D. H. Lawrence,
escritor británico muerto en 1930 que escandalizó a su generación por escribir novelas del contenido erótico, ha conseguido al fin un lugar entre los grandes de la literatura inglesa en el Rincón de los Poetas de la abadía londinense de Westminster, tras largos años de lucha de sus admiradores por colocar en dicho lugar una placa conmemorativa.
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