas de un mismo producto que se envían a Occidente y las que se mandan a la URSS no son una excepción en los países hermanos interesados en activar su comercio en divisas. A la cabeza de éstos figura Hungría, cuyo comercio exterior (la mitad de su renta nacional) se realiza en un 50% con Occidente.

Los países del Este, especialmente los más desarrollados, como la RDA y Hungría, constituyen, por otra parte, un camino para introducir la tecnología occidental en la URSS. En el caso de la RDA, este país, el más potente económicamente después de la URSS, se beneficia de sus relaciones especiales con la RFA, quien insufla gran cantidad de divisas en la economía de su vecino por medio de préstamos, pagos en conceptos de peaje y rescate de ciudadanos, entre otros conceptos.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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